EDUARDO
(TATO) PAVLOVSKY Y EL TEATRO BABILONIA
Allí
conocí a Tato, un actor, director y dramaturgo argentino que hacía sus
maravillas en el tablado. Eduardo Pavlovsky, el popular Tato, había nacido el
10 de diciembre de 1933 y se había graduado como
médico psicoterapeuta. Hacia 1960 Pavlovsky introdujo el psicodrama, una técnica
psicoterapéutica que consiste en hacer que los pacientes representen en grupo,
como si se tratara de una obra de teatro, situaciones relacionadas con sus
conflictos, con el objetivo de que tomaran conciencia de ellos y los pudieran
superar. Pavlovsky entonces se volvió un
gran referente del teatro argentino, al aunar sus
conocimientos profesionales y su amor por
las tablas y convertirse en pionero de esta técnica en toda América Latina, que usó como terapia grupal sumamente creativa.
En la primera parte de la década de 1970 sorprendió con El señor Galíndez,
gran éxito teatral que muestra la imagen de un torturador inmerso en la normalidad de lo
cotidiano. Su realidad consiste en mantener vivo un
engranaje, seres que obedecen ciegamente las órdenes, sin saber por qué
ni para qué. Solo una voz en el teléfono dará a conocer las misiones que
encomienda a sus hombres.
La
obra describe la tortura política y la
dimensión psicológica del torturador, que realiza su "trabajo" sin
que nadie lo perciba, y mantiene en forma paralela una
vida "normal".
La
historiadora Silvina
Jensen
recuerda la importancia
que tuvo El señor Galíndez, al decir: “La continuidad represiva antes y después del
golpe militar queda de relieve en la experiencia de Pavlosvky. La primera señal
de peligro fue la bomba en el Teatro Payró en noviembre de 1974, donde se
representaba El señor
Galíndez, y destaca la autora que a pesar de ello,
Pavlovsky no renunció a lo que definía como su “militancia cultural”.
En 1977 estrenó Telaraña, un alegato contra el fascismo instalado en la familia,
obra que la dictadura primero procedió a prohibir
por considerarla un atentado a la moral, pero después, no satisfecha con ello,
mandaría a allanar la casa y el consultorio de Pavlovsky, que pudo eludir a los
grupos de tareas huyendo por los techos. El exilio fue la única opción del dramaturgo. En 1978, vía Uruguay y
Brasil, sale del país para terminar recalando en
Madrid, donde prosiguió su carrera teatral con éxito.
Autor de una veintena de obras teatrales y
de 15 libros de teoría sobre procesos de creación, Tato fue un actor de fuste y
fuente de inspiración para actores noveles. Entre
sus creaciones más celebradas se encuentran Potestad y La
muerte de Marguerite Duras. Desde 2013 mantenía en cartel en Buenos Aires Asuntos
pendientes, obra que además de autor
lo tenía como protagonista.
En su
trayectoria de más de 50 años recibió numerosos premios, entre ellos el Life Achievement Award que entrega en
Miami el Festival Internacional Hispánico de Teatro, en 2014.
Pero Pavlovsky no se limitó
al teatro, sino que también desarrolló una prolífica carrera en cine,
en las películas El santo de la espada (1970) de Leopoldo Torre Nilson, Los
herederos (1972) de David Stivel y El exilio de Gardel (1985) de
Pino Solanas, entre otras. Nos dejó el
domingo 4 de octubre último, víctima de un paro cardíaco, a los 81 años.
Marta Romero
Me encanto ser parte en la asistencia corporal para la puesta en escena de El señor Galindez que se ensayo´en Caliban y se repuso en Babilonia.Un honor.Laura Preguerman
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