miércoles, 2 de enero de 2013

EL AUTOMOVIL ELÉCTRICO



Llegó la época de la movilidad eléctrica
AUTOMÓVILES, CAMIONES, ÓMNIBUS



En el pasado tuvimos en Buenos Aires ómnibus de transporte de pasajeros accionados por motores eléctricos que recibían la energía desde una red y se alimentaban mediante dispositivos flexibles llamados troleys, razón por la cual se los bautizó trolebuses. No los hemos tenido en Almagro, y sí en Balvanera: una sola línea con terminal en Plaza de Miserere.
Eran vehículos limpios, silenciosos; no contaminaban el aire. Corridos de Buenos Aires por Álvaro Alzogaray so pretexto de su torpe andar, aún circulan en las ciudades de Rosario y Mendoza. Su larga vida útil y el hecho de no consumir derivados del petróleo, influyeron mucho para que fueran desterrados de nuestra ciudad.
El cambio climático, la contaminación del aire y la contaminación sonora de la ciudad y su conurbano, por ende de Almagro y Balvanera, han llegado a su límite. Cada vez mayor cantidad de microómnibus queman gas oil, envenenan con componentes cancerígenos provenientes de los gases de escape y, por si fuera poco, también lo hacen con dióxido de carbono y metano, gases llamados de “efecto invernadero” y que son culpables del calentamiento global, que es a su vez la causa del cambio climático.
En un artículo anterior (ver “Caos Climático”, Primera Página nº 213) hemos señalado en forma inequívoca los catastróficos efectos del proceso de calentamiento global y suscribimos la expresión de Peter Hughes sobre que “la transición de matriz energética de ‘sucia’ a ‘limpia’ será más rápida si antes se encuentran soluciones para el transporte automotor”. Esas soluciones marchan de la mano de la tecnología, con los vehículos eléctricos modernos, capaces de circular ágilmente en el endiablado tráfico.
Cada caso tiene una salida diferente. El usuario que va y viene de su trabajo en automóvil, puede cargarlo mediante las potentes baterías de Ión Litio durante la noche en el garaje de su vivienda, con un cargador. Distinto es el caso de aquel auto que debe recorrer grandes distancias sin recargar: para esta exigencia se han diseñado vehículos híbridos, con potentes baterías que accionan el motor eléctrico y celdas de hidrógeno que las recargan continuamente. En este caso se trata de una solución óptima pues descarga vapor de agua, con lo cual no contribuye a provocar el “efecto invernadero”. Si por el contrario el móvil es un taxi o remis, o un camión, o también un microómnibus, hay para ellos híbridos de baterías eléctricas y celdas o motores de combustión interna asistidos por otro motor eléctrico montado sobre un eje. Ambos consumen metano (GNC), con un residuo de gas de “efecto invernadero” mucho menor que en los convencionales actuales. En todos los casos se usan baterías de Ión Litio, que funcionan y están construidas con el mismo principio que el de los celulares de última generación, que filman y fotografían, de duración tolerable entre recargas. Los primeros vehículos eléctricos no contaban con estas nuevas baterías.
Esta realidad no excluirá inmediatamente a los vehículos convencionales. Se estima que para el año 2020 habrá un parque automotoreléctrico de 20 millones de unidades. Algunos optimistas hacen ascender la cifra a 200 millones para el mismo año, ello obligaría a reestructurar buena parte de la industria automotriz actual, lo que requerirá financiación, la que vendrá como resultado del aumento del consumo popular.
El primer automóvil eléctrico fue el EV1, de General Motors. Lanzado en 1996, era exclusivamente a batería y, curiosamente, no se vendían sino que se alquilaban. Pagó cara su osadía: el fabricante, después de cierto tiempo no renovó los contratos y en consecuencia recuperó las unidades. Este brutal hecho se produjo cediendo a la presión de los intereses petroleros que veían peligrar una importante porción de mercado. Las fotos adjuntas muestran una vista lateral del EV1y el empilado de automóviles destruidos.
Sin embargo, en 2011, por las calles de Londres circuló un prototipo de taxi que lucía en sus puertas delanteras la orgullosa expresión “ZERO EMISIONS”. Más aun, siempre en el Reino Unido, la empresa Coca Cola Enterprises –tan proclive a respaldar los adelantos tecnológicos– hizo construir una flota de camiones accionados por biogás, que capta el producto de la digestión anaeróbica de deshechos vegetales y residuos sólidos orgánicos de los rellenos sanitarios urbanos, en un alarde de Adecuación al Cambio Climático.

AUTOS APILADOS PARA SU DESHUASE

En Qatar, del 26 de noviembre al 7 de diciembre del corriente año, sesionó la 18ª Cumbre de Jefes de Estado organizada por las Naciones Unidas. A diferencia de las anteriores –en las que no aceptó un consenso coercitivo– los EE. UU. se comprometieron a colaborar en la lucha contra el cambio climático, y arrastró a China a igual posición.
Nuestra presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, en ocasión del Plenario de Presidentes de la Cumbre del MERCOSUR realizado en Brasil, manifestó que los países latinoamericanos deben estar “dispuestos a ser socios” de las potencias norteamericana y europeas, aunque aclaró que “tenemos que empezar a hablar de igual a igual” (Página 12, viernes 7 de diciembre, 13:31 hs.).
Sin embargo, a pesar de la mano tendida por Cristina, en la Cumbre de Qatar los representantes de los estados allí participantes no alcanzaron acuerdo alguno sobre los compromisos tecnológicos ni los económicos antes de la última hora del viernes, por lo que los asistentes resolvieron prorrogar las deliberaciones hasta el sábado 8. Ese día sesionaron hasta las 16:33, hora en que a pesar de no haber logrado el consenso, el vice primer ministro qatarí, Abdullahbin Hamad Al Attiyah decidió poner a votación la extensión del Protocolo de Kyoto que, con reglas vinculantes, exige que los países reduzcan en un 5,2 % las emisiones de dióxido de carbono equivalentes respecto de las de 1990 (Kyoto II). Ahora bien, al llamar a votación dijo sorpresivamente: “Como no escucho objeciones, decido yo. Queda aprobado”.
 Esta arbitrariedad  hizo que, en principio, solo manifestaran su adhesión las naciones de la Unión Europea y unos diez países más, lo que representaba solo el 15 % de las emisiones,  los EE. UU., jamás   adhirieron al Protocolo, a pesar de ser  el principal emisor de gases de efecto invernadero. Este hecho    frustró,  pese a las arduas negociaciones,  llegar  a un   feliz término  en la adhesión  al  documento. Con la expansión de los vehículos eléctricos  se lograría una efectiva  disminución de aquellos gases nocivos.
 Sin embargo, en una rápida reacción, delegados de casi 200 países votaron extender el Protocolo de Kyoto hasta 2020, lo que evitó un nuevo revés. El acuerdo expiraba el 31 de diciembre de 2012 pero al aprobarse su extensión seguirá siendo el único plan jurídicamente vinculante para combatir el calentamiento global. He aquí la trascendencia de los vehículos eléctricos y sus baterías de Ión Litio.
         
Ing. Ernesto Mario Leikis

1 comentario:

mecánica automotriz dijo...

Muchas gracias por recordarnos la historia de los vehículos eléctricos, que como cuentas no son algo totalmente innovador, sino que ya existían a principios de siglo, pero se dejó de desarrollar por diversas razones e intereses. Un artículo muy apropiado.