PICHUCO PIBE DE CORTOS
Aquel
muchacho Aníbal Troilo (“Pichuco”)
A 110
AÑOS DE SU NATALICIO
11 de
julio de 1914 / 18 de mayo de 1975
El pasado 11 de julio, en el Día del
Bandoneón, se cumplieron 110 años del nacimiento en “El Abasto” de un
referente que “nunca se fue de su barrio” y vale recordarlo con su “nocturno”, un recitado de su autoría que quedó grabado
en la memoria de la identidad del Abasto, como un referente que siempre fue y
siempre lo reivindicó.
El apodo “Pichuco” –según una versión– proviene de "picciuso", que en un napolitano deformado
querría decir "llorón"; y algo de eso había en aquella actitud con
algo de Buda frente al bandoneón cuando se decía que en ciertos pasajes Troilo
"hacía pucheros".
Vio la luz en la calle Cabrera 2937 y tras la
muerte de su padre, cuando él tenía ocho años, pasó a vivir en Soler 3280, a
menos de tres cuadras, y a los diez años le pidió a su madre que le comprara un
bandoneón, cuya posesión era un sueño que lo perseguía desde la primera
vez que vio uno entre los tantos músicos que visitaban los cafés del barrio.
Su primer bandoneón lo compró en un local de
Córdoba y Azcuénaga, le costó 140 pesos: “Yo no tenía tanta plata, pero
arreglamos en amplias cuotas que no alcancé a pagar. La trampa la hizo la vida.
El ruso que me vendió el bandoneón se murió antes de que le pagara la séptima
cuota”.
Nocturno a mi barrio
Mi barrio era así, así... así...
Es decir, ¡qué se yo si era así!
Pero yo me lo acuerdo así,
con Giacumín, el carbuña de la esquina,
que tenía las hornallas llenas de hollín,
y que jugó siempre de "jas" izquierdo al lado mío,
siempre... siempre...
¡tal vez pa’estar más cerca de mi corazón!
Alguien dijo una vez
que yo me fui de mi barrio...
¿Cuándo?, pero... ¿cuándo?
¡Si siempre estoy llegando!
Y si una vez me olvidé,
las estrellas de la esquina de la casa de mi vieja
titilando como si fueran manos amigas,
me dijeron: Gordo... gordo, quedáte aquí,
quedáte aquí.
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