viernes, 3 de noviembre de 2023

EDUARDO GALEANO Y LA FRANJA DE GAZA



GAZA
Por Eduardo Galeano

Para justificarse, el terrorismo de Estado fabrica
terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería
de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará
multiplicarlos.

Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación
perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus
tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus
gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar, son castigados. Gaza está
siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin salida, desde que Hamas ganó
limpiamente las elecciones en el año 2006. Algo parecido había ocurrido en
1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las elecciones de El Salvador.
Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala conducta y desde entonces
vivieron sometidos a dictaduras militares. La democracia es un lujo que no
todos merecen.
Son hijos de la impotencia los cohetes caseros que los
militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con chambona puntería sobre
las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación israelí usurpó. Y la
desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la madre de las bravatas
que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos sin ninguna eficacia,
mientras la muy eficaz guerra de exterminio está negando, desde hace años, el
derecho a la existencia de Palestina. Ya poca Palestina queda. Paso a paso,
Israel la está borrando del mapa.

Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van
corrigiendo la frontera. Las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa.
No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva. Hitler invadió Polonia
para evitar que Polonia invadiera Alemania. Bush invadió Irak para evitar que
Irak invadiera el mundo. En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha
tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos siguen. La devoración se
justifica por los títulos de propiedad que la Biblia otorgó, por los dos mil
años de persecución que el pueblo judío sufrió, y por el pánico que generan los
palestinos al acecho.
Israel es el país que jamás cumple las recomendaciones ni
las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata las sentencias de
los tribunales internacionales, el que se burla de las leyes internacionales, y
es también el único país que ha legalizado la tortura de prisioneros. ¿Quién le
regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con
que Israel está ejecutando la matanza de Gaza? El gobierno español no hubiera
podido bombardear impunemente al País Vasco para acabar con ETA, ni el gobierno
británico hubiera podido arrasar Irlanda para liquidar a IRA. ¿Acaso la
tragedia del Holocausto implica una póliza de eterna impunidad? ¿O esa luz
verde proviene de la potencia mandamás que tiene en Israel al más incondicional
de sus vasallos?
El ejército israelí, el más moderno y sofisticado del mundo,
sabe a quién mata. No mata por error. Mata por horror. Las víctimas civiles se
llaman daños colaterales, según el diccionario de otras guerras imperiales. En
Gaza, de cada diez daños colaterales, tres son niños. Y suman miles los
mutilados, víctimas de la tecnología del descuartizamiento humano, que la
industria militar está ensayando exitosamente en esta operación de limpieza
étnica.

Y como siempre, siempre lo mismo: en Gaza, cien a uno. Por
cada cien palestinos muertos, un israelí.

Gente peligrosa, advierte el otro bombardeo, a cargo de los
medios masivos de manipulación, que nos invitan a creer que una vida israelí
vale tanto como cien vidas palestinas. Y esos medios también nos invitan a
creer que son humanitarias las doscientas bombas atómicas de Israel, y que una
potencia nuclear llamada Irán fue la que aniquiló Hiroshima y Nagasaki.

La llamada comunidad internacional, ¿existe?
¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y
guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados Unidos se ponen
cuando hacen teatro?
Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía mundial se luce una
vez más. Como siempre, la indiferencia, los discursos vacíos, las declaraciones
huecas, las declamaciones altisonantes, las posturas ambiguas, rinden tributo a
la sagrada impunidad.
Ante la tragedia de Gaza, los países árabes se lavan las
manos. Como siempre. Y como siempre, los países europeos se frotan las manos.

La vieja Europa, tan capaz de belleza y de perversidad,
derrama alguna que otra lágrima mientras secretamente celebra esta jugada
maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre europea, pero
desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a los
palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son, antisemitas.
Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta ajena.

EDUARDO GALEANO, EL POETA Y ESCRITOR URUGUAYO MURIÓ EL 13 DE ABRIL DEL AÑO 2015 - EL PUEBLO PALESTINO CONTINÚA PADECIENDO SU PROPIO HOLOCAUSTO
 



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