20 de octubre de 1938 - 28 de enero de 2021
Músico y compositor salteño, nos dejó a sus 82 años. Integrante de
la que seguramente fue la mejor formación de Los Fronterizos, entre los
’50 y los ’60; cantor y compositor comprometido entre los ‘60 y los ‘70;
exiliado entre los ‘70 y los ‘80; mentor y representante de Soledad Pastorutti en los ’90. Con vocación latinoamericana, fe en la poesía,
instinto de productor, Isella atravesó la música argentina en distintas épocas,
con espíritus variables y desde distintos lados del mostrador.
Adhiere fervorosamente a los postulados del Movimiento del Nuevo Cancionero,
que habían lanzado Armando
Tejada Gómez (1929-1992), Mercedes Sosa (1935-2009), Oscar Matus y
otros artistas mendocinos en 1963. En esa nueva línea artística, en 1968, lanzó su primer álbum solista llamado Estoy
de vuelta, que incluye temas como la bellísima "Zamba
para no morir" de Hamlet
Lima Quintana, y también la conocida "Milonga
triste", de Homero Manzi y Sebastián
Piana.
Nos dejó un legado de canciones que hicieron
historia: Canción con todos, Canción de la ternura, Canción de las simples cosas, Canción de lejos, El mundo prometido a Juanito Laguna,
Fuego en Anymaná,
Hombre en el tiempo,
La mamancy,
Resurrección de la alegría y
Triunfo agrario (todas
en colaboración con Armando Tejada Gómez); Canción para despertar a un negrito (con
Nicolás Guillén);
Canto a la poesía (con
Víctor Heredia);
Crónica de un semejante (con
Hamlet Lima Quintana); Noticia para viajeros (con
Julio Cortázar);
Patria dividida (con
Pablo Neruda).
En 1990 la Unesco declaró a “Canción con todos” –que desde su creación ha sido traducida a más de treinta idiomas– “Himno de América latina”. Es la obra por
la que más se lo recordará y tal vez la que más lo representa.
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