jueves, 1 de agosto de 2019

FELIPE VALLESE



23 de agosto de 1962: secuestro y desaparición de Felipe Vallese

El primer peronista desaparecido




Antes de Felipe Vallese, dirigente de la Juventud Peronista, ocurrieron otras dos desapariciones políticas en la historia del país: Joaquín Penina (1901-1930), albañil anarquista catalán desaparecido en Rosario en 1930, y Juan Ingallinella (1912-1955), médico comunista torturado y también desaparecido en 1955, durante el gobierno de Perón.




Vallese fue un obrero metalúrgico secuestrado el 23 de agosto de 1962, durante el gobierno de facto de José María Guido.
Al momento de su secuestro, Vallese tenía 22 años y era delegado de la fábrica TEA, ubicada en el barrio de Flores en la calle Caracas 940. Diversos testimonios manifiestan que fue conducido a la Comisaría 1ª de San Martín, donde fue torturado, luego trasladado al destacamento de Villa Lynch, en donde continuaron con las torturas. Viendo los policías secuestradores que cada vez estaban más cercados, trasladaron a Felipe Vallese a una casa particular de uno de ellos y tal vez allí terminaron con su vida. Su cuerpo jamás apareció.

 
HOMENAJE EN PLAZA IRLANDA

LA ÉPOCA

Tras el derrocamiento de Perón surge “la resistencia” peronista y en elecciones proscriptivas es elegido Arturo Frondizi, que rápidamente traicionando su programa electoral crea el “Plan Conintes” de represión, como una continuidad del Golpe Militar de 1955; sin embargo los trabajadores continuaron su lucha, como los ferroviarios y los bancarios que fueron movilizados militarmente.
En este período se conocen el “Programa de La Falda”, de agosto de 1957, y el de “Huerta Grande”, de junio de 1962, este último de alto contenido revolucionario. Las 62 Organizaciones (de las que participaban peronistas y comunistas) se reunieron en la localidad cordobesa de Huerta Grande. En ese plenario aprobaron un programa que exigía: “Expropiar a la oligarquía terrateniente sin ningún tipo de compensación. Implantar el control obrero sobre la producción. Abolir el secreto comercial y fiscalizar rigurosamente las sociedades comerciales. Planificar el esfuerzo productivo en función de los intereses de la Nación y el Pueblo Argentino, fijando líneas de prioridades y estableciendo topes mínimos y máximos de producción”. Estos planteos dieron pie a que se hablase de un “giro a la izquierda” de Perón. Según recordaba entonces el dirigente peronista Andrés Framini.


LA TRAYECTORIA DE FELIPE




Felipe había nacido el 14 de abril de 1940. Era el quinto hijo del italiano Luis Vallese, dueño de un puesto de frutas en el mercado de Donato Álvarez y una casa en Seguí y Galicia, muy cerca de Plaza Irlanda. Felipe tuvo una infancia muy triste. Su madre fue internada en el Hospital Braulio Moyano por problemas psiquiátricos, y él y un hermano fueron enviados por su padre al colegio de curas Martín Rodríguez de Mercedes. Allí estuvo de los nueve a los doce años. Cuando salió del asilo, volvió al hogar paterno e ingresó en el turno noche del secundario Hipólito Vieytes para poder trabajar, porque la cosa estaba difícil. Su activismo político se inició en el colegio: participó de la huelga estudiantil contra los intentos de privatizar la enseñanza superior por parte del ministro de Educación de la Libertadora, Atilio Dell’Oro Maini, tras la cual tuvo que abandonar los estudios. Trabajó como cadete en una editorial, como pintor de brocha gorda –como se decía entonces– y como empleado de una tintorería, hasta que el 6 de marzo de 1959, cuando estaba por cumplir 19, consiguió un puesto en la fábrica TEA de Caracas 940 y Canalejas, donde con el tiempo fue elegido delegado gremial.
Cuenta el valiente periodista y militante peronista Leopoldo Barraza, quien luchó denodadamente por esclarecer el caso Vallese: “Al poco tiempo consigue para sus compañeros numerosas conquistas que hoy les son arrebatadas. Ropa de trabajo, riguroso cumplimiento del horario y pago de las horas extras, cofres para vestuario, leche por trabajo insalubre, etc. Hasta el momento de su desaparición siguió siendo delegado, que fuera elegido por unanimidad. Era una garantía. Era un aguerrido antídoto contra el soborno patronal. Cuando la empresa consideró que ya se estaba poniendo demasiado pesado le ofreció 50.000 pesos de coima para que no moleste. Felipe los dejó con la mano extendida. Como se creían que se trataba de una diferencia de ‘precio’ al tiempo duplicaron la ‘oferta’: 100.000 pesos para que renuncie y se vaya. No entendían: miden a todos con su propia vara. ¡Jamás entenderían a Felipe Vallese!”.
Felipe se incorporó a la Juventud Peronista liderada por Gustavo Rearte. Desde allí colaboró con la heroica lucha de los trabajadores del Frigorífico Lisandro de la Torre y terminó en un buque cárcel como muchos de sus compañeros, también participó en lo que puede considerarse la primera operación de guerrilla urbana en la Argentina: el ataque a la garita que la Aeronáutica tenía en Ciudad Evita, camino a Ezeiza, en la que según la jerga de la resistencia, se recuperaron dos pistolas ametralladoras PAM. Su compañero Envar el Kadri lo recordaba así: “Qué lindo fue tener hermanos como aquel… o aquel otro, Felipe Vallese, ‘Misterix’ por su impermeable blanco abotonado en doble hilera, parecido al personaje de historieta, con el que nos escapábamos juntos después de haber recuperado armas para el pueblo”.


