viernes, 2 de octubre de 2020

EDITORIAL AL Nº 304 OCTUBRE 2020

 EDITORIAL


 “Alguien le preguntó una vez a Aristóteles: ¿Qué se gana con la mentira?, que no te crean cuando dices la verdad, respondió el filósofo”.

 EDITORIOAL

Una mentira, por pequeña y piadosa que sea, no deja de ser un obstáculo para la confianza. Si sale a la luz, una mentira puede arrojar dudas sobre cien verdades anteriores haciendo que nos cuestionemos experiencias que creíamos verdaderas.

No basta con contar la verdad, hay que destruir la mentira, sobre todo las grandes mentiras escritas como grandes verdades, con las que se pretende instalar un mundo ficticio, simulado; decir solo una parte de la verdad es también una manera de mentir.

Trasladado el tema a la práctica diaria, se encuentra en primera fila un grupo que domina gran parte de la economía, los medios del país y la conciencia de muchos mortales: el “Grupo Clarín”. En 1999 se constituyó formalmente como Sociedad Anónima. Los accionistas mayoritarios son hoy los herederos de la familia Noble –Marcela y Felipe Noble Herrera–, y los señores Héctor Horacio Magnetto, José Antonio Aranda y Lucio Rafael Pagliaro. En la nueva sociedad se consolidaron las participaciones que hasta entonces poseían los mismos en las diferentes compañías del Grupo.

Es el grupo empresario de medios de comunicación más grande de la Argentina, engloba –entre otros– al diario Clarín (el de mayor circulación en Latinoamérica)​, la empresa Artear (que opera y comercializa el canal de aire “El Trece” de Buenos Aires), la señal de cable Todo Noticias y la operadora de televisión por cable Cablevisión, junto a otras decenas de empresas como editoriales, emisoras de radio, productoras de televisión, proveedores de Internet, telecomunicaciones, imprentas gráficas, correo tradicional y servicios de tercerización y, sobre todo, el monopolio que le regaló la Dictadura: “Papel Prensa”.

Con semejante poder económico se asegura tener un inmenso poder político y de lobby, con el que se permite manejar resortes fundamentales de una Argentina sumida y tendida a su merced.

Este poder, sumado a otras grandes compañías mundiales, al capital financiero internacional, a las multinacionales y al gran país del Norte (EE.UU.) que se arroga un extraordinario poder de presión, deja a los países acorralados, más en este intrincado momento de pandemia.

Así el poder político-económico, como frutilla del postre, se arroga también el manejo de la mentira, y para ello cuenta con un respaldo “irregular” de importantes sectores de la justicia (hoy el poder más devaluado de los tres de la Nación).

Tras la derrota macrista y su aceitado aparato, comenzaron a destaparse diversos affaires (asunto o caso ilegal o escandaloso).

El caso del accidente de Once, que después de haber metido presos a varios funcionarios del gobierno anterior, resultó que hoy el maquinista declaró ser el responsable principal; algo similar ocurrió con el triple crimen en plena campaña electoral de 2015, los medios hegemónicos de la mano de Jorge Lanata instalaron que el entonces candidato Aníbal Fernández estaba involucrado en el “Triple crimen de General Rodríguez” bajo el apodo de “La Morsa”. Cinco años después, Clarín retrocede en sus acusaciones y publica una nota de “un caso sorprendente” que involucra a Julio César Pose, un ex agente de la SIDE y colaborador de la DEA, involucrado en el asesinato de los tres empresarios farmacéuticos. Muy al pasar, aclaran que finalmente Fernández no tenía nada que ver con el crimen.

El memorándum con Irán, donde se manifiesta que "las alertas rojas siempre estuvieron vigentes", “las mentiras mediáticas y las causas armadas se derrumban como un castillo de naipes”, o la mentira que circuló en la red social Facebook de que el ministro de Economía de Cristina Kirchner, Axel Kicillof, cobraba u$s 420.000 por mes de la petrolera argentina, y el supuesto asesinato de Nisman, entre tantos otros, sin hablar del asunto del Correo, o el dinero blanqueado por Macri, su familia y sus amigos en paraísos fiscales.

 Para muestra basta un botón, y hay demasiados botones, decenas y decenas de falsedades que luego se cayeron por su propio peso, que mostraron las mentiras que se fabricaron para perjudicar a la gente del kirchnerismo, éstas se van desgranando una a una, destapes que se produjeron y continúan haciéndose, demostrando lo nerviosos que se están poniendo ciertos funcionarios del gobierno anterior, comprometidos en escándalos económicos, que poco a poco se van aclarando.

¿Podrán salvarlos nuevas mentiras para cubrirlos? ¿O serán cuestiones difíciles de creer? ya que es imposible disfrazar la mentira de verdad, por más que aquella “se vista de seda”.

Se dice que la mentira tiene patas cortas, aunque según Eduardo Galeano “la mentira tiene patas larguísimas. Tan larguísimas que corren a mucha mayor velocidad que los desmentidos de los mentirosos”.

La mentira (hoy denominada “fake news”) circula por las redes a velocidades muy superiores a la verdad, como producto del pseudo periodismo difundido a través de portales de noticias, prensa escrita, radio, televisión y redes sociales cuyo objetivo es la desinformación deliberada o el engaño, o sea “la mentira”, lo que es un gravísimo problema.

 

                                 Hasta la próxima




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