miércoles, 12 de julio de 2023

LOS 100 AÑOS DE RENE FAVALORO


Este Mural gigante dedicado a Favaloro en la pared de la Fundación en el barrio

 

Fue  realizado por el muralista Maximiliano Bagnasco, rinde homenaje al médico cardiólogo René Favaloro a 100 años de su natalicio. Mide 22 metros de alto y está ubicado sobre unas de las paredes laterales de la Fundación que lleva su nombre, cerca de la intersección de las avenidas Belgrano y Entre Ríos.


EL 29 DE JULIO DE 2000 
SE QUITA LA VIDA RENÉ FAVALORO 

 


CRONICAS DE UN MÉDICO RURAL



“Siempre he creído que toda realidad futura se eleva sobre cimientos de ideales y utopías. Sin duda, soñar es tarea fecunda. Dejaría de existir si no tuviera por delante desafíos que involucren por sobre todas las cosas, contribuir dentro y fuera de mi profesión al desarrollo ético del hombre.”


Conferencia "Ciencia Educación y Desarrollo", Universidad de Tel Aviv, mayo de 1995
Hay dos aspectos fundamentales a destacar en la intensa vida de este eminente cirujano.

Por un lado, su relevante trayectoria en el campo de la medicina jalonada con múltiples premiaciones nacionales e internacionales, su prolongada contribución científica y sus más de 300 escritos relacionados con su especialidad. Y por otro lado sus ideales como individuo frente a una sociedad que calificaba de injusta y consumista, criterios que plasmó en el libro “Recuerdos de un médico rural” y en múltiples conferencias y charlas a través del mundo.



COMPROMISO SOCIAL



“Estoy convencido de que a esta sociedad consumista, cegada por el mercado, la sucederá otra que se caracterizará por el hecho trascendente de que no dejará de lado la justicia social y la solidaridad.”
(Congreso de Bioingeniería 1999)



En este trabajo se pretende abordar fundamentalmente el papel que jugó Favaloro como individuo inmerso en la sociedad de su tiempo, como médico rural comprometido con sus semejantes, con los sectores más humildes de la escala social atendiendo las cuestiones más simples de la vida de campo, de la que disfrutaba a su vez en contacto con la naturaleza en aquel lejano pueblo de Jacinto Aráuz, en el límite de Buenos Aires con La Pampa. Allí, en el mismo lugar donde había estallado la pueblada del 9 de diciembre de 1921.

Se recibe de médico en 1949. Llega para cubrir una suplencia médica de tres meses y termina quedándose casi doce, entre 1950 a 1962. Se integró con los lugareños, lo que le permitió ir descubriendo las profundas necesidades sanitarias del pueblo. Casado con María Antonia, novia de la escuela secundaria, pasó a ser en ese rincón pampeano el médico de todos.

Recopilará sus vivencias en aquel pueblo en el libro Recuerdos de un médico rural, escrito recién en 1980. Es autor también de otros dos libros: ¿Conoce usted a San Martín? (1984) y Don Pedro y la educación (1994). En estas páginas deja ver la fase poco difundida de su personalidad, por sobre los conocimientos científicos, cuando incursiona en la compleja problemática social de los postergados del campo y de la gente de las “villas miseria”, mal llamadas “de emergencia”.

Su arribo al campo se debió a un conflicto con el gobierno peronista de entonces, tras rechazar un empleo oficial que le ofrecían a condición de una adhesión partidaria.



EL LIBRO MEMORIAS DE UN MÉDICO RURAL





Reflexionaba en el año 1992, a doce años de la primera edición y a 30 años de su paso por Jacinto Aráuz: “Han trascurrido doce años desde que este libro llegó a manos del público. Durante todo ese tiempo, inclusive en estos últimos meses, he recibido innumerables cartas comentando algunos aspectos de él. Nunca pensé que estas simples memorias del momento más trascendente de mi actividad profesional tuvieran tanta repercusión. Las que más me emocionaron fueron las enviadas por los colegas y maestros de las áreas rurales. Todos coincidieron en que se vieron representados, quizá porque transitaron y transitan los mismos caminos que me tocó recorrer. Ha sido para mí gratificante saber que ha servido de material de lectura en escuelas y colegios diseminados por nuestra patria…”



Un compilado de frases de aquel libro demuestra el grado de crítica y compromiso social que asumió desde un principio con las clases menos favorecidas, al observar las carencias y las injusticias en menoscabo del hombre de campo y de las villas que en ese tiempo ya proliferaban:



 “Todos somos culpables, pero si hubiera que repartir responsabilidades, las mayores caerían sobre la clases dirigentes. ¡Si resurgiera San Martín caparía a lo paisano varias generaciones de mandantes!”



