sábado, 5 de julio de 2008

BAIZÁN: REMATADOR Y CARNAVALERO



HERMENEGILDO BAIZÁN: REMATADOR Y CARNAVALERO

De la vida del antiguo rematador de Balvanera, Hermenegildo Baizán, se conoce muy poco. Había nacido en Navarra (España) entre los años 1839 y 1840 y falleció en Bueno Aires a los 53 años, el 19 de junio de 1892.

Ya en nuestro país comenzó su trayectoria comercial en 1862, afincó pronto su negocio de martillero en la esquina de Moreno y Pichincha, en una casona en la que a su vez vivía, a metros de la amplia quinta conocida como “Jardín del Pensamiento”. En ese apacible rincón donde abundaban los durazneros, más tarde se levantaría el Mercado Spinetto.

Pero otra faceta anidaba en Baizán: la de Carnavalero, que lo llevó a convertirse pronto en un ferviente propulsor del carnaval en el barrio. También se destacó como Rematador, por el singular estilo en que redactaba sus avisos de venta: nada de guardar las formas gramaticales, ortográficas o de sintaxis; empleaba expresiones poco ortodoxas, matizadas con giros del lunfardo.

Las ofertas de su mercancía constituían pintorescas y extravagantes historias de enfermedades, desengaños amorosos y otros padecimientos que supuestamente afectaban a sus clientes para tener que vender a bajo precio sus propiedades. Este ingenioso recurso provocaba al menos la curiosidad y el interés de los lectores.

Por aquella época Balvanera y Almagro se transformaban, como resultado del loteo de las grandes quintas existentes en el cinturón un tanto alejado del centro. Este proceso se aceleraría con la inauguración de las primeras líneas de tranvías en 1868, por entonces a caballo; el eléctrico recién recorrería las calles en 1897.

BAIZÁN REMATADOR

Vale reproducir textualmente algunos de aquellos memorables avisos publicitarios, como el aparecido en La Prensa del 28 de febrero de 1880, que anunciaba el remate de cuatro lotes esquina en el barrio:

En estos negocios se van a poner las botas, porque el dueño se va a retirar de Buenos Aires bastante enojado, porque en lo mejor que estaba por casarse, la novia se le ha echado para atrás diciéndole que no se casa porque el padre no quiere que se case con un hombre petizo y que no pudiéndose hacerse estirar las piernas para parecer más alto, se ha dispuesto apretarse el gorro para donde nadie sepa de él. Es la única venganza que toma, así es que está dispuesto a quemar los terrenos por lo que le den…

Otro aviso, en el mismo diario, del domingo 12 de enero de 1890, con motivo del remate de dos lotes en la calle Lezica entre Gascón y Rawson decía:

La venta será liberal porque a más de la situación tirante por que atravesamos, el dueño tiene que partir en busca de salud que por un descuido se le ha separado de su cuerpo, es un hombre que se ha encontrado en las primeras batallas que han tenido en Italia, sin que la herida más leve haya hecho nido en su cuerpo y aquí, por haber dormido con los pies destapados, se ha echado a perder, por que está aprobado que el médico que erra la cura es peor que bala de cañón.

En oportunidad de la venta de cuatro lotes situados en la calle Estados Unidos y en la Avenida Independencia, exponía:

Los dueños están enfermos y venden porque los médicos los mandan a Europa, por supuesto que pagando ellos el viaje, porque si lo pagase el médico se guardaría muy bien de meterse a dar semejantes consejos, porque dice el refrán que los consejos no ayudan a pagar, es una idea preciosa la de los facultativos la de voraciar con la plata agena. La verdad es que los pobres por hacer caso al médico van a sacrificar sus terrenos por lo que le den.

