Viñetas
urbanas para tomar conciencia y despertar del letargo
El escritor Pablo José Semadeni se distingue por
una característica que escasea hoy en día: su coherencia ideológica e intelectual.
Profesor, investigador y Licenciado en Historia por la UBA, no se quedó
encorsetado en los textos académicos, sino que su
necesidad de conectarse más con una realidad apremiante hizo que incursionara
en géneros como la novela, el cuento, la viñeta urbana y las máximas o
filosofismos. Siempre se movió –y
refugió– en el mundo de las pequeñas
editoriales, las revistas barriales y culturales, el teatro, el arte, el rock y
el tango. Cultor del humanismo y la naturaleza, postula que a partir del ámbito
local –el barrio, el municipio–
se puede construir una sociedad con un rostro humano. Nacido en 1970 en
Balvanera, donde reside actualmente, entre sus influencias literarias reconoce a
Víctor Hugo, Balzac, Dostoievski, Tolstoi, Turguéniev. Su vocación como
historiador surgió luego de un viaje por Bolivia, Perú, la “América profunda” –que
lo impactó mucho–, donde tomó
contacto con los eternos postergados del continente, los pueblos indígenas.
Semadeni elaboró
algunos ensayos como Trenque Lauquen.
Seis estudios de Historia (2010), ciudad en la cual vivió varios años
durante su adolescencia. También escribió libros inspirados en viajes como La tierra postergada (novela, 2010) y Viajes y exilios (cuentos, 2009). Otras
obras de su autoría son Yo acuso
(2008), Bajo fondo. El gabinete asediado
(novela, 2011) y El libro prohibido (varios
géneros, 2014).
El escritor acaba
de publicar un libro que consta de tres partes: Aventuras del último flâneur (crónicas urbanas); Trenque Lauquen y el Mundo. Excursiones de
un Caminante (ensayo); Confesiones
(filosofismos propios y ajenos). “¿Qué somos? Esa es la pregunta que recorre
mi libro, un gran interrogante, una pregunta en torno a la identidad”,
dispara.
El historiador se
considera el último flâneur, un término literario proveniente del francés que
significa caminar, vagar sin rumbo fijo, tomando nota de las impresiones que se
recogen a cada paso. Asevera que ese ser bohemio está en vías de extinción.
Semadeni cumple el rol de caminante a la perfección. Recorre distintos barrios porteños,
el conurbano, un country y Trenque Lauquen, genera postales muy elocuentes de
cada lugar y crea personajes paradigmáticos. El escritor se planta como un
auténtico provocador; el libro está plagado de sentencias contundentes como
estocadas, algunas controvertidas. Son ideas con las cuales el lector puede
congraciarse o sentir escozor y angustia. La prosa es ágil, disfrutable, reflexiva,
rica a nivel idiomático y conceptual, ácida, pintoresca, ocurrente.
Según su visión,
la ciudad es un hormiguero descompuesto que camina hacia su ocaso: “La
ciudad es una barbarie, está fuera de control, nos estruja. Es como un resorte
oxidado. La ciudad arroja cada vez menos poesía, tiene un rostro adusto. Igual,
hay reservas, espacios culturales alternativos como El Pacha, El Emergente. Me
pregunto si no habría que empezar a desurbanizar, a vivir dentro de un entorno
natural que no agreda”, propone.
En el mismo tono
irreverente, concibe a Palermo Hollywood como un barrio de cartón, similar a
una cárcel y con una atmósfera decadente. Opina que Puerto Madero nació de un
exabrupto, es un territorio frío y geométrico que parece una ciudad asiática por
sus luces de neón. A Once lo ve como una pequeña patria despreciada, un paisaje
traumático y mestizo: “Hay un enigma sobre el Once: que es y no
es. Es algo que está en permanente ebullición, como una promesa. Allí están
todos los personajes: el paraguayo, el chino, el africano, el judío. La idea de
desprecio tiene que ver con lo irregular, el comercio informal, la inseguridad”.
Semadeni enuncia
la tesis de que nuestra sociedad está moldeada por monstruos sociológicos
(tumberos, pibes chorros) y genios solitarios (el Che, el Papa). Aduce que hay
un enorme talento desaprovechado porque como pueblo estamos divididos,
sitiados, bloqueados por los ciclos políticos y económicos, lo que nos impide
organizarnos para vivir con dignidad.
Se define como
un under de la Literatura, un obrero de la palabra, un escritor oscuro:“Así
como el obrero construye edificios, el escritor construye nuevos mundos, incluso
desde los márgenes. Yo tengo un costado doloroso, que lo reconozco como tal, lo
trabajo y procuro hacerlo brillar, brillar, brillar”, admite convencido.
¿Cuáles son los
elementos y los procesos que van constituyendo a un escritor? Semadeni sorprende
al aludir a una situación extrema: “El primer paso es hacer un profundo
silencio interior para descubrir lo que uno va a decir. El escritor se forma
con los libros, la observación, los trabajos, las frustraciones, los viajes, la
vida, todo. Sin embargo, para ser un gran escritor es necesario apartarse de la
vida; la obra de arte surge de las ruinas del esfuerzo terrenal, de una gran
inmolación, de un equilibrio entre el mundo y el espíritu. El escritor es un
equilibrista”, puntualiza.
En este momento
está trabajando para relanzar Eco Contemporáneo,
una revista de culto de la década del 60, junto con el periodista y poeta
Miguel Grinberg, su editor original, y planea un viaje a Estados Unidos como base
de una futura investigación en formato epistolar.
Laura Brosio
excelente nota me encanto nunca mas cerca de larealidad el ser humano a perdido el rumbo lo lleva la corriente y disculpen pero FUNDAMENTAKMENTE MUY POCOS SE DAN CUENTA QUE SE NECESITA POCO PARA SE FELIZ
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