 “Es necesario insistir una vez más que si no estamos dispuestos a comprometernos principalmente los universitarios a luchar por los cambios estructurales que nuestro país y toda Latinoamérica demanda principalmente en educación y salud seguiremos siendo testigos de esta sociedad injusta donde parece que el tener y el poder son las aspiraciones máximas”



 “¿Escucharemos alguna vez los mensajes que nos legaron con sus vidas y sus libros, Sarmiento, Hernández, Hudson, Mallea, Martínez Estrada, Agustín Álvarez, Luis Franco, Julio Irazusta, Henríquez Ureña (por no citar sino algunos pocos) o seguiremos siendo testigos de la decadencia de la sociedad de consumo?”



 “De mi abuela materna heredé un gran amor por la tierra; no podía vivir sin un huerto. Desde muy pequeño la acompañaba por las tardes a trabajar en la quinta familiar. Doña Cesárea fue, sin duda, una de las grandes mujeres que he tenido la suerte de conocer, quizá la mejor. Se ocupaba de todo lo que correspondía al quehacer de la casa en aquellos tiempos y todo lo hacía con amor. Sin proponérselo, era el verdadero centro de la familia. Vivía para ella y para su hombre, mi abuelo, quien podía jactarse ante sus amigos que hasta sus calcetines estaban tejidos por su mujer. Excepto en los días de lluvia, terminaba su tarea diaria en el huerto. Se entretenía y era feliz descansando porque se descansa cambiando de tarea, entremezclada con sus vegetales y frutales. Cuando regresaba de su trabajo, mi abuelo nos acompañaba. Conocía el arte de injertar y así se podían ver higueras que producían dos o tres variedades diferentes o un duraznero injertado con damasco o un ciruelo que, en una misma planta, producía frutos renegridos junto a otros de color amarillo dorado. La huerta estaba salpicada por muchos árboles frutales, que mi abuelo cuidaba con esmero. Con él aprendí los secretos de la poda, que comenzábamos en julio; cada variedad tiene los propios. El saber conservar en cada uno los tallos fructíferos nos permitía saborear, durante el verano, infinidad de gustos que aumentaban la exquisitez por su frescura”.



OTRAS REFLEXIONES 




 Los pensamientos de Favaloro han trascendido su muerte. Destacan una severa crítica al modo de vida y al actual estado de cosas, ya sea en el orden social local e internacional, así como también en torno a delicados temas ecológicos, en el cuidado del único planeta que tenemos.



 “El medio ambiente se encuentra en estado de emergencia y los efectos de esta degradación amenazan la seguridad económica, alimentaria y sanitaria de los habitantes del planeta, en especial, de los más pobres. Una vez más se hace evidente la diferencia entre ricos y pobres; si los países pobres consumieran tanto como los países industrializados, se necesitarían diez planetas semejantes para abastecer a todos.” (De la Conferencia del Congreso Interamericano de Cardiología, agosto de 1999).



 “Artigas, otro hombre excepcional, exigía un lugar para obreros, indios, mestizos y humildes, y resistía poderosamente el privilegio y las pretensiones de las clases altas. Fue uno de los primeros caudillos políticos que reconoció los peligros que el libre comercio planteaba a las naciones sudamericanas y fue también el que propuso considerar a América como patrimonio mítico, una tierra destinada a ser algo más que un simple apéndice de Europa.” (De la Conferencia del Congreso Interamericano de Cardiología, agosto de 1999).



 Es imposible aceptar que la supervivencia de esta democracia liberal consumista de occidente consecuencia del derrumbe de los regímenes comunistas sea el final de la historia, como lo pretendía Francis Fukuyama en 1989. La presencia de los fundamentalismos religiosos, los exagerados nacionalismos, el desarrollo económico sin equidad priorizando el enriquecimiento desmedido, la falta de compromiso social como resultado del individualismo “light” que sólo busca tranquilidad y satisfacciones inmediatas, el mercantilismo internacional con la explotación de mano de obra barata, la cultura de la música rock, los videojuegos y las videocaseteras, el progreso científico sin respeto por la naturaleza y aun hasta por sus propios semejantes (para citar unos pocos ejemplos de las graves falencias) nos indican que a la Perestroika sobrevendrá no tengo dudas una “Smithtroika” o una “Jonestroika”, como suelo decirles a mis innumerables amigos norteamericanos. (De Don Pedro y la Educación).



No hay comentarios: