JULIO IRIGOYEN "TENOR DE ALMAGRO"

 Carisma y entrega, la fórmula imbatible de un auténtico artista

Aunque parezca increíble, la agobiante y aciaga cuarentena por la pandemia del coronavirus también tiene su lado positivo, ya que les regaló a los vecinos de Almagro algunas postales entrañables, como ver y escuchar al cantante Julio Irigoyen ensayando en su balcón. Fueron cuarenta días seguidos en los que Julio –por sugerencia de su mujer– colocaba los equipos afuera de su departamento y realizaba esplendorosos recitales para los numerosos y entusiastas “espectadores” que se agolpaban abajo a apreciar sus dotes vocales. Así comenzó a ganar cierta popularidad y los vecinos lo bautizaron como “El tenor de Almagro” porque culminaba sus shows cantando un tema lírico. Sus referentes en el canto, que define como “inalcanzables”, son Luciano Pavarotti y el tenor mexicano Rolando Villazón.

               EN UNA DE SUS PRESENTACIONES

¿Quién es Julio Irigoyen? Nacido en Temperley, desde hace varios años vive en Almagro. Siempre se dedicó al comercio –ahora es empleado administrativo– pero a los 50 dio un vuelco a su vida cuando un hecho imprevisto le puso el canto en su camino. “Hace doce años que empecé a cantar, justo cuando nació mi hijo. Un día a mi mujer se le dio por regalarle a una sobrina mía que yo le cantara en la iglesia. Ahí decidí ir a aprender un poco de respiración como para no pasar papelones. Mi mujer ya me había comprado algunas clases para mi cumpleaños. Así arranqué, tomé más clases de respiración, de técnica y a partir de ese momento seguí cantando. Hice un curso de tres años en la escuela de Sebastián Mellino, ubicada en Almagro. Cuando empecé a tomar clases, me enganché mucho, me empezaron a pasar muchas cosas por dentro, me sirvió de terapia. Aprendí a sacar muchas cosas de adentro que tenía guardadas hasta que me ‘picó el bichito’ y quedé prendado del canto”, explica el artista.

Desde ese comienzo casi casual, Julio recorrió un extenso y provechoso sendero. En 2016 editó un CD de música romántica y al año siguiente lanzó De todos los tiempos, con clásicos de la talla de El hombre del piano, El viejo Matías, Penumbras, Honrar la vida, Y cómo es él, Naranjo en flor, Nostalgias, entre otras joyas de la música.

Asimismo, realizó importantes espectáculos musicales. En 2009 produjo y participó en Allá va mi amor, una obra romántica-cómica-musical, junto a Lázaro Fried y Alejandro Casas. En 2014 integró el elenco de Pasos de amor en el Teatro El Nacional, pieza que tenía como director de coros al maestro Gerardo Gardelín, y al año siguiente fue dirigido por Juan Rodó en Phantom, el musical –basado en la novela El fantasma de la Ópera, de Gastón Leroux– en el Teatro Del Globo.

Una de las jornadas más emocionantes de su trayectoria fue la del 7 de diciembre de 2010 cuando, después de pasar por cuatro rondas de castings, tuvo el honor de cantar junto a Valeria Lynch en un Teatro Gran Rex colmado, en el recital de cierre de temporada de la gran cantante. Al final del tema que interpretaron –Fuera de mi vida– la gente aplaudió de pie y vivó a Julio con todas sus fuerzas. Aun hoy, después de tanto tiempo, a Julio le brotan las lágrimas al recordar ese momento que califica de “grandioso”. Su actuación fue brillante, no se dejó amilanar por estar frente a una figura de la magnitud de Valeria. Al contrario, cantó como siempre, con una garra y un sentimiento inefables que hacen poner la piel de gallina. Su sello distintivo: la expresividad y la entrega al máximo.

En este momento, los martes, jueves y sábados a la tarde, Julio ofrece un show interactivo y virtual desde su casa, en vivo –y gratis–, por Facebook e Instagram. El cantante interactúa con la gente, que le envía mensajes, siempre elogiosos, le pide temas y él los canta. Como “público” presencial nunca faltan su mujer, su hijo, su cuñada, su suegra y su perro Hipólito, bautizado así en consonancia con el apellido familiar. Julio se conmueve al evocar el caso de una persona que le pidió que cantara el Ave María en homenaje a su padre que había fallecido dos días antes y al cual no había podido despedir. A su vez, es contratado para actuar en eventos como cumpleaños, casamientos, fiestas empresariales o ceremonias religiosas, en forma online, por Zoom o Google Meet. Quien lo contrata puede arreglar previamente con Julio los temas que desee que cante.

               CON VALERIA LYNCH EN EL GRAN REX

Llama la atención la amplitud de su repertorio: canta temas melódicos, románticos, tangos y ópera. Generalmente cierra el recital con un tema lírico o un tema alegre como La bamba. Se escuchan desde A mi manera, Adagio y La viuda alegre hasta canciones de José Luis Perales, Ricardo Montaner, Jorge Rojas, Sandro, el Chaqueño Palavecino, Andrea Bocelli, y tangos como Yira, yira, Garganta con arena, Tinta roja, Balada para un loco y un Adiós Nonino sublime, muy sentido.

Cuando se le pregunta cómo elige su repertorio, responde así: “Yo canto temas cuyas letras me traigan algo. No canto un tema porque esté de moda sino porque la letra me dice algo, me mueve algo adentro. Si no siento lo que canto, no puedo trasmitir nada. A mí me gusta que la gente cuando escucha pueda sentir un poco de lo que yo estoy sintiendo cuando canto. Es lo mejor que a uno le puede pasar, ver que cuando uno canta al espectador se le cae una lágrima por un recuerdo, porque se acuerda de sus padres o de un momento en especial. Es un ida y vuelta, una energía que cuando el espectador me la puede devolver a mí, se potencia cada vez más. Es hermoso”.

Julio está profundamente agradecido a los almagrenses, que le demuestran su afecto en todo momento, y a su club de fans –Las Julitas–: “Adónde voy, vienen conmigo, son geniales, infaltables, están siempre”, comenta.

Laura Brosio