LA
ARGENTINIDAD DE CARLOS GARDEL
Recordación
de su figura en este año Gardeliano 2020
El
nacimiento de un ser, quiénes lo concibieron, el nombre que recibió al nacer,
es un patrimonio que le queda para toda la vida, no así lo que puede determinar
él por medios propios con el paso del tiempo. El arribo a nuestra tierra,
pródiga receptora de todos aquellos que quisieron, quieren y querrán habitar el
suelo de nuestra Patria, tal como lo establece el Preámbulo de nuestra
Constitución Nacional: “….y asegurar los
beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos
los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.
Hasta
aquí la presentación de lo que pretende hacer comprender el origen del título
de este artículo.
Llegó a
nuestro país a los 2 años y 4 meses de vida, de la mano de quien fue su madre, doña Bertha.
Recorrió el paso del tiempo, como niño, adolescente y adulto en esta
tierra, que para madre e hijo fue adoptada con sentimiento y necesidad
superadora de tiempos pasados, no tan gratos.
Como digo al comienzo de esta nota, el patrimonio del
nacimiento queda en poder del ser que llegó a la faz de la tierra y así
llegamos al 4 de noviembre de 1920, fecha en que
Carlos Gardel se presenta ante las autoridades de la Policía Federal para
obtener la nacionalidad argentina, ya que después de 27 años y 8 meses de estar radicado en nuestro país, por supuesto se
sentía más que francés; así obtiene su cédula de
identidad Nº 383.017. Ironía de la vida de un gardeliano, justamente, ese día, 22
años después, se me ocurre llegar a este mundo.
Éste
es el verdadero testimonio de una decisión tomada por un adulto, respecto de su
reconocimiento hacia la tierra que lo cobijó y donde
realizó gran parte de su vida artística, ya que pasó en Argentina 40 años de su preciada vida, que se extinguió tempranamente
en junio de 1935 –faltando
170 días para que cumpliera 45 años (en el mes de diciembre)–. De esa forma logró reafirmar el país que deseaba que fuese
el que sintió como su lugar de nacimiento. No por ello renegó, en absoluto, de su tierra natal, ya que en forma bastante asidua (en total en cuatro oportunidades) concurrió a visitar
a su familia, de la misma forma que lo hizo su querida madre. Precisamente el
día 24 de junio de 1935, doña Berta estaba en Toulouse con su familia.
Como testimonio de su sentir argentino, va este texto
del recuerdo de Alberto Vacarezza sobre Carlos Gardel.
“Fue en la dulce y bella ciudad de Niza. Y
justamente la noche del 24 de mayo de 1931, hallábame en la terraza del café de
los Ingleses, frente al Casino, que afirma su edificio a orillas del
Mediterráneo, acompañado de cinco compatriotas, entre los que se encontraba el
conocido actor don Juan Porta, cuando un lujoso automóvil se detuvo frente a
nosotros y vimos descender de él la radiante figura del cantor criollo, seguido
por su representante Luis Gaspar Pierotti.
La gente
repetía a su paso y con evidente simpatía, su popularizado nombre.
Después de los apretados abrazos de rigor, me dijo que esa misma tarde había
llegado de París.
Cenamos juntos
en franca camaradería. Fuimos luego al Casino y volvimos al café. No hay para
qué decir que toda nuestra conversación fue dedicada a recordar las cosas de la
patria lejana Buenos Aires era nuestro sueño. Y acordándonos de los amigos
lejanos y de las cosas vividas, hubo un momento en que la emoción embargó
nuestros espíritus. Y así continuamos hasta que la luz del alba comenzó a
clarear las aguas del Mediterráneo. Y fue justamente en aquel amanecer del 25
de Mayo cuando los siete argentinos que allá nos
encontrábamos, tocados por el recuerdo del día y de la patria, instintivamente,
nos pusimos de pie y, como por un mandato imperativo de nuestra emoción
comenzamos a cantar el himno argentino. Huelga decir que la armoniosa voz del
imitado pero inimitable cantor fue la que se destacó claramente del conjunto,
del modo que, para no enturbiarla, los demás guardamos silencio. Y él solo,
Carlos Gardel, concluyó las estrofas del glorioso himno como jamás he oído y seguramente
no oiré cantar, en el resto de mi vida.
Los siete argentinos
nos abrazarnos llorando.” (Revista
Canta Claro, Nº 992 del 22/06/1948)
Cabal
demostración de lo que se siente cuando uno de nosotros está de viaje y lejos
de nuestra patria, se
siente una emoción que lo embarga y, al regresar, le sale del alma tararear el
tango “Volver”, eso es el sentimiento por el suelo querido.
En
este año gardeliano es que rindo homenaje a nuestro máximo cantor por varios
motivos que hacen que lo mantengamos más en nuestra memoria y cercano a
nuestros sentimientos.
24 de junio 1935 - 2020: 85 años de su partida final.
Octubre-noviembre
1930 - 2020: 90 años que inicia junto al
director Eduardo Morera, el Cine Sonoro Argentino, con la filmación de 15
cortos que quedaron para la historia (ver artículo
publicado en este mismo periódico en el Nº 304 del mes de
octubre 2020).
11
de diciembre 1890 – 2020: 130 años de lo que
sería, con el tiempo, un acontecimiento muy ligado a nuestro país, América toda
y buena parte del mundo:
nacía Charles Romuald Gardes…
Héctor Rebasti
Gardeliano
hectorrebasti@gmail.com
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