EDITORIAL PERIÓDICO PRIMERA PÁGINA julio 2017

EDITORIAL Nº 265  





Mucho se viene hablando, escribiendo y hasta vociferando, acerca de un tema que intranquiliza a la sociedad: “LA JUSTICIA”“que la pintan calva”… sin balanza… y haciendo un papel tristísimo, y no es para menos, ya que –en gran proporción–, se amolda a los designios del actual gobierno, uno de los más retrógrados y autoritarios del último período de la historia.
No fue casual el ya famoso acuerdo del 2 x 1, que naufragó afortunadamente tras una contundente movilización popular a Plaza de Mayo.
Sin embargo el origen del problema radica en que no existe la división de poderes establecida en la Constitución Nacional, ubicándose ciertos sectores de la justicia al servicio del gobierno y de los intereses más poderosos del establishment.
En los últimos tiempos, producto de las presiones, amenazas y carpetazos, los jueces no producen fallos ajustados a las causas, sino actos fallidos que van en el sentido pretendido por un Poder Ejecutivo dominante autoritario y avasallador.
Ya son varios los jueces que renunciaron y otros que están en la picota de un “Consejo de la Magistratura” al que también llegó “la mano invisible del sistema”, hoy constituido por poderosos CEOs empresariales, y un coro de grandes medios hegemónicos que fijan la agenda en la que obligan a bailar a toda la sociedad.
El régimen de “doble vara” dejó de ser una excepción para convertirse en una constante, se investigan casos que atañen a funcionarios del gobierno anterior y se hace “la vista gorda” a los asuntos “gruesos” producidos por este gobierno, sus ministros y empresas favorecidas.
Los sonados casos de Avianca-MacAir, Panamá Papers, Correo Argentino, Odebrecht,  para éste último pretenden incorporar una cláusula “transitoria” de indulto a las empresas que coimearon) .y varios más,   no ocupan lugares destacados en las coberturas periodísticas, especialmente en TV y radio, que son los más consumidos por un pueblo ya privado hasta casi de adquirir un diario por su alto costo.
Del otro lado de “la vara” están los casos a los que los medios se llaman a silenciar, como los terribles dichos de la gobernadora de Buenos Aires, Eugenia “Heidy” Vidal, en el programa de Mirtha Legrand, llamando a un escrache a un consejero de la Magistratura que no se disciplinó a lo pretendido por el gobierno, ampliados y corregidos luego por el pseudo periodista Jorge Lanata ensanchando aún más “la grieta” y llamando a escrachar a los hijos de sus enemigos en la escuela.
El caso de la detención ilegal de Milagro Sala es otra muestra de esa doble vara.
Ni qué hablar de un juez “de la servilleta” como Claudio Bonadío –el decano de los jueces corruptos y al servicio del gobierno y de Héctor Magnetto– al que le derivan, “por sorteo”, todas las causas que emponzoñan a Cristina Kirchner y al gobierno anterior.
Mientras tanto la pobreza supera el 30% y hay 5,6 millones de chicos pobres, un 47% del total. Luego alardean sorprenderse por el nivel de delincuencia, especialmente juvenil.
Así las cosas, en un clima pre-electoral recalentado también por obra y gracia de “los medios hegemónicos” y por personeros enquistados en el Frente para la Victoria, que ya mostraron la hilacha votando a los jueces macristas a la Corte y todas las leyes pretendidas por Macrilandia.
 El panorama futuro es más que negro, con paritarias a la baja, precios en estampida, jubilaciones en terapia intensiva, quita diaria de derechos –el colmo fue el retiro de las pensiones a los discapacitados–, desocupación y pobreza en alza, y el tarifazo latente para después de octubre…
Y como si fuera poco, vino un inédito endeudamiento a 100 años, tipo Rivadaviano –“Baring Brothers” versión 2017–. Se avecinan “tiempos peores”, por los que se debe estar alerta, más que alerta, ¡¡¡movilizados!!!, para frenar el escalamiento que se viene y para lo que se necesita agrupar –del otro lado de la vara– a la mayor cantidad posible de quienes rechazan este plan de hambre, que no es otro que el del FMI, traído esta vez por el nuevo ministro de Hacienda, hasta ahora de bajo perfil, Nicolás Dujovne.

