Betinotti, Gardel y el Día de la
Madre (hoy de la Familia)
Corría el año 1878,
en el mes de julio, más precisamente un jueves 25, cuando Doña María Costa de
Betinotti, da a luz al pequeño José.
María había venido a
la Argentina desde Italia junto a su esposo, Don
Juan Betinotti. Seguramente arribaron a nuestro país por el exceso de
población, la crisis económica relacionada con el comercio y la
industrialización que asomaba en Europa,
provocando que la gente de las zonas rurales estuviera de sobra. Argentina
ofrecía ir al campo en la zona del litoral mesopotámico, ir a la llanura
pampeana para trabajar en las cosechas, conseguir un trabajo en las ciudades de
Córdoba, Santa Fe o Buenos Aires. Y aquí es donde se asentaron los padres de
José. Lamentablemente su papá muere siendo él un niño, más adelante su madre
María Costa vuelve a casarse.
José debió trabajar
desde muy niño como obrero hojalatero y también, ya con práctica, moldeador de
tacos para zapatos de mujer.
Vivió en la calle Quintino Bocayuva al 500. Le encantaba improvisar un recitado en rima
acompañado de su guitarra, sin saber que a tan
solo a 25 cuadras iba a estar la persona que cantase su más recordada payada “Pobre mi madre
querida”, que fue grabada por primera vez por Carlos Gardel, quien también grabó en sus discos los valses.
Carlitos vivió en Jean Jaurés
al 700, junto con su mamá Doña Berta. El destino quiso que un jueves 11 de
diciembre, 12 años después del nacimiento de
José, naciera el Zorzal criollo.
¿Se imaginan un diálogo entre estas dos figuras, en las calles de
Almagro o Balvanera?
Carlos Gardel: –Hola Josecito, ¿jugamos a
las canicas?
José Betinotti: –Dale Carlitos empiezo yo.
Y cuando terminan, Josecito comienza con esta payada:
En las calles de mi barrio
con mi amigo don Carlitos
las canicas ruedan ruedan
por la sombra del viejo árbol.
A lo que Carlos
agrega: –Déjame
pebete que le ponga un poco de melodía a esta linda payada.
Detrás de todo gran hombre siempre hay una mujer que lo apuntala en la vida
desde que nace y esa mujer es la “madre”. En esas épocas solo la mayoría de los hombres salían a trabajar
y eran ellas las que se quedaban en la casa para cuidarla y para proteger,
alimentar y educar a sus hijos. Seguramente Doña Berta y Doña María fueron de
esas mujeres.
Hoy se festeja el
tercer domingo de octubre el “Día de la familia”, ya
que es la única institución capaz de velar, cuidar, amparar, proteger y apoyar
a los niños. Pero qué casualidad todas estas cualidades son de una madre, que
gestó al niño o aquella que lo crió en algún momento de la vida.
Para todas estas
grandes mujeres argentinas y todas aquellas que han venido a nuestro país, y a
mi madre, les deseo que pasen un hermoso día el 15 de octubre, reunidas con sus
hijos/as, felices de un llamado telefónico o dichosas por saber comunicarse y
verse a través de un zoom.
Quiero terminar esta
nota con unas estrofas del tango que escribió la persona a la cual nos estuvimos refiriendo: José Betinotti.
“Pobre
mi madre querida
cuántos disgustos le daba.
¡Cuántas veces escondida
llorando lo más sentida
¡en un rincón la encontraba!”
Lucas D. Giannotti
Periodista
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