SECUESTRO, TORTURA Y DESAPARICIÓN

En aquel agosto caliente que había comenzado con el paro general de 48 horas, al que adhirieron millones de trabajadores, una noticia pasó inicialmente casi inadvertida en el diario “El Mundo”, el título policial “Como en Chicago” parecía referirse a un secuestro mafioso.
Rarísimo el suceso en Flores Norte, que la policía dice ignorar. Frente al 1776 de Canalejas, a las 22.30 horas del jueves, un hombre fue secuestrado. Desde hace varios días, había autos “sospechosos” en las inmediaciones. Una estanciera gris frente a aquel número; un Chevrolet verde en Canalejas y Donato Álvarez hizo guiños con los focos, señalando el avance del hombre. Le respondieron y todos convergieron sobre él. Se le echaron encima y lo golpearon. Y pese a que se aferró con manos y uñas al árbol que está frente al número señalado, lo llevaron a la estanciera gris, que partió velozmente con las puertas abiertas. Los gritos de desesperación del secuestrado, que habían comenzado con la agresión, poblaban la noche y atrajeron a todos los vecinos, que alarmados, dieron otro tono a la cuadra. Todos corrieron. Algunos quisieron acercarse. Un hombre armado –pistola 45 en mano– los detuvo. “Esto no es para ustedes. Píquenselas si no quieren ligarla”. Y se tuvieron que ir, viendo, inermes, cómo en plena ciudad se raptaba un hombre. Luego avisaron a la policía. Una hora después llegó un oficial. Recogió información. Advirtió los rastros de sangre. No dijo nada. Cuando familiares, amigos y vecinos preguntaron en la Comisaría 50, respondieron: “Es la primera noticia que tenemos”. El hombre secuestrado se llamaba Felipe Vallese.
Hoy la calle Canalejas de Buenos Aires lleva en homenaje su nombre, y así también se denomina el salón de actos de la CGT en su sede de la calle Azopardo 802 de la Capital Federal, y no se olvida aquel grave hecho: en la tarde del jueves 15 de octubre de 2015, en el barrio de Flores, dirigentes gremiales de distintos sindicatos, vecinos de la Asamblea que funcionó en Plaza Irlanda en la época de la crisis del 2001, vecinos de la Comuna 7 y militantes de La Cámpora, recordaron a Felipe Vallese, considerado el primer desaparecido de la historia argentina, restaurando el lugar donde fue secuestrado el 23 de agosto de 1962 este militante gremial quien en aquel momento se tomó de un árbol paraíso para no ser detenido. Su desaparición se convirtió en bandera de lucha del movimiento popular peronista que estaba proscripto en aquellos años.
Durante la restauración del cantero original, colocado hace años por los vecinos de la Asamblea de Plaza Irlanda, estuvieron presentes militantes de aquella asamblea y vecinos del barrio, además, participaron del acto Javier Andrade, legislador electo del FpV en CABA y militante de La Cámpora; Luciano Fernández, secretario gremial de ATE; Vanesa Siley, secretaría general de Judiciales; Alejandra Rincón, gremial de la Asociación Argentina de Actores; Kano Bálsamo, gremial de Foetra y además participó Felipe Vallese hijo, quien recordó la lucha de su padre, reivindicando la época actual donde muchos jóvenes siguen esa lucha histórica por lograr una Argentina libre, justa y soberana, en el actual proyecto llevado adelante por el gobierno nacional.
Eduardo de la Peña es el hijo de Felipe Vallese –tenía solo 3 años cuando falleció su padre– y recientemente recuperó su nombre y apellido y tiene un nuevo DNI. Denunció que su padre lo anotó con el apellido de una amiga para protegerlo. Se enteró quién era su padre a los cinco años de edad y busca a su madre, que nunca conoció y cuya identidad era un secreto familiar.
El doctor Rómulo Dalmaroni, a cargo del Juzgado Penal Nº 1 de La Plata, condenó a 39 policías (en abril de 1971) a penas que iban de los 3 años a los 9, por encontrarse implicados en el caso de la desaparición de Vallese. Recién en 1974 la Suprema Corte de Justicia confirmó la sentencia dictada. A los 39 policías involucrados les costó unos pocos años la vida de un ser humano. Juan Fiorillo encabezó aquel procedimiento con un grupo de tareas de civil, en Capital, una jurisdicción vedada para la policía bonaerense. Según la reconstrucción de los abogados de la Unión Obrera Metalúrgica, Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde (que fuera secretario de Derechos Humanos de la Nación). Posteriormente Fiorillo trabajó para la Triple A y los grupos de tareas de la Dictadura. Una vez detenido, en 2006, se negó a declarar ante el juez y solicitó el beneficio de la detención domiciliaria, que le fue concedido. A los 75 años, con la movilidad limitada, falleció en su casa de Villa Adelina después de padecer una enfermedad terminal.
La memoria de Vallese estará siempre viva entre los trabajadores y los sectores democráticos de la sociedad.

                                Miguel Eugenio Germino



Fuentes:
--Pigna, Felipe, Los mitos de la Historia Argentina, Tomo 5, Planeta, 2009.








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