martes, 3 de septiembre de 2013

ESOS ANIMALITOS - RELATO




ESOS ANIMALITOS



Apenas le faltaban unos pasos a un viejo ciervo, que llegaba desfallecido, para alcanzar la orilla del río cuando se desplomó. Observándole desde lo alto se encontraba un buitre, una zorra tras un matorral y un coyote más allá, aunque pronto se sumaron otros comensales más.
¡Benditos dioses!, no han sido en vano mis plegarias. Días son los que ando tras él, y cómo buena presa bajo mis garras ha venido a caer, así que, por favor con un tono bastante severo retiraros de la plaza, la feria se da por finalizada. Entusiasta se mostraba el buitre, no en vano había tomado primero la palabra.
¡Ja! A estas alturas y con esas necedades, aquí no hay ruegos que suenen, ni a callar se adhieren los truenos. Esto ha caído en territorio de nadie y al reparto nos debemos. A duras penas propuso el coyote, ante tan suculento manjar.
No hay plegarias ni razones que consuelen la pena de una madre. Entre todos debéis alzarlo hasta mi morada. Son muchos los días que mis cachorros no se llevan nada a sus bocas, y por si fuera poco, el frío anda cerca y no tengo nada en la despensa. ¡Pobre de mí! ¿Qué será de nosotros?. Desconsolada, se prodigaba la zorra con labia y lamentos.
Bueno, bueno, no es para ponerse así mujer, algo se podrá hacer por los más necesitados, después de todo… se le ve bastante hermoso. Volvió a plantear el buitre, viendo que la cosa se complicaba, pues cada vez eran más los ojos que se añadían al banquete, y ante tal necesidad optó por congratularse con la zorra.
Será mejor que lleguemos a un acuerdo a través de un consenso o buscar otra forma de aclarar esto, pues de todos es conocido y sabido que las lenguas no engendran, que se requiere de otras respuestas. No conforme el coyote, y ante la posibilidad de que el buitre y la zorra se liasen, pidió, entre los asistentes, otra opinión. En esto, se acerca un halcón que desde que divisó al buitre le seguía, con la seguridad que algo él alcanzaría.
No sé, no sé qué pensará el resto de vuestras alegorías… pero, si a la existencia nos remitimos, desligándonos de sentimentalismos, imaginaciones u otras mercaderías, la realidad es que todos tenemos derecho, puesto que están en juego nuestras vidas, no es el alimento, por estos lugares, lo mejor que se prodiga. Mientras que hablaba, el halcón miraba cómo los animales se iban acercando al lugar donde había caído el ciervo, que, ya, en pie, se adentraba en el río. Atónitos quedaron cuando vieron que su reñida comida, con la corriente, desaparecía.

Rosa María Alemán Díaz





No hay comentarios:

Publicar un comentario