viernes, 31 de mayo de 2019

LA MASACRE DE AVELLANEDA


26 de junio de 2002
La masacre de Avellaneda



La masacre de Avellaneda”, así es como se conoce a la brutal y desproporcionada represión de la manifestación del 26 de junio de 2002 donde fueron asesinados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, además de herir a 90 personas, más de 30 con balas de plomo, y arrestar a otras 150. Aquel instante marcó una situación clave en la historia social y política del país, donde los medios de comunicación fueron protagonistas, ya que las fotos de los reporteros gráficos fueron determinantes en la investigación.
Esta masacre no fue un exceso policial, fue un plan político organizado para acallar y disciplinar al pueblo.
Cada 26 junio diferentes organizaciones políticas y sociales se reúnen en los actos que conmemoran aquella represión y asesinatos.


ESTADO DE SITUACIÓN

Los años 2001 y 2002 fueron para una gran parte de la sociedad argentina, una etapa de grandes desilusiones originadas en una profunda crisis económica y un conjunto de promesas incumplidas por parte del fracasado gobierno de la Alianza. Esta desilusión agravada por la situación económica, generó una aguda crisis política que llevaría tiempo superar. Se habían confiscado los ahorros en los bancos por parte del ministro de Economía Domingo Cavallo, estableciendo lo que pasó a la historia como “el corralito. En las jornadas del 19 y 20 de diciembre del año 2001, la Plaza de Mayo se convirtió, en pocas horas, en el epicentro del reclamo, donde el “Que se vayan todos” resonó con fuerte indignación. Las fuerzas de seguridad no estuvieron a la altura y la represión no tardó en llegar. El resultado fueron 39 personas muertas por la policía durante las dos jornadas entre ellos, nueve menores.


Tras la renuncia de Fernando De la Rúa y su huida en helicóptero desde la casa de gobierno, se precipita el período conocido como la semana de los cinco presidentes”: es elegido para ejercer el cargo máximo del Poder Ejecutivo, Eduardo Alberto Duhalde. Lo que la sociedad esperaba del nuevo gobierno era una respuesta a la crisis económica expresada en una creciente desocupación, la inmovilidad de los depósitos y las dificultades para el financiamiento del Estado junto a una reversión de la inestabilidad política que se hacía evidente a través de violencia callejera, las dificultades para designar autoridades interinas y las críticas de la ciudadanía a los dirigentes políticos.
Duhalde asume en un marco de ilegitimidad de origen bastante pronunciado que deberá revertir en la medida de sus posibilidades, de manera urgente. En el plano político, su objetivo fue la reconstrucción de la autoridad legítima para lo cual apeló a la búsqueda amplia de consensos. En este sentido, al extendido respaldo partidario inicial que tenía en la Asamblea Legislativa, intentó sin éxito, sumar apoyos en la sociedad civil tratando de consensuar un programa político a desarrollar.
Sin embargo el problema de legitimidad política, aunque importante en términos institucionales, no era de los más acuciantes ante los problemas de índole económica y de orden social que requerían atención urgente y eran determinantes de la suerte del gobierno.


En el aspecto económico Duhalde se enfrentaba a tres problemas graves: decidir qué hacer con la denominada Convertibilidad, una ley que establecía la paridad uno a uno entre el peso y el dólar; qué hacer con el corralito, es decir con la prohibición de retirar los depósitos bancarios por parte de los ahorristas y cómo poner a la economía en el camino del crecimiento. Respecto del primer problema, su ministro de Economía Jorge Remes Lenicov sugirió, y así se hizo, derogar la Convertibilidad estableciendo una paridad de un dólar a uno con cuarenta de la moneda local, con lo que los ahorristas perderían un 40% de sus ahorros.

LOS HECHOS DEL PUENTE PUEYRREDÓN Y LA ESTACIÓN AVELLANEDA

En aquel marco de la crisis varias organizaciones planearon una movilización masiva para el 26 de junio de 2002, cuyas consignas eran: aumento general del salario, una duplicación de 150 a 300 pesos y de 50 a 100 de los subsidios para los desocupados, más alimentos para los comedores populares y solidaridad con la fábrica ceramista Zanón, ante el peligro de ser desalojada. Cuando la columna de manifestantes llegó al puente Avellaneda, ya se encontraba en el lugar un fuerte operativo de las fuerzas de Seguridad impidiendo el acceso a los principales puentes de ingreso a la ciudad de Buenos Aires, logrando así su aislamiento geográfico por su frontera sur. Así y todo, los manifestantes fueron desalojados del lugar violentamente por efectivos de la Policía Federal, la Policía de la provincia de Buenos AiresGendarmería Nacional y Prefectura Naval Argentina.