                                                                                                                                                  Hasta la Próxima







EL NUEVO CÓDIGO DE PLANEAMIENTO URBANO

  Por qué los vecinos deben oponerse al nuevo Código de Planeamiento Urbano




LAS ALTURAS LIBERTADAS 


El “Código de Planeamiento Urbano” es un instrumento que rige todos los asuntos relacionados con el uso del suelo, construcciones, alturas, tejido urbano, infraestructura, espacios verdes y todo lo relacionado a lo equitativo de su administración. Actualmente rige el del año 1977 con sucesivas modificaciones.
Tal como está presentado el proyecto oficialista, inconsulto y mal difundido, en un paquetazo con moño y todo, representa un avance de las áreas edificadas, alturas indefinidas, en perjuicio de los barrios de construcciones bajas y las áreas verdes, lo que produce un grave desbalance al ya déficit existente de espacios verdes en Buenos Aires.
Más de cien organizaciones vecinales de las más representativas lo impugnan, proponiendo una discusión franca, democrática y participativa, ya que agrega además varios ingredientes adicionales, a saber:



1. Con las altas construcciones se hace colapsar las ya deficitarias redes de distribución de luz, gas, agua y desagües cloacales, en un momento de escasas inversiones y nulo control oficial. Se planean grandes torres y hegemonizar hacia arriba. Todo en medio de tarifazos (aplicados y a aplicarse) en perjuicio de los sectores menos pudientes, incluidas las PyMEs que se debaten entre el achicamiento o el cierre. Como ejemplo, en Villa Pueyrredón y Agronomía se permitiría edificar hasta 22,3 metros de altura, en lugar de los 12 actuales (casi se duplica). En la Boca y Barracas, de los actuales 17 metros se liberarían construcciones de más de 30 pisos.
2. Se pasa por sobre el sistema de descentralización instituido por la ley de Comunas nº 1.777, reiterando el ya clásico ninguneo a los Consejos Consultivos, a los que se los continúa privando de presupuesto y lugares de funcionamiento adecuados.
3. Tal como está redactado el proyecto sólo tiene como objetivo beneficiar el NEGOCIO INMOBILIARIO, especialmente a empresas amigas y socias del gobierno, condenando al grueso de la ciudadanía a perder calidad de vida, de por sí ya deteriorada, convirtiéndolo en un código de los ricos, beneficiando a un pequeñísimo sector por sobre los derechos y necesidades de los vecinos y vecinas de la CABA.
4. La forma de debatir es de un diálogo de sordos, ya que en lugar de hacerlo en las Comunas y Consejos Consultivos se lo hace mediante convocatorias por fuera de la ley 1.777, que es el sitio donde deben hacerlo, lo que avasalla la Constitución de la Ciudad.
Por todo ello desde este humilde medio barrial, a punto de cumplir un cuarto de siglo al servicio de los vecinos, en la lucha por los espacios verdes y una diferente calidad de vida, llamamos a oponernos al proyecto oficial y a reclamar un nuevo proyecto más equitativo, a la altura de muchos países del mundo, y a una amplia discusión vecinal en los organismos instituidos por la ley, que son las Comunas y los Consejos Consultivos.

