BATATO EN EL ABASTO
“El Abasto” fue y es una zona emblemática que oficialmente, no alcanzó a conformar un barrio, sin embargo se constituyó en semillero de personajes que sí dejaron una huella y una identidad local imborrable comenzando por Gardel, Pichuco, Razano, Rufino, Luca, Yonsky, la familia Traverso del antiguo y lamentablemente derribado bar O’Rondeman.
El Abasto, fue y es un fondeadero de artistas, petas, y compositores como Villoldo, Cadícamo, Pepe Arias, El Cachafaz Bianquet, de payadores como Betinoti y Ambrosio Rio, la hazañas de guapos como; El Cordobés, el Pardo Flores, el Noy, relegados hoy al baúl de los recuerdos, de su nieto Fernando, artista, performer, y poeta, entre una lista interminable… En aquel ambiente atrapante habitó también Salvador Walter Barea, que rechazando su nombre impuesto familiarmente, prefirió usar el de “Batato”
“La vaca no da la leche: se la sacan”
“El que quiera celeste, que mezcle azul y blanco”.
Son dos de las tantas inolvidables frases que nos regaló Batato en su cortísima vida de “clown literario travesti, como le gustaba autodefinirse.
BATATO; Salvador Walter Barea, nació en Junín, 30 de abril de 1961 – y falleció en Buenos Aires, 6 de diciembre de 1991), a los apenas 30 años. “Fui mozo, cadete, bañero de piletas en la Salada, vendedor de salames, taxiboy y masajista. Hice desfiles de moda, cortos publicitarios…” solía comentar…
Pero por sobre todo se destacó como actor, performer, artista de varietés y payaso argentino, habitué y uno de los más asiduos participantes del mítico Centro artístico Parakultural, al igual que de la discoteca Cemento y de otros sitios no siempre convencionales donde desarrolló sus propuestas.
En su constante actividad artística, participó en diversos grupos como Peinados Yoli, El “Clú del Claun” y desarrolló, con actuaciones individuales y en colaboración con artistas como Guillermo Angelelli, Alejandro Urdapilleta o Humberto Tortonese, una original concepción estética y artística basándose en textos de Néstor Perlongher, Alberto Laiseca, Fernando Noy, Alejandra Pizarnik, Alfonsina Storni y Marosa Di Giorgio consistente en la realización de happenings - "Numeritos", actuaciones espontáneas sin texto preestablecido, sin base dramática y "ataques" artísticos a la conciencia oficial pre establecida.
MUSEO CASA BATATÓPOLIS MUSEO CASA BATATÓPOLIS
                         La casa donde vivió
Batato Barea, de la calle Tucumán 3054, 
convertida en Museo, queda en la zona del Abasto en un sitio  la que 
todavía no arribaron del todo los agentes inmobiliarios, y donde  algo de espontaneidad barrial queda. Hay todavía
en la zona antiguas casas y viejas estructuras que denotan un pasado apropiado
a lo que un día fue “El Mercado”, hoy convertido en un “moderno Shopping”,
vidriera de un “futuro” y tumba de un pasado al que le quitaron parte de su
memoria.
                     Por lo pronto llegar al
núcleo de aquel atípico museo no es sencillo, hay que atravesar el pasillo
destechado, subir una escalera, pasar por la casa  familiar subir otra escalera caracol más y
recién ahí se llega al paraíso colorinche y nostálgico, que conmemora la vida
del primer   clown travesti literario argentino, la tercera
cabeza de aquella bestia tricéfala que conformó en los ’80 con Alejandro
Urdapilleta y Humberto Tortonese. Todo el recorrido desde la calle hasta ahí,
forma parte del museo.
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| EL MUSEO DE BATATO | 
Lo más llamativo de los
objetos que se exponen es que fueron de alguna manera elegidos por el mismo
Batato. El actor, que ya estaba muy enfermo y que quemó en sus últimos días
muchas de sus pertenencias en un conteiner que estaba en la puerta de su casa,
para después señalarle a su madre  Nené: “Lo
que queda es lo que sirve”,  frase que quedó en ella resonando en su cabeza
hasta que  tiempo después tomó la decisión
de armar un museo sobre su hijo,  llevado
a cabo  por  Seedy González Paz, íntimo amigo y compinche
estético de Batato.