El MTD (Movimiento de Trabajadores Desocupados) no logró cortar el Puente Pueyrredón,  siendo desalojados previamente por la policía provincial. Entre ellos se encontraban dos jóvenes activistas: Maximiliano Kosteki (22 años, de la ciudad de Guernica) ​y Darío Santillán (21 años, de la ciudad de Lanús).
Aquel desalojo y la ensañada persecución a los manifestantes hasta la estación Avellaneda dejó un saldo de 90 personas heridas, más de 30 con balas de plomo y más de 150 arrestados. En la feroz represión y cacería de militantes participaron las policías Federal y Bonaerense, además de la Prefectura y la Gendarmería.
Maxi y Darío llegaron muertos al Hospital de Fiorito. En la estación de Avellaneda Maxi había sido baleado en el pecho; Darío volvió a socorrerlo, la policía lo cercó y al tratar de huir recibió un disparo en la espalda. Ambos pertenecían al Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón. Ese día en coordinación con otras organizaciones, iban a cortar cinco accesos rápidos a la Capital Federal en una apuesta para demostrar su unidad y capacidad de movilización. Al MTD, por su fuerte presencia en el sur, le tocaba cortar el Puente Pueyrredón. Allí, más de cinco mil personas reclamaban mejoras en las condiciones de los subsidios, insumos para centros de salud y escuelas, desprocesamientos de luchadores sociales y el fin de la represión.
Una cámara del noticiero de Canal 7 filmó el instante en que dos efectivos de la policía provincial dispararon sobre los manifestantes,​ que en ese momento se encontraban separados del resto de la manifestación en desbandada. También existen varias fotos del fotógrafo independiente Sergio Kowalewsky y del fotógrafo del diario Clarín, Pepe Mateos ​ Esas evidencias resultaron clave en el curso de la investigación.


LA INVESTIGACIÓN, LAS CONDENAS Y LA IMPUNIDAD

El 27 de mayo de 2005 comenzó el juicio y el 9 de enero de 2006 se leyó la sentencia del Tribunal Oral nº 7 de Lomas de Zamora. Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta fueron condenados a cadena perpetua por doble homicidio y siete tentativas de homicidio. El comisario Félix Vega y los principales Carlos Quevedo y Mario De la Fuente fueron sentenciados a cuatro años de prisión por encubrimiento agravado. Los otros dos acusados de encubrimiento, el oficial Gastón Sierra y el cabo Lorenzo Colman, fueron condenados a tres y dos años de cárcel, respectivamente. El ex policía Celestino Robledo recibió la pena de diez meses por “usurpación de autoridad”, ya que actuó en la represión aunque ya no era policía. Además, se iniciaron causas a los funcionarios Carlos Soria, Jorge Vanossi y Oscar Rodríguez por falso testimonio.
 La causa contra los responsables intelectuales y políticos de planificar la represión estuvo a cargo del juez Ariel Lijo y el fiscal designado fue Miguel Ángel Osorio. Pero nunca se avanzó más allá de las cuestiones formales y en el año 2010, a pedido del fiscal, se archivó la causa. La lucha de los familiares y de las organizaciones sociales lograron reactivarla en el 2014, aunque permanece cajoneada.
Los familiares de las víctimas y el Frente Popular Darío Santillán piden que llamen a declarar a Eduardo Duhalde, quien en ese entonces era presidente de la Nación; al ex gobernador bonaerense, Felipe Solá; al secretario de Seguridad, Juan José Álvarez; al ex jefe de Gabinete bonaerense, Alfredo Atanasoff, y a Carlos Ruckauf, entre otros. Ninguno de ellos nunca realizó la mínima autocrítica por aquellos actos reñidos con la democracia y los derechos humanos.

“De la rebeldía del mundo.
Acaso para que el mundo y nuestras vidas
no murieran del todo.
O, mejor dicho,
para resucitarnos.
La mano de Darío más bella que nunca
porque ahora esa mano era de todos,
como un inviolable, feroz y dulce deseo…”
Vicente Zito Lema

El Senado de la Nación convirtió en ley el proyecto que le cambia el nombre a la estación de trenes de Avellaneda del ferrocarril Roca, por el de "Darío Santillán y Maximiliano Kosteki". Un merecido homenaje a la inmolación de estos dos jóvenes.

                                  Miguel Eugenio Germino

Fuentes:





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