jueves, 31 de octubre de 2019

EL HISTÓRICO PLEBISCITO EN URUGUAY


30 noviembre de 1980: plebiscito constitucional en Uruguay
Principio del fin de la dictadura cívico-militar


 El plebiscito constitucional de 1980 fue una consulta popular realizada en Uruguay el 30 de noviembre, convocada por la dictadura cívico-militar que gobernaba el país, con el objetivo de crear un régimen constitucional que legitimara al gobierno de facto y sustituyera la Constitución de 1967. La propuesta fue rechazada por la población por un 57% de los votos válidos lo que, a la postre, desencadenó el proceso de apertura democrática, que terminó con aquella dictadura.


Antecedentes

Muchos golpes militares se perpetraron en el mundo con diferentes excusas, para lo que vale “la pregunta del millón”: ¿con qué derecho los militares se arrogan la facultad de ser los custodios finales de las democracias?
Siempre estos golpes tuvieron una solapada o directa participación civil, especialmente de los grandes factores de poder, que mantenían una “falsa custodia” de lo bueno y lo malo para los pueblos.


EL COMIENZO DEL FIN DE LA DICTADURA EN URUGUAY
           América latina se convirtió en el siglo XX en un campo de experimentación de estos golpes que siempre estaban, de una forma u otra, respaldados por el Imperio que se creyó dueño del llamado “su patio trasero”, alentando y desestabilizando a gobiernos que por su contenido rozaran sus intereses omnímodos.
Estos golpes vinieron a sustituir su anterior política de intervención militar directa para sacar y poner gobiernos títeres de sus políticas, también con la complicidad de sectores internos que previamente “desestabilizaran” a los gobiernos elegidos por los pueblos.
Argentina, Uruguay, Brasil y casi todos los países de la región, sufrieron este flagelo, que al día de hoy continúa en un proceso de grave disputa.
El tiempo transcurrido en los primeros años del siglo XXI, marcó una inflexión que parecía definitiva en favor de la democracia, la justicia social y un retroceso imperial, que tiene su punto más elevado en el año 2005 con el “No al ALCA”, cuando Venezuela, Brasil y Argentina se impusieron ante el proyecto imperialista norteamericano y lograron derrotarlo en la IV Cumbre de las Américas celebrada en Mar del Plata (Argentina), los días 4 y 5 de noviembre de 2005.
Chávez, Lula y Kirchner derrotaron al ALCA. Toda una hazaña histórica que sepultó las pretensiones del plan imperialista que amenazaba nuestra región. “ALCA… al carajo”, fue la frase del comandante Chávez que marcó, junto a Fidel en Cuba, el inicio del ALBA (Alternativa Bolivariana para América latina y el Caribe), una propuesta de integración enfocada para los países latinoamericanos y caribeños que pone énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social.
Sin embargo, el gran potencial de reservas del Imperio logrará revertir aquellos tiempos de gloria y reaparecerá nuevamente su mano para “poner orden” en las ovejas que amenazaban con descarriarse.
Así se dan nuevos “golpes” pseudo institucionales a través de los parlamentos y/o jueces genuflexos, logrando doblegar la voluntad de los pueblos en su ruta por la libre determinación, la justicia social y una América libre de las garras de su opresor históricamente más encarnizado: los EE.UU.
Así se suceden “golpes institucionales” en Paraguay, Brasil, Honduras y Ecuador, y en otros países se recurre al fraude más descarado manipulando la voluntad popular.





El caso de la República Oriental del Uruguay

Anteriormente, hacia 1973, y teñido del mismo estilo, se produce en el Uruguay una variante para burlar la voluntad popular.
Juan María Bordaberry tendrá cierta celebridad fuera de las fronteras de Uruguay por haber pasado de ser de presidente constitucional a dictador, en junio de 1973. Aunque no inventó el autogolpe, cometido en su caso con las Fuerzas Armadas, desde entonces se habla de “bordaberrización” para caracterizar a ciertos regímenes tutelados por los militares.
Bordaberry disolvió el parlamento, suspendió las libertades civiles, ilegalizó los partidos políticos y las organizaciones sociales para dar comienzo a la dictadura cívico-militar que duró hasta 1985.
 La dictadura que surge de aquel engendro ensayará otra nueva táctica, “legitimar la dictadura mediante elecciones”.
 El 15 de mayo de 1980, percibiendo agotado el proceso dictatorial, el presidente de facto dirigió al presidente del Consejo de Estado un anteproyecto de Constitución, con el objeto de que procediera a acomodar una nueva Constitución que se someterá a ratificación popular de acuerdo con los principios que emanen de las pautas formalmente consagradas en los propios documentos emitidos por la dictadura.
Sin embargo, no hubo más noticias al respecto hasta el mes de octubre, cuando se reunió un órgano que se denominó "Asamblea Constituyente", designado por la dictadura. Ningún partido político tuvo participación alguna. Ese órgano aprobó un proyecto el 31 de octubre, publicado el 1º de noviembre, en el mismo mes en que se lo iba a plebiscitar.