                                                          Consejo de Redacción








PLAZA MISERERE

MISERERE” EPÓNIMO DE LA PLAZA PRINCIPAL DE BALVANERA



A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX A LA IZQUIERDA SE VE EL VIEJO OMBÚ QUE PERDURÓ POR AÑOS

El vocablo “Miserere” (ten compasión) se relaciona con Antonio González Varela, apodado así por su fama de misericordia y bondad, él que fuera junto a su tío, Antonio González Uría, los primeros precursores de la zona, ya que éste último adquiere en el año 1773 los terrenos a mano derecha o norte del Camino Real, prolongación de la calle de Las Torres (hoy Rivadavia) a la altura de la actual calle Azcuénaga.
Ambos erigirán en 1778 en la esquina NO, en el paraje más alto de la zona, una pulpería, cuadra de panadería, la casa principal y morada, en una quinta de tres hectáreas de extensión hacia el norte y al oeste.
En aquel paraje poblado sólo con ranchos, hornos de ladrillos y algunas quintas, el Cabildo autorizó la instalación en 1775 de los corrales de ganado para el abasto de la ciudad, algo más al oeste, sobre el mismo camino, tan solo salvando un arroyuelo, cuyo curso de sur a norte seguía el actual trazado de las calles Saavedra y Paso. Aquel amplio espacio, un tanto reducido, será, a futuro, el sitio que hoy ocupa la actual “Plaza Miserere”.


EL LUGAR EN 1852 "PLAZA DE LAS CARRETAS"

Sin embargo aquel nombre sufrirá en su historia un largo período de ostracismo, al ser sustituido por el gobernador de Buenos Aires Pastor Obligado para rememorar la desgraciada separación de la provincia de la Confederación, en el año 1852. Buenos Aires decidió desconocer al Congreso Constituyente, retiró los diputados enviados y reasumió el manejo de las relaciones exteriores (un verdadero golpe de los tantos que sufrió y sufrirá el joven país). Un año después por decreto del 4 de octubre de 1853, dispone modificar el de Miserere por “11 de septiembre”.
 La Plaza se encuentra ubicada entre las calles Rivadavia, Pueyrredón, Bartolomé Mitre y Ecuador y es el centro del barrio. Antes de ser una plaza, allá por el año 1800 era un gran predio denominado Corrales de Miserere. Con los años su nombre fue cambiando y ostentó muchos como: Hueco de los corrales, Mataderos de Miserere, Mercado del Oeste o Mercado 11 de Septiembre, para finalmente recuperar en 1947 el de “Miserere”.
 El lugar adquiere connotaciones históricas al haberse concentrado allí las tropas criollas dispuestas a reconquistar la ciudad ocupada por los británicos en 1806, así como las fuerzas de la Segunda Invasión, en 1807, cuyas tropas derrotarían en ese sitio a las que comandaba Santiago de Liniers.


MONUMENTO AL ABORIGEN  -CENTRO DE LA PLAZA ENTRE 1912 Y 1928


 El 5 de abril de 1811, el llamado “Alcalde de las quintas”, Tomás Grigera, secundado por el doctor Joaquín Campana y algunos militares, se levanta contra las autoridades del Cabildo; y con el paisanaje allí reunido avanza sobre la Plaza de la Victoria (hoy de Mayo) para entregar el memorial que impone condiciones de cumplimiento perentorio, fue la denominada Revolución del 5 y 6 de abril de 1811” o Revolución de los orilleros, o Revolución Quinti-sexta. Primer golpe cívico militar producido en las Provincias Unidas del Río de la Plata, por el cual el sector moderado partidario de Cornelio Saavedra se aseguró el control de la Junta Grande de gobierno eliminando a la minoría radical partidaria de Mariano Moreno.
En 1820 el gobernador coronel Manuel Dorrego revista en los Corrales de Miserere a la caballería del Escuadrón Cazadores Negros, para enfrentar a las fuerzas coligadas de los generales Estanislao López, José Miguel Carrera y Carlos María de Alvear. Dorrego es más tarde derrocado y fusilado por Lavalle, sin proceso ni juicio, el 13 de diciembre de 1928.
En realidad, el área comenzó a tomar carácter de espacio abierto o plaza pública después de la Exposición Continental realizada en 1882 durante la presidencia del general Julio A. Roca. Hasta entonces allí había funcionado el Mercado Once de Septiembre, donde se concentraban los frutos del país, y las tropas de carretas continuaban renovando sus estacionamientos. Al delinearse la plaza, por Torcuato de Alvear, el terreno quedó levantado sobre el nivel de la calle ya adoquinada; y de ahí que se la encuadró con un pequeño murete, a tramos abierto por varios escalones. Recordamos el que permitía el paso por la avenida Centro América (actual Pueyrredón), cuya entrada levantaba dos pilares a manera de ornamento, pues en su remate tenían dos copones florecidos; sobre la parte de Ecuador y Bartolomé Mitre se dejaba ver un gigantesco ombú, prueba inequívoca de que todavía (año 1909) la plaza guardaba matices de sus días primeros, cuando en la inmediata pulpería se cantaban los versos de Luis L. Domínguez, “El ombú”.
 Lo profuso de su arbolado estaba entonces muy cerca de lo rural y no de lo ciudadano, pero en dos ocasiones se efectuaron transformaciones en su trazado y fue remodelada íntegramente. La primera, en 1913, con motivo de los trabajos correspondientes al tendido del subterráneo de la Línea A, los que, por ser efectuados a cielo abierto, obligaron al desplazamiento de cuanto había en la superficie de su perímetro.

