lunes, 31 de enero de 2022

EL ASESINATO DE JULIO CESAR FUMAROLA

 

5 DE FEBRERO DE 1974

Secuestro y asesinato de Julio César Fumarola


 


“…Todos nosotros creíamos en el arte y en el amor

mientras los cipayos mataban y torturaban.

En oscuras oficinas pergeñaban, con un simple

bolígrafo de 20 centavos el latrocinio,

cómo cesantear ilusiones…”

Alfredo Carlino

 

Julio César, vecino de Balvanera, como lo conocían los amigos, familiares y compañeros de militancia, fue óptico, fotógrafo calificado, reportero gráfico y por sobre todo un apasionado militante social que no dejó de denunciar durante su corta vida de apenas 32 noviembres, las injusticias del régimen.

No podría el sistema perdonarle la osadía de rebelarse. Fue secuestrado en una larga noche del 5 al 6 de febrero de 1974 por un comando uniformado al servicio de la Triple A que, bajo el amparo de una “zona liberada”, actuó cobardemente. Julio César fue torturado y brutalmente asesinado en Ezeiza con cerca de 100 balazos, saña que dificultó su identificación.

 

 

         FOTOS: RECUERDOS DE SU HIJA MARIELA

EL HOMBRE

 

Julio César fue un reportero gráfico y militante social, que vivió y actuó en el barrio de Balvanera, primero desde la izquierda, luego desde el peronismo más combativo, pero siempre lo hizo convencido de la justeza de su lucha, la que terminó con su vida.

Trabajó en diferentes publicaciones, además de ser dirigente de la Asociación de Periodistas de Buenos Aires, antes de que ésta se conformara en la actual UTPBA (Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires).

Su secuestro se produjo en la noche del 5 de febrero de 1974, en su estudio fotográfico ubicado en pleno centro porteño, y su cadáver, con signos de haber sido sometido a torturas y acribillado a balazos, fue hallado a la madrugada siguiente en los bosques de Ezeiza.

El asesinato de Fumarola es considerado el primer crimen cometido por la banda parapolicial Triple A, que dio cuenta oficial de su nacimiento meses después con el asesinato del abogado y militante Rodolfo Ortega Peña.

Julio César había nacido el 14 de noviembre de 1941, en el barrio de Balvanera, en una casa de la calle 24 de Noviembre 167. Se inició como óptico en la farmacia Santa Ana, entonces ubicada a una cuadra y media de su casa, en 24 de Noviembre y Rivadavia, esquina SO, lugar en el que hoy se levanta la sucursal de un banco.

Conoció a Ana María Matheu (hija de un reconocido militante gremial) en 1964, con quien se casó el 8 de febrero de 1967, matrimonio del que nacieron sus dos hijos, Leonardo y Mariela.

 

                     FOTOS: RECUERDO DE SU HIJA MARIELA
 

EL MOMENTO POLÍTICO

 

El tercer gobierno del General Juan Domingo Perón estuvo marcado, desde su comienzo, por una intensa puja entre la derecha “ortodoxa” dominada por López Rega más la burocracia sindical por un lado, y por el otro la izquierda conocida como la “tendencia”, integrada por sectores juveniles que adherían a Montoneros y a la Juventud Trabajadora Peronista.

El 1º de mayo de 1974, con dos palabras: "imberbes" y "estúpidos", Perón rompió lazos con aquella "juventud maravillosa" a la que encomiaba desde el exilio y que, desde finales de los años sesenta, se había convertido en protagonista de la resistencia que luchó durante dieciocho años por devolverlo al país.

Montoneros pasó a la clandestinidad mientras López Rega (“El Brujo”) se volcaba a producir un baño de sangre, hostigando y asesinando a las figuras más destacadas de la resistencia. Actores, escritores, cantantes y científicos se vieron obligados a partir al exilio o encubrirse en la clandestinidad para preservar su vida. Simultáneamente, se iba deteriorando la frágil salud de Perón, al tiempo que se sucedían atentados de uno y otro lado.

Mientras tanto acechaba una crisis mundial denominada entonces “del petróleo”, y el país se desbarrancaba definitivamente tras la muerte de Perón el 1º de julio de 1974. Sobrevendría “el Rodrigazo” y la fuga de López Rega protegido por Isabel, influencia que ocupará el llamado “entorno” de su secretario privado Julio González.

