EDITORIAL
DICIEMBRE 2020 AL Nº 306
En los
números de octubre y noviembre pasado abordamos dos temas desestabilizadores,
instalados por la oposición y potenciados por los medios hegemónicos;
la mentira y el miedo, en este editorial abordaremos otro, promovido en los
últimos meses: el odio.
La mentira y el miedo pueden considerarse, aún dentro de
su carácter pernicioso, concepciones racionales, pensadas; en cambio el odio presenta
únicamente un perfil irracional.
Incentivado
por periodistas tristemente célebres, de ciertos canales de la TV (los más
vistos), así como de los editoriales de los diarios Clarín y La Nación que “manejan” la opinión pública, a su antojo, buscan instalar, si se cae en su prédica,
puerilmente estudiada, un verdadero canto de sirenas –pregonado por todos al unísono–, a fin de inducir a los buques en alta mar hacia los
escarpados acantilados a estrellarse ineludiblemente.
El odio, acompañado por otras connotaciones, como la
rabia, la ira, la agresividad, el racismo y la xenofobia, lleva
indefectiblemente a enfrentamientos de consecuencias impredecibles. El éxito
del odiador es lograr que la víctima también odie y lo dificultoso es lograr el
efecto inverso.
Si bien estas manifestaciones son muy sectoriales y
marginales, pueden llegar a potenciarse incentivadas por ciertos dirigentes
opositores –hoy
desplazados– pero que
intentan recomponerse para asumir el protagonismo perdido.
Además, de mantenerse éste en el tiempo, provoca la aparición
de complicaciones psicológicas e incluso físicas crónicas, tales como estrés,
ansiedad, pensamientos obsesivos, agresividad, debilitación del sistema
inmunitario, etc., aquellas personas que viven bajo el odio y el rencor, son incapaces
de sentir paz y tranquilidad. En ocasiones, consideran que las consecuencias
producidas en el ser odiado generan justicia, aunque el mayor daño se genera
sobre sí mismo cuando experimenta este sentimiento.
Sin dudas, un gran fomentador del odio es Jaime
Durán Barba, durante
muchos años personero a sueldo del Pro –otro gran talentoso en su profesión–, que se manifiesta un confeso admirador de Goebbels, cuando afirma en su libro “El arte de ganar” que: “el electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se
movilizan emocionalmente. Las elecciones se ganan polarizando al electorado,
sembrando el odio hacia el candidato ajeno…”.
Sobre el mismo tema, Tennessee William manifestaba: “Creo que el odio es un sentimiento que sólo puede
existir en ausencia de toda inteligencia”, y Bertrand Russell aseveraba: “Pocas personas
consiguen ser felices sin odiar a otra persona, nación o credo”.
El odio conduce al miedo, estos tres elementos: mentira, miedo y odio, combinados, conforman un cóctel explosivo de efectos nocivos y perniciosos para la llamada
“democracia” que ellos preconizan, es un virus tan o más nocivo que el propio
Covid-19, al que muchos niegan y subestiman su existencia, incitando a manifestaciones, sin guardar el distanciamiento y utilizando mal el barbijo, lo que pone en serio riesgo al resto de la población.
Afortunadamente en el horizonte aparece en el corto plazo la vacuna,
varias vacunas, una tabla salvadora en el océano. ¡A no desaprovecharla!
Aunque
afloren en nuestro país, el mundo está cargado de posiciones de extrema derecha
que fueron reemplazando las opciones más moderadas, como por ejemplo en España,
que desapareció del espectro político el partido “Ciudadanos” y fue ocupado por
el extremista Vox, así como en Francia, Alemania y otros países europeos.
Hoy el gobierno parece recuperar la
iniciativa con la refinanciación de la deuda, las negociaciones con FMI, el
freno al dólar, el impuesto a las grandes fortunas, y comienzan a vislumbrarse
algunos signos de reactivación económica. Pero ¡ojo! que el Fondo siempre exige algo a cambio –“nunca olvida el ajuste”, directo
o indirecto, y todo ajuste pega de lleno en los sectores más postergados, básicamente
los jubilados– que desde siempre
fueron la variable de ajuste, dado que el sistema previsional es largamente deficitario,
no de ahora sino desde hace ya muchos años. Un tema de difícil solución, siendo
sus causas principales: el trabajo informal, “en negro”, la evasión impositiva, el monotributarismo,
y la mayor expectativa de vida de la población.
Y en ese sentido se vislumbra el proyecto que el gobierno enviaría al
Congreso para tratar en extraordinarias, todo régimen de actualizaciones que
excluya el tema inflación, conduce de por sí un peligroso “ajuste encubierto”
Los precios están descontrolados y se vislumbra un inminente ajuste de
tarifas, las que aumentaron en la era de Macri en más del 3.000%. Se haría
necesario estatizar nuevamente al menos el servicio
eléctrico.
La situación del país es compleja y crítica, pero es únicamente “el Estado” el llamado a ordenar los melones dentro del carro, para marchar
por el camino adecuado sin perjudicar a los sectores más postergados, ¡¡¡otro camino resulta peligroso!!!
Hasta
la próxima
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