HACIA 1913 A POCO DE INAUGURARSE EL SUBTE A

 Y la segunda en 1932 por la instalación del mausoleo para guardar las cenizas de quien fuera el más férreo defensor del centralismo porteño, Bernardino Rivadavia, obra del artista argentino Rogelio Irurtia, que fue inaugurada con amplia repercusión el 3 de setiembre de aquel año.
Con el tiempo los estampas vivas del cuadro que ofrecería el lugar, con su movimiento de carretas y sus actividades de reseros y matarifes, con sus grupos de consignatarios, mayordomos y peones, todos de a caballo, con expresiones y tonadas de aire campesino, se fueron sustituyendo por diferentes colores y funciones cuando, hacia 1857, la empresa Camino de Hierro de Buenos Aires al Oeste (luego Ferrocarril Domingo Faustino Sarmiento) inauguraba la primitiva estación Once de Septiembre (apenas un apeadero) en el encuentro de las hoy calles Ecuador y Bartolomé Mitre, anteriormente conocidas con los nombres de Bermejo y Piedad, respectivamente. Cuatro décadas más tarde, el 5 de agosto de 1896, se abría por primera vez la gran estación que hoy conocemos, cuya edificación fuera aprobada por decreto del 15 de julio de 1895. 
 Con esta monumental obra la plaza cambió su vista hacia el norte, mientras que hacia el sur y al oeste desentonaba con las figuras de algunos corralones y barracas, como en su línea del costado de Rivadavia, que mantuvo casas de comercio de mucho renombre, como la de Morea y Montemayor (maquinarias e implementos rurales), con grandes vidrieras en la esquina sudeste de La Rioja, y en lo alto de su cornisa deslumbraba la figura de un gran ciervo en mampostería. Esta casa desaparecerá tras el espectacular incendio que se declarara el 30 de setiembre 1965; debe recordarse que la construcción de toda esa esquina databa del año 1874, y que a metros de la citada firma existía, en 1908, el Gran Cinematógrafo “Plaza Once”, con capacidad para 2.500 espectadores, que era de altos y bajos, con servicio de confitería. 
Además en esa cuadra se encontraba la sastrería “La Exposición”, de corte y confección. De todos los edificios que dan a este lateral de la plaza, debe ser considerado como el de mayor antigüedad el de la esquina sudeste de Rivadavia y Catamarca, el que en distintas épocas fue pulpería, almacén y un café más que centenario, pues en algunas fotografías se lo ve reproducido en años anteriores a 1865 (fue demolido en noviembre de 1972).
Sobre el borde este de la plaza fue levantada una recova, que aún se conserva en toda la cuadra como testimonio de una época; para su edificación, en octubre de 1873 algunos vecinos caracterizados, propietarios de los terrenos, solicitaban a la corporación municipal el permiso para levantarla, y en esto es la única de las plazas de Buenos Aires con un toque semejante con la de Mayo.
 Debe recordarse además como signo distintivo de las antiguas plazas porteñas, como también de otros lugares públicos, desde los últimos lustros del siglo XIX la existencia de surtidores de agua corriente destinados a combatir la sed de caballos y mulas que arrastraban los rodados en general, los que estaban provistos de una manga para refrescar a las bestias en días de fuertes calores, utilizándosela también para abastecer a los carros aguadores, los populares pipones de canillón y campana que surtían a los inquilinatos de la periferia, todavía en mañanas de 1910.
 El surtidor, o la bomba, como la llamaba el pueblo, se ubicaba en la plaza Miserere, sobre el ángulo de Rivadavia y Pueyrredón, a escasos metros de lo que ahora es la entrada del subterráneo.
 Otro dato que pocos conocen, es que el centro de la plaza albergó hasta la construcción del monumento a Rivadavia entre los años 1912 y 1928, una estatua denominada “Al aborigen”, obra escultórica del artista Hernán Cullen Ayreza, trasladada en 1932 a Plaza Garay.
 La superficie de la plaza, conforme con el Censo Municipal practicado en el año 1904, es de 27.053 metros cuadrados, una de las mayores de la ciudad de Buenos Aires, de la que una parte inferior a la mitad es hoy una plaza cerrada, mientras el resto es un verdadero paso casi obligado de transeúntes rumbo a las decenas de paradas de líneas de colectivos que la rodean por completo, muchas con la construcción de antiestéticas boleterías de material, que comparten con decenas de diferentes puestos de venta.
Éste sector, totalmente carente de verde, es frecuentado por solitarios predicadores con escasos espectadores, junto a la indisimulada oferta de sexo.
A pesar de todo, la Legislatura Porteña declaró a Plaza Miserere, Sitio de Interés Cultural, por constituir un emblema de la historia y la pluralidad cultural, punto de encuentro permanente, iniciativa que fue aprobada sobre tablas sobre un texto consensuado.

                                        Miguel Eugenio Germino



Fuentes:
-Melo, Manuel Carlos, Miserere, Cuadernos de Bs. As. MCBA, 1963.
-http://eternabuenosaires.com/2011/01/plaza-miserere-una-plaza-con-historia
-http://primerapagina93.blogspot.com.ar/2013/11/monumento-al-aborigen.html
-http://www.ciudadweb.com.ar/reconocimiento-la-plaza-miserere/
-http://www.revisionistas.com.ar/?p=11589
-http://www.taringa.net/posts/info/12460255/Es-el-11-de-septiembre-fecha-de-desastres-entra.html











CONSERVATORIO MANUEL DE FALLA

UNA SEDE PROPIA PARA EL   MANUEL DE FALLA






El edificio de la esquina NO de Sarmiento y Gallo, que aparenta lindo y pintadito por fuera, alberga en su escasa superficie a dos importantes conservatorios musicales de la ciudad: el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla y el Conservatorio de la Ciudad Astor Piazzolla.
Como es lógico pensar, aun estando en condiciones dignas de habitabilidad por dentro, cosa que no ocurre, resulta insuficiente para dos institutos musicales que crecieron en su alumnado en el último tiempo.
Desde hace ya varios años los alumnos del Manuel de Falla vienen reclamando –sin éxito– una sede propia, adecuada para albergar a su conservatorio, ya que actualmente las aulas se inundan, no tienen ventanas ni cuentan con la ventilación adecuada; niños, jóvenes y adultos se hacinan en espacios reducidos; un laboratorio de informática funciona en un espacio improvisado dentro de la biblioteca y las salas de ensayo no están acustizadas.
La obra ampliatoria (ya insuficiente) del tercer piso lleva cuatro años, de los cuales estuvo tres paralizada.
Estos son algunos de los tantos síntomas visibles de la crítica situación edilicia que atraviesa la sede principal del Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla, una casa de estudios que cuenta con una rica historia y que cumplirá 100 años en 2019.
En 2004, luego de trashumar por distintas moradas, la institución se instaló en el edificio de la esquina de Gallo y Sarmiento, donde ya funcionaba el Conservatorio de la Ciudad Astor Piazzolla. Desde entonces, ambos conservatorios comparten las tres plantas de la sede del barrio de Almagro.
"Es imposible ensayar, porque no hay espacio. No se abren cátedras porque no hay lugar físico", comentó Gastón Ceruti, estudiante del profesorado de tango y folclore. Su testimonio es similar al de otros alumnos, como Facundo Echeverría, que cursa la carrera de música antigua: "Un conservatorio tiene que tener condiciones edilicias básicas, pero no se cumplen. Para estudiar música, lo acústico es fundamental y las sedes de Gallo y el centro no son adecuadas”.
La Dirección General de Enseñanza Artística (DGEART) que depende del Ministerio de Cultura de la Ciudad, gestionó la compra del edificio en la esquina de Gallo y Sarmiento en 2002 para albergar al Conservatorio de la Ciudad Astor Piazzolla. Cuando allí se sumó el Manuel de Falla en 2004, que hasta entonces funcionaba en dos pisos del Centro Cultural San Martín, algunos lo vieron como una solución temporaria a un problema de fondo: el histórico conservatorio –cuya demanda entre los estudiantes no para de crecer– nunca tuvo un edificio propio.
"En 2013 empezó una obra importante con una primera partida presupuestaria de unos 8,5 millones de pesos –contó la directora de la entidad, Silvia Lester–, pero debido al cambio de gestión y luego de un larga postergación, los trabajos están ahora a cargo del Ministerio de Desarrollo Urbano".
Lester, acompañada por los vicedirectores Mario Konikoff, Marcos Puente Olivera y Marta Sima, expresó su preocupación por el estado de la obra, cuya prolongación causó problemas en los pisos inferiores, y por el deterioro general de las instalaciones: "La obra estuvo parada más de tres años y recién se reanudó hace pocos días".
Una segunda partida, que rondaría los 14 millones de pesos, habría sido asignada a esta segunda etapa de los trabajos, pero los resultados no están aún a la vista. Los directores expusieron los motivos por los cuales consideran que el conservatorio que hoy funciona en la sede central (tiene otros cuatro anexos en escuelas y alquilaron una quinta sede en Suipacha y Corrientes) requiere de un edificio propio, donde la comunidad educativa de más de 3.400 alumnos y sus 500 profesores puedan aprender y enseñar.
