LA CUARENTENA Y LA CEREMONIA
DIARIA DE LOS APLAUSOS DE LAS NUEVE DE LA NOCHE
Desde que comenzó la cuarentena, todos los días a las nueve de la noche –en
punto—los vecinos de la gran mayoría de los edificios salen a balcones y
terrazas de frentes y contra frentes, a fin de realizar ésta forma pintoresca
de expresarse, aplaudir durante dos minutos, tras lo cual desde algún lugar del
barrio se entonan las estrofas del Himno Nacional.
El motivo original fue el reconocimiento de la comunidad a la actuación de
los profesionales de la salud, médicos y enfermeras que con su arriesgado aporte
están cumpliendo con un aporte significativo contra la pandemia de éste Covid-19
que azota al mundo, dentro de sus
escasas posibilidades hospitalarias.
Sin embargo sin menoscabar la feliz
iniciativa vale analizar otras motivaciones subyacentes de este solemne “rito” diario.
La cuarentena forzosa,, ya sea por disciplina o por miedo, está provocando
en la población varios síntomas, aislamiento, soledad, angustia, incertidumbre,
ostracismo, y otras perturbaciones a las
que vale la pena prestar atención.
Al mismo tiempo al ciudadano activo, le provoca un adicional trastorno físico que
también se debe tener en cuenta.
Como ocupar una permanencia dentro del hogar que triplica o más su estancia
habitual, y al mismo tiempo evitar la agresiva exposición a la saturación de
alarmantes noticias, producto también del mal uso de los medios radiales y
televisivos que en busca de la noticia, machacan continuamente la mente del
sufriente cuarentenado.
La ceremonia de las nueve de la noche actúa también, como una necesaria “comunicación”
que suplanta por unos minutos a la diaria interacción con sus semejantes ya sea
en la vía pública o en las respectivas labores. Sin embargo se torna éste
instante insuficiente, y es preciso apelar a otros medios como: las redes, el
teléfono, el celular, el WhatsApp, etc. etc. a fin de disminuir
las tensiones.
El ser humano acostumbrado
a la habitual comunicación no se adapta fácilmente al asilamiento, la soledad,
y la inactividad.
Está comprobado que lo imprevisto, lo que irrumpe desordena lo que se hacía diariamente y cómo lo que se hacía muchas
veces sin pensar demasiado en ello, que era la diaria rutina.
Ante esta situación, lo más aconsejable es re-organizarnos, es establecer
una nueva rutina, un nuevo orden
cotidiano. Para eso nada mejor que el diseño de esa nueva rutina y que ésta contemple
las necesidades de todos los convivientes de la casa.
Nadie debe quedar por fuera ni
sobrecargado. Esa nueva rutina además de los aspectos de orden e higiene, debe
contemplar el placer que es una gran fuente de salud mental, recuperar la
capacidad de disfrute, aún en éstas extremas condiciones.
Claro está que no en todos los hogares se cuanta con la comodidad necesaria
y aparecen situaciones límites de los hogares pequeños, y ni que hablar de los
habitantes de las denominadas “villas” confinadas a escenarios extremos.
Aquí entra una atención especial de parte del Estado, a través de las
gobernaciones e intendencias que deben mitigar, además de los padecimientos económicos,
hoy agravados por la pandemia.
No se sabe todo lo que va a pasar,
pero el horizonte es de amenaza. Lo que si se sabe que es transitorio, que
aunque no se pueda cuantificar en el tiempo, no es para siempre. El tema es
cuando ese sentimiento de angustia es tan fuerte que desborda. Es allí cuando se
debe pedir ayuda profesional, y u oficial.
Mucho se está haciendo desde el ámbito gubernamental, aunque ésta
asistencia no es pareja, y algunos funcionarios mal interpretan o incumplen los
protocolos, a su vez existen algunos que tratan de burlar la cuarentena,
adulterando situaciones o directamente alzándose contra los mismos. Algo así
como “rebeldes sin causa” en perjuicios de la comunidad.
La solidaridad es apoyo, respaldo,
ayuda, protección, unión, hermandad, concordia, identificación. Es capacidad de
empatía. Todo eso produce un gran bienestar psíquico porque el/la otro/a está
presente, acompañando, a pesar de la distancia física, reconocer este dato
permite identificarse en esta situación
y actuar. Pedir ayuda o poder brindarla.
Hay que diferenciar las desobediencias, las de quienes siempre les importó poco porque
sienten que se las pueden arreglar por su posición económica y las de que por
necesidad y urgencia las cometen, y allí es donde las autoridades deben evaluar
las diferencia.
¡¡¡EL APLAUSO DIARIO ES UN RITO ALIVIADOR!!!
Periódico Primera Página
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