miércoles, 4 de marzo de 2015

CONTAMINACION EN BALVANERA Y ALMAGRO




LA CONTAMINACIÓN VISUAL, AUDITIVA Y QUÍMICA EN BALVANERA Y ALMAGRO







No mirar al cielo, taparse los oídos y además llevar barbijo serían las indicaciones para transitar por ciertos sectores de alta contaminación en la Ciudad. Así ocurre en algunas esquinas de Balvanera y Almagro, agravado esto por el escaso espacio verde, de solo 0.20 m2 por habitante que poseemos. Sabido es que los espacios verdes tienen la virtud de reducir la polución ambiental, absorber los ruidos, y recrear la visión.

Si tomamos por ejemplo, la esquina de Corrientes y Pueyrredón a una hora “pico”, como las 12 del mediodía, el panorama es el siguiente: gran circulación vehicular, enjambres de personas transitando, un cielo casi invisible tapado por grandes carteles, altos edificios, un cableado descomunal sobre nuestras cabezas, y total ausencia de espacios verdes y raleado arbolado urbano.

La contaminación por la entrada de elementos extraños en el medio ambiente como  gases, ruidos, calor, visión obstruida, efecto invernadero, etc., etc. llega a alterar el ecosistema necesario para el desarrollo de una calidad de vida normal.  

La saturación del aire con sustancias contaminantes proviene de distintas fuentes, muy diversas, pero en la mayoría de los casos están relacionadas con el escape de los vehículos de transporte y de carga, que no son fáciles de controlar y generan un veneno para los pulmones superior al que produce el cigarrillo.   
 

                               


Respecto a la contaminación visual, son las autoridades locales las responsables, por no establecer los mínimos controles tendientes a regular la instalación por ejemplo de carteleras enormes, que invaden el espacio público y se transforman en una verdadera forma de agresión al ciudadano, que para colmo paga altos impuestos. Muchas de las últimas de estas inmensas carteleras violan normas existentes y están reñidas con el buen gusto, lo que hace dudar de la voluntad oficial de sancionar a los responsables de tales anomalías.     

En cuanto a la contaminación sonora, el Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV), verificó que en la Ciudad de Buenos Aires, en la mencionada intersección de Corrientes y Pueyrredón, y en otras como Rivadavia y Medrano, o Córdoba y Gascón, se alcanzan índices de ruido que superan los 105 decibeles (dB), cuando superado el límite de 80 ya es lesivo para la salud, por causar daños irreversibles. En estas zonas se entra en el rango de riesgo auditivo, ello significa que provoca la pérdida gradual de la percepción sonora, hasta llegar al límite de la sordera. No es extraño ver a vecinos o gente de paso  conversando a los gritos para escucharse.

Este aumento de la contaminación sonora en la Ciudad de Buenos Aires se viene acentuando en la última década, en coincidencia con los dos períodos de la actual gestión macrista.

Buenos Aires es la cuarta ciudad más ruidosa del mundo, detrás  de Tokio, París y Nueva York. Semejante dato nos debe alertar sobre este "desorden" y sobre nuestro comportamiento desaprensivo para con el lugar en que vivimos, sin duda el corazón de un enorme conglomerado humano que conforma y rodea a la ciudad. Tal desajuste aparece aquí poco vinculado a las perturbaciones propias del ruido fabril e industrial de otros centros de desarrollo y producción, lo que debería alertarnos sobre la magnitud del  problema.

A no seguir despreocupándose de estas agresiones a nuestro medio ambiente ciudadano. A exigir el cumplimiento de las normas existentes y a estudiar otras que contemplen el bien común más allá del interés particular.                                                                    





Consejo de Redacción










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