EDITORIAL 322 ABRIL 2022
“El
escorpión le pidió a la rana que lo cargara para cruzar el río, la rana le dijo
–¿Cómo sé que no me picarás?
El escorpión respondió: –porque
haría que ambos nos ahogáramos. La rana aceptó; sin embargo, en la mitad del río el escorpión picó a la rana.
Cuando la rana le preguntó ¿por qué, si los dos vamos a morir?; el escorpión respondió: –es mi naturaleza.”
En paralelismo con la fábula, la compleja realidad
que vive el país –especialmente con el
acuerdo con el FMI– es una brasa
candente, más si sabemos que históricamente, desde que Argentina se asoció al Fondo en 1956,
firmó 23 acuerdos aceptando las condiciones del organismo internacional y en
todos los casos fueron “actos fallidos”, en todos los casos el escorpión terminó
picando.
¿Esta vez será distinto, o “por naturaleza” –como la
del escorpión– el Fondo terminará dando la
picadura mortal?
Ojalá esto no suceda, pero existen sobrados
motivos para desconfiar, ya que en todos los casos “el ajuste” es un hecho casi
fatal, y más temprano que tarde, terminará recayendo sobre las espaldas de los
más débiles –como siempre
ocurrió–.
En el mientras
tanto, “el campo popular” se debate entre los que ven el acuerdo como “la única
salida posible” y los que opinan que se podrían haber explorado otras
alternativas, y llama la atención el secretismo con que Economía manejó el
tema.
A su vez, en esta disputa, interceden factores externos como: la
oposición que se entromete, los medios que picanean constantemente, el
empresariado que especula con la estampida imparable de los precios, la
compleja situación internacional con la guerra, y el gobierno de Fernández, que
no atina a resolver.
Es cierto que la salida no es fácil, pero –siempre
hay “un pero”– en estos dos años de gobierno –pandemia por medio–, no se pudo o no se quiso tomar las medidas
urgentes para ordenar el camino, obstáculos no faltaron, pero quedan pendientes
situaciones que traban y exprofeso llevarán al gobierno a naufragar.
A saber:
- El tema de la justicia (Corte Suprema, procurador
y Comodoro Py).
- La Ley de Medios eliminada
por decreto por el gobierno anterior.
- El control de precios e inflación (resultan necesarios organismos reguladores).
- La puja distributiva y los límites insostenibles
de pobreza, caballito de batalla de propios y extraños.
- El problema impositivo que recae con el IVA
sobre los sectores más bajos.
- El nivel de violencia de todo tipo que escala en
una sociedad dividida.
- La debilidad en tomar las medidas enérgicas y
necesarias para resolverlas.
Solo son algunos, de los fundamentales temas en
los que no se avanzó, y hoy a menos de un año de lanzarse la campaña electoral
para el 2023, la situación se torna difícil y vulnerable y de no revertirse se complicará.
No basta con proclamar soluciones, son necesarias
medidas urgentes, antes que sea tarde, para luego llorar sobre la leche
derramada.
Según Goethe (1749-1832): “La claridad consiste en una acertada distribución de luz y sombra (…)
la mayor riqueza del hombre consiste en tener un ánimo suficientemente grande
para no desear la riqueza”. Hay algunos pocos que viven en claridad y riqueza,
pero hay muchos que subsisten en la pobreza y en las sombras.
Si el oficialismo no se institucionaliza y
discute democráticamente sus problemas internos –que existen–, será copado desde afuera por una oposición cada
día más feroz, y adiós a las elecciones del ’23.
Hay ministros, y ministros; algunos que no
funcionan, como Guzmán (solo un ministro “de deuda externa”, para en dos años
conseguir esta salida) y otros que fallan en la
comunicación, el secretismo no ayuda (la gente
necesita saber de qué se trata –igualito que en 1810–). En cambio, Roberto Feletti, secretario de Comercio,
con su buena voluntad tiene las manos atadas. Del mensaje (de guerra) tan
esperado del presidente, no surgieron –hasta el momento– las grandes soluciones
necesarias perceptibles, las llamadas “Mesas de Acuerdo” nunca dieron
resultados – ¡estos no fueron respetados!
Ciertos sectores recalcitrantes del campo, el
empresariado y la oposición, eternizan con sus trabas una salida. Así, de esta manera, se marcha hacia una
nueva frustración, que puede ser fatal.
¡Ojo!, que el escorpión siempre está al acecho
para producir la picadura fatal.
Hasta la Próxima
ANEXO:
EDITORIAL 322
“¡QUE
LA DEUDA LA PAGUEN LOS QUE FUGARON!”
Al
cierre de ésta edición de Primer Página, y cuando ésta ya se encontraba en rotativa, entró este proyecto al Senado de
la Nación.
No
es un impuesto más, como intentan denigrarla algunos, “Los de siempre”, es la
recuperación de una “evasión”, un delito punible, para quienes fugaron
ilegalmente divisas a paraísos fiscales extranjeros, los que además del pago al
fisco del 20% serán pasibles de las penas que correspondan por infligir las
leyes de la Nación.
"Son dos proyectos, uno reforma la ley de
entidades financieras para eliminar el secreto bancario y ampliar la facultad
de la Comisión Bicameral de Deuda para que el Estado se pueda enterar quién,
cómo, cuándo y dónde están los evasores.
Y otro, que crea el Fondo, que se basará en un gravamen que se va a
cobrar a todos los que tengan bienes activos,
fugados al exterior y no estén declarados".
Apoyamos
fervientemente esta movida, de legisladores patriotas que tras la aprobación
del nuevo “Acuerdo” con el Fondo, apuestan a la tan mentada iniciativa: “Que la
Deuda la peguen quienes fugaron divisas en forma ilegal”. (Hay en guaridas
fiscales más de 400 mil millones de
dólares). Es una aspiración de todo argentino defensor de los bienes del Estado,
y la soberanía nacional, que apuestan a una mejor “distribución” de la riqueza,
hoy condicionada por el tutelaje del FMI, con 10 auditorías trimestrales, que
adelantará la primera para Mayo en lugar de Junio.
Será
difícil para “La Oposición” oponerse, y hacer causa común con “delincuentes” por
lo que les será difícil negar el apoyo al proyecto, que no es ningún nuevo
impuesto – repetimos-- es solo aplicar
la ley a “Fugadores: delincuentes de
lesa patria”, acostumbrados a burlar la ley desde sus poltronas privilegiadas
que les brindó el poder (en las Sombras) y también a plena luz, y a la impunidad de jueces y medios que
siempre los protegieron.
Resta
ahora, la voluntad legal y política de aplicar con mano firme las leyes en
beneficios de las amplias mayorías, y no de los sectores privilegiados a como
estaban “mal acostumbrados”.
Primera Página
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