Los problemas edilicios pusieron en evidencia la incongruencia entre lo que la institución representa y su realidad. Si bien los trabajos en el tercer piso se reactivaron recientemente, las autoridades plantean que aún con la incorporación de nuevas aulas, las instalaciones son insuficientes para un centro de formación para músicos y docentes que ofrece un ciclo básico para niños y adolescentes, un ciclo superior con 45 orientaciones diferentes para ejercer la docencia musical, y títulos de grado y posgrado en diversos géneros y especialidades.
"Durante la jefatura de gobierno de Aníbal Ibarra, había una idea de unir al Astor Piazzolla y al Manuel de Falla, y transformarlos en un instituto universitario de las artes, pero eso no sucedió. El tema tiene muchas aristas, pero estamos comprometidos a mantener los dos institutos, y continuar ampliando la oferta educativa", relató el director de la DGEART, Marcelo Birman al diario La Nación.
El funcionario egresado del Manuel de Falla afirmó que la puesta en valor de infraestructura edilicia es una cuestión prioritaria en la gestión. "Es algo que requiere una inversión continua y sostenida en el tiempo", agregó. Y reconoció que la reubicación del conservatorio es una "prioridad a resolver". "El ministro de Cultura de la Ciudad está muy al tanto del tema. Estamos evaluando la resolución de la problemática, que debe ser tratada consecuentemente, para no repetir el error original de cuando se llevó el edificio a la calle Gallo. Es más complejo que mudar una escuela común, por la cantidad de espacios y la acustización", explicó Birman. Con respecto a los plazos de la obra del edificio actual, contó que las nuevas 11 aulas, una sala sinfónica y una sala multimedia estarían terminadas en octubre próximo.
La comunidad educativa del conservatorio hizo circular un informe acerca del deterioro edilicio, en el que afirmaba: "El Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla exige y merece la adjudicación o construcción de un edificio propio y en condiciones idóneas. El Conservatorio Manuel de Falla espera cumplir los 100 años en su casa propia".
A través del comunicado, explicaron que se trata de una institución pública y gratuita, que cuenta con una multiplicidad de carreras. El instituto se encuentra "en estado de alerta y asamblea permanente". Las gestiones proactivas del centro de estudiantes logró asegurar un fondo de instrumentos, pero la situación edilicia sólo parece agravarse.
"Es muy difícil dar clases en estas condiciones", contó Nora Ruiz, profesora del Plan Niños, en una de las aulas de planta baja. "Es muy importante que haya luz y una buena ventilación; a medida que transcurre la clase sentís que te vas quedando sin aire", agregó.
Fernando Borrás, estudiante de canto, piano y composición, comentó: "Cada vez que llueve entra agua y daña el patrimonio del conservatorio. El edificio tiene que ser realmente apto para las funciones elementales y no puede haber peligro y riesgo, porque la verdad que si llueve adentro del tinglado donde está instalación eléctrica, ahí podría pasar cualquier cosa".
Además del presupuesto de sueldos para profesores y administrativos, el conservatorio cuenta únicamente con un subsidio anual de 90.000 pesos, que en rigor es adjudicado a la asociación cooperadora. Según los directivos, la institución requiere una mayor autonomía que permita acompañar su crecimiento, y que a la vez permita mantener su nivel educativo.
Una de las características más relevantes del Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla es que su oferta académica es muy amplia en las edades de los estudiantes (va de los inicios al posgrado) y en la enorme diversidad de sus carreras y tecnicaturas. Desde sus modestos comienzos con 40 alumnos, hace 98 años, hasta los actuales, que son más de 3.400, "el Falla", como lo conocen alumnos y docentes, incluye un Plan Niños, carreras de grado de canto e instrumentos, a las que se suman otras carreras de composición, dirección coral y dirección orquestal. Últimamente se incorporaron las especialidades de etnomusicología, producción musical didáctica, tango y música folclórica, jazz (esta tecnicatura fue la primera pública), música antigua y la Diplomatura Superior en Música Contemporánea. No menos impresionantes son los músicos que pasaron por la institución, ya sea como docentes o como alumnos. Carlos Guastavino, Juan Francisco Giacobbe, Roberto García Morillo, Alfredo Rossi, Virtú Maragno, Rodolfo Caracciolo, Jacobo Ficher y Sebastián Piana son sólo algunos de aquellos.
 Es de esperar una pronta solución al reclamo estudiantil, que es el reclamo también de toda la sociedad.

