martes, 8 de abril de 2008

EDITORIAL AL Nº 161 ABRIL 2008




“Piquete evangelista corta la Av. 9 de Julio y piquete terrateniente corta las principales rutas del interior del país. ¡No fueron reprimidos!, en cambio sí lo fueron los cartoneros que acampaban en el barrio de Belgrano”.

El mediático misionero evangelista Luis Palau, de la Evangelistic Association de Portland EE.UU., de gira por nuestro país, realizó dos presentaciones en plena Plaza de La República. Se fotografió con autoridades locales como Gabriela Michetti y la diputada nacional macrista (también evangelista) Cynhtia Hottón, y posó junto a López Murphy, entre otras figuras políticas de la enhiesta local, y lamentablemente también con la propia Presidenta Cristina.
Se puede deducir del hecho que al gobierno de Macri le sobraban razones para que los porteños escucharan el mensaje de fe del mítico predicador, el mismo que cultivó amistades con sanguinarios dictadores latinoamericanos como Hugo Banzer (Bolivia) y Efraín Ríos Montt (responsable del asesinato de 100.000 guatemaltecos y la desaparición de otros 40.000), y con George Bush, de quien aplaudió la catastrófica invasión a Irak.
Insólita figura la de un supuesto religioso que avala la violencia, la guerra y el crimen y al tiempo anima a nuestra adolescencia a apartarse de la droga. ¿Habrá pretendido decir que la mayoría de nuestros jóvenes son adictos?
De todas maneras, el uso del espacio público que para Rodríguez Larreta “no es negociable”, fue claramente negociado y abusado, nada menos que por este siniestro personaje, que al preguntársele sobre quién financió su pomposo acto respondió: “Con los diezmos”. ¿Serán los mismos diezmos (casi 10 millones de dólares) con que la Iglesia del Reino de Dios compró el predio de la única plaza pública que pretende poseer el barrio de Boedo, o tal vez son los aportados por George W. y Cía.?
Otros que a su vez abusaron del “espacio público” fueron los popes ruralistas (ahora denominan así a los terratenientes), muchos de ellos, “ilustres” apellidos herederos de las tierras que Julio Argentino Roca despojara a los pueblos originarios.
Encabezados por el “ruralista” Luciano Miguens, Presidente de la Sociedad Rural, vociferan, aúllan y braman, expeliendo espuma blanca por la boca, contra las retenciones móviles a la exportación de granos anunciadas por el Gobierno. Vale recordar que en los últimos tiempos éstos se incrementaron en su valor internacional en más del 50%.
Los mismos que ayer se apropiaron de las tierras y hoy pretenden abusar de su explotación son los que cortan rutas y obstruyen caminos a puro tractorazo, para que no les toquen sus privilegios.
A estos grandes señores poco y nada les importan los consumidores locales que se ven obligados a pagar a precios internacionales el aceite, la leche, el pan y la carne, y más cuando no les conviene a sus faltriqueras, plantan soja en lugar de criar vacas. ¡Toda una anarquía!
Los jubilados recibieron sólo un 7.5% de aumento para hacer frente a dichos abusos, ¡toda una salvaje contradicción!
Algo funciona muy mal en el país y hay que arreglarlo urgente. El Gobierno debe contar con herramientas firmes para hacer frente a tamaño despropósito. Habría que rescatar un decreto firmado por Edelmiro Farell, que en los albores del gobierno peronista creó por el Decreto 15350 del 28/5/1946 el Instituto Argentino de Promoción e Intercambio, más conocido como “IAPI”.
Este organismo, que actuaba bajo la órbita del Banco Central recientemente nacionalizado, además de promocionar la calidad de los frutos obtenidos en el país, se encargaba de comprar los cereales, las carnes y derivados a los productores, fijando un precio justo, para luego venderlos en el exterior por cuenta del Estado, para beneficio de la comunidad.
En una palabra, hay que hablar claro: se debe nacionalizar el mercado externo, así como también los depósitos bancarios, a fin de terminar de una vez por todas con la mezquina especulación financiera.
Si hoy ladran los terratenientes y predican los recaderos del imperio es porque algo nuevo está ocurriendo en América Latina que les produce jaqueca a los grandes intereses locales y extranjeros y no es precisamente Dios quién los manda.
Hasta la Próxima

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