sábado, 7 de marzo de 2009

CUADERNOS CON NOMBRES GRABADOS A FUEGO


ANDREA FASANI Y SU OBRA PARA LA MEMORIA


La artista visual Andrea Fasani sabe lo que implica transformar una experiencia atroz en una obra creativa y vital. Militante de la Juventud Peronista en 1978, en plena dictadura militar, fue secuestrada y torturada en un centro clandestino de detención durante 45 días. Ese suceso la movió a abocarse desde hace varios años a indagar en la relación entre el arte y la memoria. Así, en 2006 comenzó a presentar la instalación “30 (Treinta)”, que todavía continúa: se trata de cuadernos, simplemente cuadernos, algo en apariencia tan sencillo pero con una carga simbólica enorme. Dedicados a homenajear a las víctimas del terrorismo de Estado, cada uno de ellos lleva un número que corresponde a un desaparecido. La autora nos brinda detalles: “Son los cuadernos Gloria tradicionales, de 24 hojas, en los cuales la banderita recorre la palabra, y donde intervengo la portada con el número 30 y abajo los tres ceros: 30 por ese aniversario del golpe y los tres ceros por los 30.000. En la portada también va la foto del desaparecido con su nombre y fecha de desaparición, y el número del cuaderno. En la segunda hoja aparece el nombre en forma manuscrita, luego repetido hasta el final”. El proyecto, basado en los recordatorios de desaparecidos publicados desde mediados de los noventa en Página 12, nació como una necesidad interna de la artista, quien los fue acumulando hasta tener un profuso archivo.

Según Fasani, en la muestra todo encierra un significado. Se eligió el cuaderno Gloria debido a la connotación de dicha palabra y a la combinación de la bandera argentina con el color naranja que, frente a un tema tan nefasto de nuestra historia, adquiere una potencia particular. Además, es un cuaderno popular y familiar, usado por varias generaciones hasta hoy. Se optó por el de 24 hojas, con relación al 24 de marzo.

Fasani explica cuál es el motor de la obra: “La instalación se funda en el concepto de que los cuadernos sean como una piel de memoria que pueda recubrir veredas, calles, espacios internos y espacios públicos. Asimismo, la idea es individualizar a los desaparecidos, sacarlos de un número, sacarlos del 30.000. Esto es importantísimo, porque eran personas, tenían una vida, una historia. Es rescatarlos de una estadística para asignarle a cada uno de ellos un cuaderno. La exhibición tiene un marco sonoro (diseñado por dos compositores) que está basado en el sonido de las lapiceras al escribir, más repeticiones de nombres. Treinta (30) es un trabajo en progresión: hasta ahora llevo hechos 1730 cuadernos y para el 24 de marzo voy a tener 2000, es decir, el proyecto continúa”.

La muestra tiene carácter interactivo. En muchas ocasiones, los cuadernos están disponibles para los asistentes, quienes buscan en los dos listados expuestos -por orden alfabético y por número-, eligen uno y comienzan a escribir. “Cuando empecé a elaborar la idea me di cuenta de que jamás la iba a poder llevar a cabo sola. Por lo tanto, invito al público a escribir el nombre y el apellido del desaparecido una y otra vez. Pienso que en esa acción uno lo imprime en la memoria. La instalación es dinámica, me invitan permanentemente de diferentes lugares y se creó toda una red alrededor de mi obra, porque al ver que un familiar no está incluido, mucha gente me envía la foto”, manifiesta la artista.

El trabajo de Fasani se exhibió en Plaza de Mayo, en Facultades de la UBA y del Conurbano, en centros culturales y de la Memoria, así como en actos de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, convocando y emocionando a numerosos concurrentes. La iniciativa fue alcanzando a la gente del interior: llegó a Bahía Blanca y Río Gallegos, con una notable repercusión. En general, asisten muchos docentes secundarios con sus alumnos, lo cual propicia charlas esclarecedoras. En las Facultades los estudiantes participan con gran interés. Fasani va a seguir presentando 30 (Treinta) en sitios emblemáticos de todo el país. Existe la posibilidad de hacerlo en el ex centro clandestino La Perla, en Córdoba.

El recorrido de los cuadernos se coronó el 2008 en el solar de la Iglesia de la Santa Cruz, en San Cristóbal el 8 de diciembre, aniversario del macabro operativo efectuado en ese lugar en 1977, en el cual Alfredo Astiz y un grupo de tareas de la ESMA secuestraron a nueve familiares de desaparecidos que venían reuniéndose allí, entre ellos, la monja francesa Alice Domon y algunas Madres de Plaza de Mayo. Con un rostro entre estremecido y desencajado, la artista rememora ese momento: “Para mí, exponer ese día y en ese solar, donde descansan los restos de la monja Léonie Duquet y tres de las mujeres secuestradas aquel 8 de diciembre, fue muy conmocionante”. No es para menos, por un instante los asistentes habrán tenido la ilusión de que la vida podía ganarle la batalla a la muerte.


Laura Brosio

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