                                                         Marta Romero








FUNDACIÓN MICROJUSTICIA EN BALVANERA

Fundación Microjusticia en Balvanera
Av. Rivadavia 2437


El acceso a la Justicia para los sectores más postergados y la acción solidaria




Lamentablemente en los tiempos que corren, a muchos sectores les está vedado, por una dificultad económica, contratar a un abogado cuando por diversas circunstancias necesitan hacerlo. Por ello, con el fin de facilitar el acceso a la Justicia para todos, surgió en 2010 la Fundación Microjusticia Argentina (FMA), cuya base rectora es “empoderar legalmente a personas en situación de vulnerabilidad social y jurídica, educando y concientizando sobre derechos y obligaciones”. Sus fundadores fueron estudiantes de Derecho y abogados recién recibidos. La sede central está ubicada en Balvanera –Rivadavia 2437–, un espacio cedido por la microfinanciera FIE Gran Poder, que solventa la mayor parte de las actividades de la entidad. Sin embargo, son pocas las consultas que se reciben en dicha oficina, ya que la labor se desarrolla fundamentalmente en barrios populares como villas o asentamientos. En este momento, hay treinta puntos de atención; cada día se trabaja en un barrio diferente de la ciudad. Además, la fundación cuenta con sedes en Salta y Jujuy.





La entidad brinda asesoramiento legal gratuito en distintas áreas o deriva el caso a patrocinios gratuitos especializados. Se abordan temas referidos al Derecho de Identidad: se orienta a la gente indocumentada para que obtenga su documento, se realizan rectificaciones de partidas de nacimiento por vía judicial, se encara el problema de las inscripciones tardías. Por otra parte, FMA también se aboca a muchos casos relativos al Derecho Migratorio: obtención del documento para los migrantes, expulsión del país, radicación provisoria, temporal o permanente, nacionalizaciones y naturalizaciones.
En cuanto al Derecho Tributario, se ayuda a los beneficiarios a tramitar el monotributo, los ingresos brutos, la habilitación de un local, las cooperativas, el régimen de empleadas domésticas. Otras áreas tratadas son el Derecho de Familia (divorcios, tenencias, guardas, acuerdos de alimentos, adopciones), la Seguridad Social y la problemática de las usurpaciones.
La tarea de la institución se cimenta en una acción mancomunada con otras organizaciones de la sociedad civil, organismos del Estado, empresas y universidades. La Directora Ejecutiva de la fundación, Alejandra Martínez, que ingresó como voluntaria a fines de 2011, nos amplía al respecto: “Trabajamos muy de la mano con otras organizaciones, conformamos redes donde las entidades que trabajan en los barrios detectan determinadas problemáticas para las que se necesita recurrir al Derecho, y es en ese momento cuando nos contactan y nos ponen en vinculación directa con el beneficiario. Es un boca a boca: empezamos a trabajar en un barrio y nos reclaman en otro. También trabajamos con comedores y escuelas de arte”.
En relación a los organismos del Estado, se cuenta con la invalorable cooperación del Ministerio de Justicia, el Ministerio Público Fiscal –que cede las oficinas que posee dentro de las villas–, el Ministerio del Interior, la Defensoría del Pueblo de la Nación, las Defensorías locales y los Registros Civiles.
FMA se vincula con las empresas a través de Programas de Responsabilidad Social Empresaria: se invita a sus abogados a trabajar un día al mes en la entidad. Asimismo, los estudiantes de Derecho a punto de recibirse pueden desarrollar su tesis y su práctica profesional en la fundación, acompañados por tutores legales matriculados. En la actualidad participan de la iniciativa la Universidad Austral y la Universidad Siglo XXI. Próximamente, se sumará la Universidad de la Marina Mercante.
El staff de FMA está compuesto por siete personas. Los voluntarios, quienes atienden a la gente, son cincuenta. El Programa de Voluntarios está especialmente dirigido a estudiantes de Derecho, aunque también pueden incorporarse abogados recién recibidos o cualquier abogado que disponga de tiempo para colaborar. Consiste en el trabajo ad honorem de seis horas semanales durante un semestre, con el apoyo de un tutor profesional de la fundación.
La institución no recibe ningún subsidio estatal; se gestiona gracias a donaciones de abogados recibidos que se fueron a vivir al exterior, donaciones de universidades o microfinancieras como FIE o Alumbra. “Es complicado sostenerse –admite Martínez– pero ponemos mucho corazón y alma en lo que hacemos. Todos los que trabajamos acá amamos hacerlo, creemos que éste es el camino. Darles una herramienta a las personas para que puedan acceder a sus derechos es fundamental para una sociedad más justa. Hacemos lo que podemos”.
Respecto al balance que puede realizarse de estos siete años de funcionamiento de FMA, su directora afirma: “Lo más importante es haber logrado que mucha gente sepa que tiene derecho a tener derechos sin que la condición económica sea un obstáculo para acceder a ellos. En ese sentido, la fundación hizo un gran trabajo. Uno ve que la gente crece en su propio derecho, adquiere un derecho y después va por más, quiere mejorar su calidad de vida y eso a nosotros nos llena de orgullo”.
Quien desee colaborar con la entidad puede llamar al 15 4979-7900 de 10 a 15 o enviar un mail a consultas@microjusticiaargentina.org.

                                                                      Laura Brosio