                       La tutela de Paz ha
hecho un trabajo notable con el espacio del altillo de esta casa, organizándolo
como si se tratara de un teatro en miniatura. Hay dos niveles para recorrer en
círculo porque la cronología es  desde
fotos de Batato bebé con un rulito que le cae en la frente, hasta las últimas
fotos que le hicieron en Uruguay, pocos días antes de su muerte, donde viajó a
hacer su último espectáculo;  “La
carancha”, rememorando la figura de María Julia Alsogaray y a conocer a su
adorada poeta Marosa Di Giorgio. Ilustrando ese recorrido vital están los
afiches, volantes, fanzines, revistas y diarios donde aparecía el actor y donde
también se pueden descubrir otros personajes de la época: Chabán, Las Gambas al
Ajillo, Fernando Noy, Sergio Avello... Seedy cuenta, recuerda, se emociona,
muestra joyas: un cuaderno Rivadavia de puño y letra batateana, donde copió poemas
(Alejandra Pizarnik, Adelia Prado), pegó críticas de películas que veía y
garabateó máximas personales tipo diario íntimo. También hay vestuarios que usó
y algunas obras inspiradas en su figura, como la pintura (no la original) de
Marcia Schwartz y las fotografías que le hizo Alejandro Kuropatwa.
                    Debió haber sido complejo
organizar el material, clasificarlo y ponerlo en orden, teniendo en cuenta la
desordenada  vida de Batato y el escaso
registro que hay de ese tiempo y aquella forma de hacer teatro tan rockera,
improvisada, poética. La misma impresión da cuando se está en ese museo “anti
museo”. Todo es festivo y melancólico, como una kermese a la madrugada. Un
museo fundado por una madre y sobre una persona cuya obra es prácticamente inmaterial,
que se explican  en los febriles poemas
anotados en hojas de  un cuaderno Rivadavia.
LIBROS
SOBRE BATATO
Existen tres libros publicados referidos a la vida
de Batato Barea:
"Batato Barea y el Nuevo Teatro", del escritor Jorge Dubatti. Bs As, Ed. Atlántida.1995.
"Un pacto impostergable", una biografía escrita por su madre Maria E. Amichetti de Barea
pedido del artista. Ed. Independ. Año 1996.
"Te lo juro por Batato", del poeta Fernando Noy, Bs. As. Libros del Rojas-UBA, 2001.
"Te lo juro por Batato"
es una intensa narración coral, una fina sinfonía de voces que reflejan los
años 80". Aquí mismo —dice y continua Fernando: “Recién había regresado de Bahía y  mi
 amigo  el  escenógrafo  Marcelo Villa que tenía su enorme
estudio en   Barracas me alquiló dos cuartos en el fondo. Cierta
 tarde logré  percibir que  detrás de una ventanita quebrada
alguien me espiaba. Creí   estar alucinando. Por suerte enseguida  
Marcelo  Villa,  riendo a carcajadas   me contó que  le
prestaba el lugar para sus ensayos al grupo de  excéntricos llamado
 "Los Peinados Yoli"  y quien me espiaba era Batato
,integrante de este grupo de varieté  y otro que se estaba gestando en el
Rojas :  “El Clú del Claun” , dirigido por Hernán Gené.  
Kátja
 Aleman y Omar Chabán  me   invitaron a la inauguración de
una sala que se llamaría Cemento. Fui acompañado por el poeta Federico Lescano, (B. Ode)  y
demás  integrantes del grupo- fanzine Speed, montado  como  para
el carnaval de Bahía.  Allí logramos  reencontrarnos  con el
apolíneo Batato  y,  desde entonces,  ni siquiera después de su
partida astral, jamás nos separamos. 
Además, prácticamente
hablábamos por teléfono todos los días y gracias al actor  Julio Suárez
 con el correr del tiempo terminamos siendo vecinos en el Abasto,
barrio que adoramos.
Cuando
le dije  que había sido amigo de Alejandra Pizarnik me reveló su enorme
 fascinación por ella y al regalarle uno de mis primeros libros de poemas
comenzó a preparar performances que llamábamos "numeritos" por no
tolerar esa especie de definición importada. Incluso la palabra Underground
pasó a ser engrudo, jugando con su resonancia.  Estaba en ciernes todavía
el que luego denominaría como "Claun-literario-travesti" único en el
 mundo, término que adoptó  después de su transformación en mujer.
De
inmediato  comentó   que yo  le recordaba a Ariel su hermano, su
madre  Nené,  afirmaba lo mismo  mostrando fotos del hijo menor
 en el barrio de  San Miguel donde pasaron su infancia.  
Mucho
tiempo después,  la  legendaria Marchand Ruth Benzacar organizó para
su cumpleaños una fabulosa  fiesta donde estaba todo el mundo e incluso
María Elena  Walsh. Batato apareció con un vestido tan escotado que lo
dejaba semidesnudo., utilizado por Evangelina Salazar en una de sus películas.