El Operativo Independencia, autorizado por María Estela Martínez en 1975 en Tucumán, dirigido por los generales Acdel Vilas y Domingo Bussi, estuvo determinado a aniquilar el “accionar subversivo” y se extendió a todo el país en el breve interinato de Italo Luder.

Hombres desprestigiados pasaron a ocupar puestos claves, como Ivanisevich en Educación, Ottalagano en la Universidad y Gómez Morales en Economía. Pero no fue suficiente, la situación ya no tendría retorno, el golpe de Estado se produce el 24 de marzo de 1976, oficializará a la Triple A, convirtiéndola en Política de Estado.

Lo que vendría después es otra parte de la historia, con secuestros, torturas y treinta mil desaparecidos, ¡porque sí, fueron 30 mil!

 

               SU ESPOSA EN LA INAUGURACIÓN DE LA PLAZA
 

EL HOMBRE Y EL POLÍTICO

 

“…Con Julio César caminábamos y caminábamos,

hacia el corazón del alba.

Sosteníamos diálogos maravillosos hasta altas horas,

ambos regresábamos a través de los siglos,

de la antigua pasionalidad greco-calabresa.

Éramos argentinos, hijos del sur italiano.

Creíamos en la aurora como la posibilidad

de encontrar pájaros y encantamientos…”

 

Así lo recordaba Alfredo Carlino, poeta y también militante del barrio. Difícil es despegar al hombre del entorno social en que se mueve. El antiguo café San Martín (luego Alabama, y hoy desaparecido) de Rivadavia y Urquiza, se convertiría en escenario de jugosas tertulias en las que se mezclaban la política, el arte y la filosofía. Allí confluían Julio César, Alfredo Carlino, Norberto Barleand y otros jóvenes del barrio, y también Juan Carlos Coral, el líder del Partido Socialista Argentino (PSA) con sede en Urquiza y Alsina.

 Julio César fue un luchador social que militó desde muy joven en el Sindicato de Carboneros, de Venezuela y Catamarca, y en el de Canillitas, de Belgrano y Matheu; allí organizaba a los jóvenes desde la actividad teatral.

Anduvo junto a Carlos, Cristina, Daniel y Fernando Naferrate, y a una barra de otros jóvenes impetuosos. Al final de la noche era común encontrarlo en Pipo (fideos, tuco y pesto), con tango, aunque su condición de periodista lo acercaba más al rock que al rumbo de aquella barra.

Estudió Farmacia en la UBA, donde ayudó a crear el Centro de Estudiantes, con sede en Cochabamba al 2800; posteriormente se formó la Comisión de Ópticos, de la que también fue directivo.

Adhirió al Partido Comunista donde militó durante muchos años. A fines de 1964 vendió la óptica y viajó a Europa con el fin de perfeccionarse en lo que fue más tarde su pasión: la fotografía.

Estudió composición y fotografía artística en Suiza y fotografía color en Milán, donde llegó a dirigir un laboratorio de la especialidad.

Pero su vida estaba en Buenos Aires, en su barrio, al que regresaría en 1966 para dedicarse de lleno a su arte, en el que aplicó todos los recursos técnicos que trajo de Europa, muchos aún no conocidos en el país.

Colaboró como reportero gráfico en varias publicaciones, entre ellas, la revista Siete Días. Pero nunca se desvinculó de su compromiso social, presente siempre en sus imágenes que mostraban, por ejemplo, la cara oculta de las villas miseria que ya proliferaban en Buenos Aires y a las que los medios masivos prestaban escasa importancia, salvo en noticias policiales.

Dictó cursos y seminarios en el Instituto Superior de Imagen y Sonido, en Leandro Alem casi esquina Sarmiento, donde también fue encargado del Estudio de Fotografía que allí funcionaba.

Trabajó para Fotografía Universal, una de las revistas técnicas especializadas más famosas de la época. Para entonces da un giro en su línea política, acercándose a los sectores revolucionarios del peronismo combativo, que bregaban por “la Patria Socialista”.

Estableció su propio laboratorio fotográfico en la calle 25 de Mayo 611, lugar que, después de su separación matrimonial, fue también su domicilio.

 

 

                        EXPOSICION Y MURAL EN LA PLAZA


EL SECUESTRO

 

“…Y crecíamos creyendo en la mañana,

en un mundo perverso y de canallas.

Con Julio César, inocente y limpio

como las nubes,

un día de pronto no salimos más

ni supe de sus melodías.

