miércoles, 2 de enero de 2013

LOS MAYAS




El verdadero Apocalipsis de los Mayas

RITOS FRENTE A LAS PIRÁMIDES

 

            Finalmente diciembre llegó y el fin del mundo que había pronosticado un incierto calendario maya no se produjo. Pero los descendientes de los mayas no necesitan de predicciones para recordar que la tragedia exterminadora se hizo carne en su pueblo. Guatemala, país donde se asentaron los hijos de una de las culturas originarias más importantes de la historia de la humanidad, sufrió una masacre que no debemos olvidar
          El país centroamericano estuvo siempre en la mira de Estados Unidos, sobre todo durante la guerra fría. Washington temía que Guatemala siguiera el camino de Cuba y se convirtiera en otro peón en el ajedrez de la Unión Soviética.
          Muchos recordarán que fue en este país donde el Che Guevara escribió sus primeros palotes revolucionarios. Pero la Casa Blanca no se volvería a dejar madrugar. Y es por eso que preparó al ejército guatemalteco para que estuviera más pendiente del enemigo interno que de sus fronteras.
          Esta historia, que todos los sudamericanos conocimos de cerca, en Guatemala se vivió con especial ferocidad. El tremendo genocidio perpetrado por esta suerte de ejército de ocupación interno, duró 36 años, causando 200 mil muertos y más de 50 mil desaparecidos. Las comunidades mayas fueron el blanco predilecto y sufrieron en el quinquenio que va de 1978 a 1983 lo peor de la masacre.
          Hoy el genocidio es reconocido por los organismos internacionales y la apertura de los archivos del ejército guatemalteco permitió la condena  los principales cabecillas que recibieron penas acumulativas de miles de años. Si bien uno imagina que estos asesinos perecerán en la cárcel, sabemos que ningún país está libre de la aparición de esos ¨pacificadores¨  que indultan genocidas.
          Pero ahí esta la copiosa evidencia que recogieron los investigadores de la ONU, más de 12 tomos con miles de páginas que describen crímenes atroces que nos avergüenzan como raza humana. Lamentablemente siempre hay criminales que escapan del largo brazo de la justicia. Y es que los ideólogos políticos y militares no fueron perseguidos ni investigados. La tristemente célebre Escuela de las Américas es tan culpable como el último de los represores, pero ninguno de sus dirigentes fue citado a declarar. Su nacionalidad norteamericana los ampara.
          Pero por suerte la vida se abre paso y florece nuevamente la cultura maya en Guatelama.  Con  los problemas estructurales que atraviesan ese país tras década de atraso, por lo menos ya no hay un régimen genocida que se dedique a acumular cadáveres.

                                                                                                                    Pablo Salcito
         

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