La  Walsh, haciendo gala de su  chispeante  sentido del humor,
al saludarla, comentó: "No hay que descubrirse tanto". Batato
aprovechó para agradecerle  el permitirle usar su nombre extraído de
 la Reina Batata, justamente… María Elena dijo que al contrario, el honor
era suyo. Muchos años después al visitarla en  Sadaic me comentó que
"Batato ni sabía  lo maravilloso que era". Nadie, ni ella,
imaginaban que le quedaba poco tiempo de vida.  Batato había optado por
mantener en secreto su SIDA recién descubierto.   . Temía que  la
gente al saberlo lo atosigara de  manera  intolerable.  Actitud
comprensible porque ya en ese tiempo era  venerado por tantos amigos y
seguidores que llenaban las salas sólo para verlo con su  humor
irrepetible, desparpajo, gracia  insolente,  recitando  poemas
que adaptaba para el escenario  en lugar de las típicas morcillas
payasescas tan conocidas.
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| PINTURA DE MARCIA SUHUARTZ - 1989 | 
Cuantas
noches cruzábamos  llenos de plumas y maquillajes por el temible Abasto
rumbo “al  Babilonia” de Javier Grossman y jamás nadie nos hizo nada malo,
cuando el Abasto hace 20 años era considerado el Bronx impenetrable de Bs. As.
y  los taxis nos solamente sobre Corrientes o Córdoba,  como límite paranoico.
El poeta Néstor
Perlongher me acompañó a verlo  en el café Mozart donde estrenaba un
personaje llamado Doña Suspiro del Congo  Belga  con el título "
Cuando una gorda recita" con aquel enorme  vestido  inflado de
goma espuma.  Era una gorda muy sui generis  que mientras esperaba la
llegada de sus dos amigas para no aburrirse simulaba ensayar. Toda una
premonición que después se hiciera realidad al armar “Tres Mujeres
descontroladas” el inolvidable trio con Alejandro Urdapilleta y Humerto
Tortonese. .Dentro del   repertorio  de estreno en café Mozart
   figuraba  el célebre  poema Cadáveres de Perlongher.
Batato recitaba una parte  y  en
alguna  pausas, cambiando de voz, saliendo hacia el fondo
del escenario, como viendo llegar algo,  agregaba la palabra
"Tractor", en un tono que hacía estallar de risa al público.
 Perlongher, muy disgustado, me comentó en voz baja que jamás había
escrito esa palabra  y se  retiró sin saludarlo.  
 Junto
al “Clú del Claun” partieron de gira por Colombia donde   luego de cada
función,   Batato   programaba
en la trasnoche  este unipersonal que enseguida fue de gran convocatoria.
Al regresar me regaló un sobre lleno de dólares en concepto de derechos de
autor. El único capaz de hacer algo así.  
Su
lema, que llevaba a la práctica sin detenerse nunca: "hacer, hacer,
hagamos"   Era en sí mismo  la propia poesía llevada a los
piringundines y fiestas de Buenos Aires renaciendo después de los 80.
Por
sobre todo Batato,  se consideraba un ciruja de la cultura, salíamos
a buscar por los tachos de basura  como cartoneros reciclando tesoros
abandonados en las calles. Una noche me llamó para contarme que la actriz
Alicia Bruzo lo habían invitado a realizar tres presentaciones en Alemania, me
alegré porque   pensaba  "hacer"  un poema de mi
segundo libro: "La novias pobres”. Me preguntó si por acaso tenía algún
vestido de novia o algo que se le parezca  a lo que por supuesto le
respondí que no. Igual iría a preguntar,  por si acaso, a algunas
amigas. Ya me había mudado al  palacete que el pintor   Fernando
Bedoya tan solidariamente cediera;  a una cuadra de la Plaza Flores. Salí
después de medianoche  para dar unas vueltas en pleno verano insoportable.
Al llegar a Nazca y Rivadavia   había en la esquina  aquella
 enorme  pila de cajas,
 evidentemente tiradas  a la basura. Cuando abrí una de ellas no
podía creer lo que estaba viendo. Era un vestido de novia cubierto de arañas.
 Seguí  buscando en las otras y  descubrí  varios
ejemplares diversos.  Pero claro, la antigua  Casa de Moda había
cerrado sus puertas  porque estaba oscura y toda cubierta por una pintura
de cal blanca. Quizás la señora muy mayor hubiera fallecido. Elegí tres
 enormes vestidos no sin antes sacarle  los insectos  y al otro
día se los llevé a su casa.  A esta altura ya semejante sincronía no nos
resultaba nada más que naturalmente mágica.
Pero no
era así. Un Dios aparte llamado azar nos reunía e incluso   nuestro
diálogo era inesperadamente  telepático. La noche que con enorme
expectativa me dijo iba a mostrarme un libro en los derruidos camarines del
Parakultural le comenté: "Ya sé, son los poemas de Marosa di
 Giorgio" Y, asombrado me entregó el  ejemplar de "Clavel y
Tenebrário" que ya se había aprendido de memoria.  También me rogaba
que le contara sobre ella a quien ya había visitado varias veces en Uruguay
hasta que, tres días antes del final aceptó presentarse en un Festival de
Nuevas  Tendencias , justamente en una vieja estación como marcaba el
libreto de "La Carancha". Viajaron los tres y su  amigo del alma
Tino Tinto para cuidarlo especialmente. Marosa después me contó que había ido a
verlo y al final Batato la había llamado a los camarines para saludarla muy
conmovido. Es que ese es el mismo personaje del que hablan los diarios como
recién fallecido ?..., me preguntaba  Marosa, si lamentablemente es
él, viajó sólo para verte.  Quería conocer a  una de sus poetas más
admiradas.
