Brasil retoma el mando de América latina
En un subcontinente
políticamente fragmentado, la presencia de Lula le devolvió a Brasil el
protagonismo y el liderazgo en América latina que había perdido durante la
administración de Jair Bolsonaro.
Conociendo la profunda
vocación política de Lula, a nadie sorprende, en el escenario internacional,
que el presidente brasileño haya recuperado el centro de la atención en nuestro
continente y en el mundo. Brasil no sólo se impone por su propio peso, sino que
éste se ve acentuado ante la falta de
competencia, ya que la administración argentina ya se alineó claramente con
Estados Unidos y eso implica que ignore en el mejor de los casos, o insulte a
los mandatarios de los países vecinos.
El resto de los
mandatarios están enfrascados en sus propios problemas que incluyen en muchos
casos las respectivas reelecciones. El único que siempre conserva su alto
perfil es el presidente mexicano, López Obrador. Pero nada opaca a la
incansable labor de Lula que no deja de visitar cualquier foro que se organice
para exponer sus ideas y a alentar a las distintas administraciones para que no
se retiren de los lugares comunes.
Pese al abandono
argentino, Lula sigue adelante con el impulso al Unasur y por supuesto
al Mercosur. Tampoco deja de ejercer su influencia en los organismos de
crédito, como es el caso del Banco
interamericano de Desarrollo (BID), donde
colaboró para que nuestro país, pese a los insultos recibidos de parte de
Milei, recibiera el crédito puente que le permitió no entrar en default con el
FMI.
Parece una quijotada, pero no lo es. En un mundo donde el enfrentamiento entre Estados Unidos y China se acentúa, conservar buenos lazos de unión con el resto del mundo puede ser la diferencia entre el bienestar o el mayor empobrecimiento de nuestros pueblos. Falta que los otros presidentes de nuestro continente también lo comprendan.
Pablo Salcito
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