El proyecto dictatorial

El propósito que se perseguía con el proyecto era crear un régimen permanente tutelado y controlado por los mandos militares, que se manifiesta en numerosas disposiciones que contrastaban por completo con las tradiciones políticas del país: si se aprobaba el plebiscito, no tendría ningún efecto durante 12 meses y medio, hasta febrero y marzo de 1982. Hasta entonces las autoridades seguirían ejerciendo su poder sin ninguna restricción.
Un año después del plebiscito, en noviembre de 1981, se celebrarían elecciones, en las condiciones siguientes:
- Podrían participar únicamente los partidos políticos autorizados, que eran tres (Partido Nacional, Partido Colorado y el Partido católico "Unión Cívica").
- Los partidos participantes tendrían que ponerse de acuerdo previamente en un candidato único a presidente, común a todos ellos. Los ciudadanos, por lo tanto, estarían obligados a votar pero sin poder elegir.
Lo que el plebiscito aprobaría no sería solamente el texto de la Constitución propuesta, sino que junto con ella quedarían convalidados los "Decretos Constitucionales" dictados por la dictadura desde el golpe de Estado de 1973, y también los que se dictaran en el lapso ya mencionado de 14 meses y medio. De este modo la ciudadanía, aprobando la Constitución, daría su asentimiento a cualquier norma que la dictadura quisiera imponer todavía en ese tiempo. Se eliminaba la inamovilidad de los funcionarios públicos, se condicionaba la reglamentación del derecho de huelga (que había sido regulada por la dictadura en términos absolutamente restrictivos mediante normas que quedarían convalidadas) a la iniciativa del Poder Ejecutivo y la aprobación parlamentaria por mayoría calificada.
 Toda una aberración jurídico-institucional jamás vista antes en la historia de los procesos dictatoriales ensayados en Latinoamérica.
 La consulta se haría mediante papeletas por el Sí y el No a la reforma constitucional plebiscitada. La ciudadanía en cambio interpretó el planteo del proyecto de Constitución como un sí o un no al gobierno de facto.
Si bien no hubo disposiciones oficiales que prohibieran la propaganda a favor del NO en los medios de comunicación, ésta prácticamente no existió. La expresión opositora se manifestó fuertemente a través de volantes, pegatinas y el "boca a boca", sobre todo estos medios utilizados por la izquierda que, con los militantes que aún estaban libres y los que habían salido de prisión poco tiempo antes realizaron un trabajo clandestino y muy arriesgado en favor del repudio de la dictadura.


El plebiscito

El domingo 30 de noviembre se realizó ordenadamente el plebiscito de 1980. Los militares estaban convencidos de que la opción por el Sí triunfaría por amplio margen, eufóricos de antemano, permitieron que se televisase el recuento de votos. Algunos días antes de la votación, la empresa Gallup había adjudicado un 60% de la intención de voto al Sí. Las papeletas por el Sí estaban impresas en color celeste y las del No en color amarillo.
Para sorpresa del mundo entero, el corolario fue un rotundo triunfo del No a la propuesta constitucional del gobierno, que hubiese significado institucionalizar el militarismo y su tutela del sistema político.
 Por el Sí votaron 707.118…… (el 42,80%)
 Por el No votaron 945.176…… (el 57.20%)
 En blanco o nulos 37.130 y la participación fue récord un 86.86% .
Toda una lección anti dictatorial de un pueblo acostumbrado a la democracia.


El final de la dictadura

La derrota en el plebiscito fue el inicio del proceso de restablecimiento de la democracia. A comienzos de julio de 1981 se inició un diálogo entre la Comisión de Asuntos Políticos de las Fuerzas Armadas (Comaspo) y los representantes de los partidos Colorado, Nacional y Unión Cívica. Se negoció un Estatuto de los partidos políticos, básicamente entre el Partido Colorado y los militares. Tras arduas negociaciones y como consecuencia de un acuerdo, no del todo santo, el gobierno convocó a elecciones el 25 de noviembre del mismo año, en las cuales fue elegido presidente Julio María Sanguinetti del Partido Colorado, quien asumió el 1º de marzo de 1985. No fue sencillo restaurar la institucionalidad democrática en un país diezmado por años de dictadura, mano férrea, encarcelamientos y represión.


Una semejanza con la situación actual en Latinoamérica

 Tras la noche oscura de gobiernos autoritarios, antidemocráticos y/o consagrados mediante fraudes directos o encubiertos, renacen las esperanzas, a partir de las elecciones en Argentina del 27 de octubre. Éste será el punto inicial de la restauración de la década añorada del No al ALCA, del ALBA, de un Mercosur justo y equitativo, de una nueva época de justicia social, democracia verdadera, y por sobre todo desprendiéndose de las garras del Imperio del Norte y de los condicionamientos del FMI.
 Es un nuevo amanecer, que no es poca cosa, hay esperanzas y hay reservas democráticas y populares para lograrlo.

 Miguel Eugenio Germino


Fuentes:
-https://kellogg.nd.edu/sites/default/files/old_files/documents/145_0.pdf




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