En otro anuncio del 28 de febrero de 1890, para el remate de tres propiedades en la zona del Mercado de Abasto, explicaba:

Estas propiedades se van a quemar porque el dueño acaba de llegar de Europa para liquidarlas aunque sea por la mitad de su valor, este hombre que es extranjero cometió la imprudencia de casarse con una criolla medio achinada, que en este carnaval andaba en una comparsa vestida de libertad, por supuesto fue contra la voluntad de su esposo, el primer día se les hizo humo a las compañeras se fue a bailar con corte a uno de los teatros para lo cual ya estaba convenida con un criollo que para bailar no se mueve de su puesto, pero que menea todo el cuerpo, las demás noches a hecho lo mismo siempre cambiando de compañero, por esa razón el marido vende por lo que le den y se lo aprieta para Nápoles, si te he visto no me acuerdo, a la porra abanico que se viene el invierno; los que compren se pondrán panzones.

Todos los avisos de Baizán tenían las mismas características, salvo algunos pocos remates judiciales que debían guardar seriedad, pero éstos ya tenían precios desinflados y eran de por sí negocio.

BAIZÁN CARNAVALERO

El carnaval apareció en un suburbio vestido de arpillera.

Una murga errante, constituida por los herederos del compadraje,

le salió al encuentro redoblando en las latas vacías una copla

picaresca aprendida en el baldío…”

Enrique González Tuñón

El carnaval en el Río de la Plata tiene una larga historia de festejos paganos un tanto agresivos, excesos que le valieron distintos períodos de reglamentaciones y prohibiciones y que lo colocaron al margen de la ley, con el beneplácito de las jerarquías eclesiásticas que siempre lo miraron de reojo. Así ocurrió durante la Colonia, el Virreinato y tras la Revolución de Mayo.

Fue siempre un largo tira y afloje por parte de quienes ansiaban dar rienda suelta a las euforias contenidas, con el tradicional juego del agua que muchas veces provocaba lesionados y hasta heridos, en verdaderas batallas campales.

Por decreto del 22 de febrero de 1844 se prohibió para siempre el carnaval, pero nuevamente fue autorizado diez años después, y tras un período de relativa calma resurgió el festejo violento.

En 1880, Hermenegildo Baizán martillero se interesó particularmente por el carnaval en Balvanera, y se encargó de solicitar permiso para organizar un corso en la calle Moreno, desde Pichincha (esquina de su domicilio) hasta Lorea (hoy Sáenz Peña). A partir de ese año se produce un cambio -al menos durante las semanas del carnaval- en el perfil pueblerino que por entonces conservaba aquel sector del barrio. Baizán llegó a pavimentar de su peculio el camino del corso, encargándose además de instalar las luces y los adornos que engalanarían el recorrido, así como de conseguir la participación de murgas y comparsas, que le dieron brillo a aquél que fue el primer corso de Balvanera.

Por aquella época habitaban la zona negros y mulatos que participaban de diferentes conjuntos carnavaleros, animando el espectáculo con coloridos candombes, aunque muchos otros conjuntos eran formados por blancos, tiznados sus rostros con corcho quemado y en el mejor de los casos con betún.

La casa de Baizán se convertía durante los festejos en el centro logístico del Corso, tanto fue así que se utilizaban sus patios y salones para los ensayos.

Así, durante años, Baizán cumplió aquella doble función de un particular rematador y un apasionado murguero, entrando a la historia de Balvanera para ponerle una nota de color y evocar una época de negros y candombes, como lo hizo más tarde en sus versos Héctor Pedro Blomberg:

Abuelita Dominga era muy vieja

y vivía en el barrio de los candombes.

Del Carnaval de Rosas no se olvidaba

al cantar esta copla roja de amores…”

Miguel Eugenio Germino

FUENTES

-http//www.sentimientoboemio.com.ar/158carnaval.htp

-Periódico Primera Página, Nº 60 Enero-Febrero, Buenos Aires, 1999.

-Puccia, Enrique H., Breve Historia del Carnaval Porteño, Cuadernos de Buenos

Aires, 1974.

-Puccia, Enrique H., Historia del Carnaval Porteño, Academia del Lunfardo, 2000.

-Razónico, A. Carlos, Historias de Buenos Aires, Nº 10, julio 2001.

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