miércoles, 31 de julio de 2024

EL BARRIO Y SAN MARTIN


El barrio, Plaza Almagro, San Martín y el ajedrez

 


Esta historia sucedió hace muchos años. El protagonista era un joven del barrio llamado Pedro, que amaba jugar al ajedrez con su abuelo de 82 años en la Plaza Almagro, que siempre fue refugio de jugadores de los trebejos y conserva un busto de San Martín en su centro, también experto en el tema. Hace más de 50 años, su médico personal lo incentivó a jugar, porque le decía que en el tablero se coloca la concentración, el pensamiento lógico, la toma de decisiones, la creatividad, entre otros beneficios y también el de alejar el Alzhéimer. Y parece que no se equivocó. Se pasan horas jugando al ajedrez.

Volviendo a Pedro, un día se puso a lustrar las piezas de madera de nogal, estaba tan cansado que se quedó dormido, entonces las piezas aprovecharon para estirarse, para correr por todo el tablero y hablar entre ellas. Y así fue como en el centro del tablero se reunieron el rey, la reina, las dos torres, los dos alfiles, los dos caballos y los ocho peones. La reina propuso que los alfiles y las torres se coloquen en algunas de las dos puntas del tablero para avisar si Pedro despertaba. “No –gritaron los 4 al mismo tiempo–, queremos distraernos nosotros también”. “Bueno, mientras tanto nosotros vamos a trotar por el tablero pasando por los 64 casilleros –dijeron los caballos– estamos cansados de movernos dos casilleros en dirección horizontal o vertical y otra en dirección perpendicular”.

Las torres más tranquilas tomaron lápices de colores y fueron formando dibujos moviéndose en líneas rectas por las columnas y filas del tablero. “¿Los podemos acompañar? –dijeron los alfiles–, nosotros estamos cansados de movernos sobre las diagonales y siempre por casillas blancas o negras”.

Los peones estaban tristes, sentían que su función no era reconocida por sus compañeros, además observaban cómo las otras piezas hablaban de sus movimientos. “Parece que nos están denigrando, nosotros solo avanzamos hacia adelante, nunca podemos retroceder. ¡Para que servimos!” “Momento –dijo la reina–, sin ustedes no tendríamos quien nos defienda. Quien bloquee el paso de nuestros enemigos para cuidarnos a nosotros. Claro que no pueden retroceder si nosotros estamos atrás. Además, ustedes son los primeros que se mueven para comenzar la partida”.

“No reina –dijo unos de los peones–, es usted quien protege al rey”.

“¡Bueno basta! –gritó el rey–. Somos un equipo. Todos juntos, los 16, debemos estar para empezar cada partida, entre todos facilitamos el cumplimiento de nuestro objetivo que es derrocar al rey contrario. Motivarnos entre nosotros en cada avance que hacemos y sobre todo en la creatividad de cada uno de ustedes. Si uno de ustedes va faltando en el tablero de a poco me van a ir dejando solo y nuestro enemigo cantará ¡jaque mate!”.

“Con estrategia y creatividad venceremos” –dijo el alfil.

“Shhh –dijo un peón– que no nos escuche Pedro y volvamos a nuestros puestos”.

Amigos lectores, aquellos que tengan en sus casas un tablero de ajedrez, piensen que tal vez de noche las piezas salen a conversar entre ellas. Y aprovecho también para contarles que este 17 de agosto conmemoramos los 174 años del fallecimiento del General San Martín, los lectores ya conocerán su trayectoria militar, además educó correctamente a su hija Merceditas, fue un gran abuelo y vivió mentalmente estable hasta los 72 años, algo inusual para esa época. Pero hay un dato no muy conocido, el ajedrez fue su pasatiempo favorito, con él desarrolló su capacidad para analizar cada batalla, la toma de decisiones que luego aplicaría en su vida cotidiana, y el barrio y nuestra plaza Almagro fueron depositarios de esa escuela.

Lucas D. Giannotti

Periodista





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