8 AL 10 DE DICIEMBRE DE 1977
LOS SECUESTROS DE LA SANTA CRUZ
Una iglesia,
la “De la Santa Cruz”, en una esquina de San Cristóbal, donde dos calles se
cruzan y donde también se cruzan vidas y proyectos. Esquina y encrucijada,
donde unas tumbas muestran placas y flores, a metros de la cerca que da a la
vereda, como perpetuación de la memoria.
“Los
12 de la Santa Cruz” conmemora el secuestro y
desaparición de 12 militantes de Madres de Plaza de Mayo, que se reunían en
aquel templo del barrio de San Cristóbal, una iglesia en la que el pasionista Bernardo
Hughes (entonces párroco de la misma, hoy
fallecido), le había abierto las puertas a quienes se organizaban para reclamar
por sus seres queridos secuestrados.
Al
anochecer de aquel 8 de diciembre se realiza un operativo de la Marina, encabezado por Alfredo Astiz (infiltrado de la
Marina en el grupo –con el nombre de Gustavo Niño–)
actuando como entregador, cuando se celebraba la fiesta de la Inmaculada
Concepción de María.
Fueron
secuestradas las Madres Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de
Bianco, la monja francesa Alice Domon, y los militantes Ángela Auad, Gabriel
Horane, Raquel Bulit y Patricia Oviedo, cuando terminaban una reunión para organizar una colecta de
dinero con el fin de publicar una solicitada. Los secuestros se completan con: Remo Berardo, Horacio Aníbal Elbert y José Julio Fondevila. Terminando el 10 de
diciembre de 1977 con la captura de la Madre Azucena Villaflor de De Vicenti y la monja
francesa, Léonie Duquet.
UN
RECUERDO DE AQUELLA TRÁGICA NOCHE
La
Abuela Dalia Giovanola relató sus recuerdos del operativo del que fue
testigo: “Estábamos con otra abuela, salíamos de la iglesia y lo vemos a Astiz
en el cordón de la vereda, en la calle, frente a la escalinata. Pasamos corriendo
y le dijimos ‘rajá, rajá que te van a llevar’. Seguíamos cuidándolo con toda
inocencia”, recordó. “Los afectos
no son virtuales, los sentimientos y las ideas tampoco, así que aprovechemos la
posibilidad de seguir con estos encuentros”, planteó Vera Jarach, de Madres, tras reflexionar sobre el pasado, pero también sobre “los peligros” que implica el constante resurgir de “la derecha, los
negacionistas, los que buscan chivos emisarios”.
Hace
44 años de aquel hecho que no conmovió a todo el país gracias
al ocultamiento y a la complicidad de los
medios hegemónicos –cómplices virtuales– de la Dictadura Cívico Militar, por lo
que es importante “mantener la memoria para que nunca más se repita aquella
tragedia”, que con el tiempo sí, no solo conmovió al país, sino al mundo.
las tumbas y las placas en la iglesia
Con la
consigna "Volvimos con democracia para siempre y derechos para todos
y todas. A 44 años del secuestro de los 12, ellas volvieron con el mar, las
Madres a la Plaza y la verdad hace su historia. Memoria y Justicia presente y
futura”, Mabel Careaga, hija de Esther Ballestrino de Careaga, una de
las fundadoras de Madres, resumió los operativos, la plata que juntaron para la
solicitada que publicarían en La Nación, el cautiverio y el
"traslado" el 14 de diciembre de 1977 que quedó documentado en los
registros de Prefectura. Cecilia De Vicenti, hija de Azucena
Villaflor de De Vicenti, también fundadora de Madres, recordó hace un año: que
“el mar trajo casi de inmediato los cuerpos” y recordó que hace quince años el
Equipo Argentino de Antropología Forense logró identificar tanto a su madre
como a Carega, a Mary Ponce de Bianco, Ángela Aguad y la monja francesa Léonie
Duquet. “Los pañuelos blancos derrotaron a los fusiles de la dictadura”,
afirmó.
También hace un año se rindió el último reconocimiento, post
mortem, fue para el Padre Bernardo. “Fue realmente un pasionista y siendo
párroco de la Santa Cruz le abrió las puertas a las Madres para que pudieran
reunirse, para los militantes populares en los años duros de la dictadura”.
Citaron al sacerdote durante el acto por la identificación de las mujeres hasta
entonces desaparecidas, cuando denunció que "esta verdad que a los familiares nos llevó
28 años conocer,
estaba en posesión de la Marina, de las Fuerzas Armadas y de la Iglesia, que a
través de los capellanes de la ESMA consolaba a los marinos cuando volvían de
los vuelos, diciendo que habían brindado a los detenidos una muerte cristiana y
sin sufrimiento”.
LOS VEJAMENES
Durante más de diez
días, el grupo de los 12 estuvieron secuestrados y expuestos a vejaciones
infrahumanas en el centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA.
Luego, fueron arrojados con vida al mar, como muchos otros cuerpos de detenidos
desaparecidos, de los que se calculan fueron 30 mil, aunque aún existen algunos
que “se atreven” a minimizar aquellos hechos que enlutaron, enlutan y por
siempre enlutarán al país y al mundo.
LA MEMORIA
De aquellos cuerpos de las madres arrojadas al mar, el destino quiso que muchos fueran devueltos por la corriente,
sin embargo fueron enterrados como NN en el cementerio de General Lavalle. Y
tuvo que ser mucho tiempo después que el Equipo Argentino de Antropología
Forense (EAAF) pudo identificar varios de los restos óseos que allí se
hallaron, entre ellos algunos del grupo de los 12 de la Santa Cruz: Azucena Villaflor, una de las fundadoras de la organización, María Eugenia Ponce De Bianco, Esther
Ballestrino de Careaga, Angela Auad de Genoves y la religiosa Léonie Duquet. Los restos
de Ballestrino de Careaga y Ponce de Bianco descansan en uno de los jardines
laterales de la iglesia, hoy convertido en un sitio más de memoria, como tantos
otros a lo largo y ancho del país.
Anualmente se
realiza en aquel templo, un acto en memoria de aquellas madres y militantes
mártires, como también se realizan otros a lo largo y ancho de nuestra
geografía, y en todos los tiempos, ¡por siempre!, porque no los podrá ocultar el nuevo fascismo
que hoy aflora en el país a contramano de la historia y los derechos humanos.
Miguel Eugenio Germino
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