Marosa,
jadeando detrás del tubo, al  fin comentó: "Que honor tan increíble.
Ahora entiendo, ahora entiendo".
Desde
el comienzo  su velocidad para armar puestas y propuestas  era
 una carrera contra el tiempo, como si ya supiera que  tan
prematuramente  a  los 33 años
dejaría este plano.   
Una
actitud de choque compartida con sus convocados hasta que finalmente se
consolidara el  fabuloso Trío de Mujeres Descontroladas, con los que
realizaran innumerables  funciones hasta el clásico insoslayable
"La Carancha- una Dama sin Límites" que comenzaron a ver figuras
fascinadas por  esa propuesta, desde Alberto Segado, Elena Tasisto, Juana
 Hidalgo , Rita Cortese, María Ibarreta  a Alfredo Alcón  además
de los fieles  seguidores que hacían cuadras de cola y él a veces iba a
visitar para que no se aburran de tanto esperar., repartiendo caramelos y
panfletos con su número telefónico que pasó a ser como un mantra sonando todo
el tiempo.
Números,
puestas  no convencionales pero inolvidables, algunas  hoy accesibles
por  Internet para eterno regocijo de quienes incluso jamás lograron verlo.
Muchos volvían varias veces a disfrutar  las mismas propuesta porque
 en verdad se alimentaban de su  presencia para conjurar la falta de
alegría y tantos otros males que  siempre  se reiteran y  ante
 los cuales hay un seguro  antídoto: Batato  Barea para todo el
 mundo. 
Él, mordiendo
un limón dentro de su  redecilla para el pelo o soplando  talco de
las páginas de un cuaderno cubierto de poemas.  Él bailando una
cumbia de la Bomba Tucumana como si fuera Ravel. Él, blandiendo el nombre
de los chacales de la dictadura y la iglesia escritos en un envase de pizza, pronunciando
con furia  la palabra Asesinos. Él  bailando en las penumbras de un
escenario derruido en el  Parakafé como si estuviéramos ante una imagen de
Tarkosvsky. El, con su malla enteriza color fucsia girando igual a  los
derviches,  imperturbable  y en éxtasis proyectado hacia nosotros.
 Él , participando en un homenaje oficial a la gran Niní Marshal
recitando el poema de Urdapilleta "Sombra de conchas " provocando un
escándalo en la platea aunque la propia Niní aplaudiera muerta de risa. 
Él,
 haciendo sus acrobacias y cabriolas en las murgas carnavalescas.  Él
o Ella, nuestra eterna estrella con luz tan propia pero siempre ofrendada como
un faro que aún sigue alumbrando nuestro insondable    mar de
cemento, noche y día, como siempre.
Su casa
que denominé "BATATOPOLIS"  en Tucumán 3054, tiene en la entrada
dos placas. Para mí,  es un templo profano del placer más poético.  
Cuando entrevisté a Hebe de Bonafini para su biografía,  ella simplemente
me dijo que consideraba a  Batato como un hijo más. Casi cien testimonios
que van mostrando su historia y se pude encontrar  en el  Centro
Cultural Ricardo Rojas., donde merecidamente  la Sala Mayor lleva ahora su
nombre. Gracias, Batato por estar siempre con  todos  los que somos
multitud y por siempre te  veneraremos.”
                  El
artista plástico Seedy González Paz le dedicó, en 2002 una muestra completa,
con pinturas, grabados, dibujos y demás expresiones referidas todas a la vida y
obra de "Batato ,
                                                                             
                      Miguel Eugenio Germino
Artículo escrito en estrecha colaboración  con Fernando Noy al que le agradezco su
desinteresado aporte.
FUENTE:
--http://cvaa.com.ar/03biografias/barea_batato.php
                 
--https://www.pagina12.com.ar/2001/01-12/01-12-06/pag33.htm 
--http://www.taringa.net/posts/info/12739660/Batato-Barea.html
--http://www.taringa.net/posts/info/12739660/Batato-Barea.html
--http://www.dramateatro.com/numero_actual/pdf001/006.pdf
--http://revista.cinedocumental.com.ar/6/criticas_05.html
                   --Noy Fernando -"Te lo juro por Batato", Bs.
As. Libros del Rojas-UBA, 2001.



 
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