Ya no volvió a preguntar,

por el hacer ahora.

Su cadáver estalló en los diarios,

con cien balas,

sin que pudiéramos creerlo…”

 

Ocurrió en la madrugada del 6 de febrero de 1974, en su laboratorio de la calle 25 de Mayo, cuando el grupo secuestrador se presentó para consumar la infamia.

No existen muchas precisiones al respecto, pero según versiones de algunos testigos, recogidas por el Diario Clarín, en el momento en que se lo llevaban, mientras ofrecía tenaz resistencia, se acercó un patrullero policial, que fue rápidamente disuadido de actuar por los secuestradores con la lacónica frase: “Son cosas nuestras”. No caben dudas de que estaban actuando en una “zona liberada” para la Triple A.

Ya en Ezeiza continúa la misma fuente varios hombres descienden de un coche, entre ellos Fumarola con los ojos vendados y las manos atadas a la espalda. Lo obligan a arrodillarse y enseguida recibe casi un centenar de disparos.

El crimen jamás fue esclarecido, nunca se logró encauzar los hechos en una verdadera investigación, para dilucidarlos. Del estudio del fotógrafo, clausurado durante mucho tiempo, desaparecieron valiosas cámaras y otros elementos. Este caso guarda similitud con el posterior de José Luis Cabezas. Algunas versiones hablan de ciertas fotografías comprometedoras que el régimen no podía tolerar.

La Triple A fue el ensayo general para el macabro plan criminal que se desataría a partir del 24 de marzo de 1976.

 

 

PLAZA FUMAROLA

 

Si bien el crimen de Julio César nunca fue esclarecido hasta el momento, los vecinos de Balvanera lograron que una plaza, la que ellos cimentaron, con sus propias manos y esfuerzo, a la que habían llamado “Del Mientras Tanto” en la calle Perón, entre Jean Jaurés y Anchorena, lleve su nombre. Allí se fijó una placa conmemorativa, también se colocó una baldosa frente a la casa que fuera su domicilio, en 24 de noviembre 167, donde posteriormente vivió el poeta y escritor Alfredo Carlino hasta su fallecimiento, sitio que convirtió en una abundante biblioteca personal al servicio del barrio y los amigos.


Norberto Barleand lo recuerda en su poema: “La plaza, el barrio, tu nombre”.



a Julio César Fumarola

 

Jóvenes en los caminos del tiempo,

primeras fábulas

antes del despojo,

de los asesinos entonando el himno de la muerte.

 

Tragedia que propuso la bestia,

azotó el aire

sembró un puerto de horrores sin destino.

 

Y tu muerte, Julio César,

cruel, agazapada,

no quebró la sonrisa ni el futuro

 

Recuerdo ese pequeño lugar de la tertulia,

el San Martín en Rivadavia y Urquiza,

donde los pájaros volaban entre escombros,

el mundo era un abanico de profetas,

nosotros,

gitanos del suburbio

con ritmo de aventura y bandoneón.

 

Diecinueve de noviembre,

celebramos tu cumpleaños

 

en la plaza,

la que lleva tu nombre,

la que armaron los vecinos, compañeros, amigos,

el barrio, todo,

 

y tus hijos,

queridísimos gigantes,

 

un festejo

sin luto, ni llanto

con música y globos hacia el cielo

para refractar la foto en las alturas

 

Muchos años de ausencia,

vigentes en la fuerza de tu grito

que aun resuella en el túnel de la calle Ecuador

alumbrando la vida.

 

 

¡Hasta siempre Julio César!

¡Fumarola Presente!!!


                                Miguel Eugenio Germino

 

 Fuentes:

- Carlino, Alfredo, Réquiem para Julio César Fumarola, poesía, 2007.

- Germino, Miguel E., El Parque de la Estación en su entorno…, Cicus, 2019.

- Periódico Primera Página nº 124 de noviembre de 2004; 141 de junio del 2006; nº 149 de marzo 2007; nº 156 de octubre de 2007 y nº 166 de septiembre de 2008.

- https://revistaharoldo.com.ar/nota.php?id=205

- https://www.otrabuenosaires.com.ar/homenaje-a-julio-cesar-fumarola/

 

Agradezco la colaboración de los vecinos: Ana María Matheu, Atilio Olivero, Isaac Silberstein, Alfredo Carlino, Norberto Barleand, y otros que acercaron abundante información.




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