miércoles, 1 de mayo de 2024


                                       Gardel en Venezuela en su última gira

2ª etapa de la gira de Carlos Gardel y su comitiva - 1935

 

Ya estando en Venezuela, después de unos días de descanso reparador, el 10 de mayo de 1935, desde el Teatro Rialto –en funciones de tarde y noche– se despide del público de Caracas, para emprender luego un recorrido por algunas ciudades y localidades de Venezuela.

El 12 de mayo se presentan en el Teatro Municipal de Valencia; el 18 arriba del vapor “Libertador” a Maracaibo, donde realiza dos actuaciones, una vespertina, en el Teatro Baralt, y una nocturna en el Teatro Metro.

El día 20, canta en el Circo Internacional de Cabimas, y el 22 retorna a Maracaibo, donde ofrece dos audiciones como de despedida del pueblo venezolano.

El 23 de mayo, en la nave “Medea” llega a Curazao (isla holandesa de las Antillas Menores). Sus habitantes, que hablan una mezcla de holandés, inglés y español, reciben a Gardel y su comitiva con gran alborozo, llamándole “patrón”. Se alojan en el hotel Americano y su presentación ante el público se produce el sábado 25 en el Club Círculo en dos funciones, tarde y noche, que vuelve a repetir el domingo 26 con gran éxito, en el teatro céntrico de Willemstad, en función vespertina.


                                                     Gardel en Venezuela en su última gira

Ya, el 28 de mayo, arriba a la isla petrolera de Aruba mediante un viaje en una embarcación motorizada muy pequeña y su comitiva lo hace en un avión trimotor “Fokker” de la compañía “Royal Maatschappy Airlines”. Como acotación es bueno hacer notar que este viaje realizado en una embarcación, vía marítima, ¡demuestra el temor que le tenía Gardel a los aviones! En esa isla se produce una única actuación vespertina en un improvisado auditorio al aire libre.

Para el regreso a Curazao, tal vez convencido por sus amigos, realiza su primer viaje aéreo, en el mismo avión que lo habían hecho sus compañeros, arribando en horas de la noche. Allí debieron esperar cinco días en aguardo de la nave que los ha de trasladar a Barranquilla.

A esta altura de la gira, y por la sofocante temperatura que reina en las zonas que van visitando los viajeros, se viven jornadas que se tornan agotadoras, sobre todo para Gardel, quien, tras el cansancio de los viajes, debe soportar el asedio constante de sus admiradores, algo que lo alegra pero que, al cumplir largas actuaciones ante insistentes auditorios que le piden más y más, sabe que era el precio que debía pagar por ser “el Embajador del Tango” por su enorme prestigio y popularidad.

De esta manera, ya dejan Venezuela para viajar a Colombia, pero eso ya es junio de 1935.

Hasta entonces.

 

Héctor Rebasti

hectorrebasti@gmail.com




 

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