domingo, 2 de agosto de 2015

EL BAR DE LOS HERMANOS CAO




Un refugio para recuperar los fulgores del ayer

VISTA ACTUAL DEL INTERIOR

Llegamos a la esquina de Av. Independencia y Matheu barrio de San Cristóbal en el límite con Balvanera Sur y una vidriera con un nombre fileteado nos atrae con la fuerza de un imán. Es el Bar de Cao, un lugar emblemático y pintoresco de Buenos Aires, que cumple cien años y está más vigente que nunca. Fue declarado Bar Notable por el Gobierno de la Ciudad y Sitio de Interés Cultural por la Legislatura porteña. Este bar pertenece a un grupo de cinco Bares Notables (junto a La Poesía, Margot, El Federal y el Celta Bar).
En el edificio de dos plantas en el que se emplaza, construido en 1915, al principio funcionaba una fonda hasta que en la década del 30 los hermanos Vicente y Pepe Cao, procedentes del pueblo de San Tirso de Abres, Asturias, instalaron el almacén con despacho de bebidas La Armonía, que luego se llamaría Bar de los Hermanos Cao. En esa época los obreros portuarios se reunían allí para jugar a los naipes y a los dados al igual que la banda de los hermanos Pérez que utilizaba el lugar como aguantadero.
Las especialidades del establecimiento eran los fiambres cortados en el momento, el jamón crudo, las sardinas españolas. Otros productos característicos eran los fideos, el azúcar, las legumbres, el arroz que se vendían sueltos las galletitas en lata, las conservas y los artículos para el hogar (kerosene, jabón, lavandina…).
Durante el gobierno de Perón, una reglamentación los obligó a dividir el local en dos: por Independencia estaba el almacén y por Matheu, el bar. La separación la marcaba la fideera actual.
Apenas traspasamos las enormes puertas de madera y las persianas de hierro sentimos que entramos al túnel del tiempo. Vemos los techos altos, las paredes revestidas en madera, la vieja caja registradora con el dibujo de los hermanos fileteada como la carta y tantos carteles que anuncian los productos ofrecidos en el lugar, el largo mostrador con mesada de mármol, la destartalada estantería de madera y vidrio abarrotada de fideos y semillas de toda clase continuación de la barra, las mesas y sillas antiguas, la vinoteca. Las paredes están estampadas de cuadritos: fotos de los antiguos propietarios, un recibo de alquiler de 1927, el poema Bar de Cao escrito por Otilia Da Veiga, presidenta de la Academia Argentina del Lunfardo, en 2008. Al fondo, se destaca un cartel gigante fileteado que reza “Bar de los Hermanos Cao” y se conservan como verdaderas reliquias las originales mesa ovalada, balanza roja y la máquina de café que los dueños prometían arreglar y nunca funcionó.
Los hermanos estuvieron nada menos que 70 años al frente del negocio. El bar fue próspero aunque declinó con la llegada de los autoservicios y los supermercados. En abril de 1999 falleció Vicente; Pepe siguió atendiendo seis meses más hasta que cerró definitivamente en octubre de ese año y retornó a su pueblo natal donde murió en 2002.


UNA DE LAS ANTIGUAS FIDEERAS QUE SE CONSERVAN INTACTAS

Entre 2001 y 2004 el café fue administrado, primero, por un vecino y habitué, Néstor Rosales, quien demolió la pared que separaba el bar de la vivienda de los hermanos, con lo que el lugar ganó en profundidad, y luego, por el músico Jorge Mehaudy, pero ambos intentos resultaron fallidos. Afortunadamente, tras un arduo trabajo de restauración, en septiembre de 2005, el local reabrió sus puertas con el nombre Bar de Cao, bajo la gestión del pujante empresario gastronómico Pablo Durán que le devolvió el brillo de antaño.
“Desde que Durán se hizo cargo, el bar es un éxito rotundo. Lo recuperó a imagen y semejanza de lo que era pero ampliado, recreó su estética original”, expresa Leonardo Busquet, Coordinador Cultural del Grupo Café Los Notables.
En el local se llevan a cabo permanentemente actividades culturales: muestras de pintura y fotografía, recitales, presentaciones de libros, programas de radio en vivo, charlas con artistas, ciclos de cine-debate.
“El bar sigue teniendo vigencia porque a la gente le atrae este tipo de lugares. Además, los bares tradicionales que había en el barrio desaparecieron todos, se transformaron en cafés modernos. La gente reconoce la historia, le gusta este ambiente de bodegón. Acá los fines de semana hay personas esperando afuera. El vecindario viene acá, se hizo el boca a boca, es una referencia del barrio. La gente dice: ‘che, ¿vamos al Bar de Cao? ¿Comemos una picada?’. Hay una oferta gastronómica de calidad y a buen precio. Las comidas características son la picada, las pastas caseras, los sandwiches de pavita en escabeche. En cuanto a las bebidas, la cerveza artesanal negra, rubia y colorada, la sidra tirada, los buenos vinos. Los cafés modernos son lugares fríos, los clientes están de paso. En cambio, acá la gente viene, se queda y comparte un momento, es otro clima”, comenta entusiasmado Busquet.
Con motivo del centenario, el bar sirve de “anfitrión” de un extenso calendario de eventos: una entrevista pública a Pipo Cipolatti un fanático del lugar, un programa de radio con la presencia de las hijas de Pepe Cao, un encuentro de croquiseros urbanos, un concurso de poesía lunfarda La esquina de Cao, un concierto de Máximo Pujol Trío, un fileteado en vivo. La celebración finalizará el domingo 18 de octubre con un festival abierto donde bailarán los campeones del Mundial de Tango.

                                                                          Laura Brosio






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