El subsuelo de la patria sublevado
LAS PATAS EN LA FUENTE |
Tras los funestos 12 años de la Década Infame, con el nuevo golpe del 4 de junio
de 1943 emergen militares encabezados por los generales Arturo Rawson, Pedro
Ramírez y Edelmiro J. Farrell (que fueron reemplazándose uno a otro).
El coronel Juan Domingo Perón, que había
sido llamado a ocupar el Departamento de Trabajo desde
donde comenzó a aplicar importantes reformas sociales, había sido destituido y
encarcelado a raíz de la presión que ejercían sectores retrógrados, tanto
civiles como militares que ya imponían los nuevos hombres para gobernar.
“Sin galera y sin bastón… los muchachos
de Perón” fue el grito de miles y miles de trabajadores que desde la media
mañana del 17 de octubre de 1945 recorrían las calles de Buenos Aires en marcha
hacia la Plaza de Mayo, en una “pueblada” que restituirá a
Perón en el poder; era “el subsuelo de la patria sublevado” que dejará huellas imborrables en la historia no oficial.
La opinión
de Raúl Scalabrini Ortiz
"Pensaba con honda tristeza en esas cosas en
esa tarde del 17 de octubre de 1945. El sol caía a plomo cuando las primeras
columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque
acudían directamente de sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco
envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábito de
burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos
membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas
cubiertas de pingües, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y
vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Era la
muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir.
Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus
fisonomías. El descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de
trazos nórdicos y el trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano
sobrevivía aún… Así avanzaba aquella muchedumbre en hilos de entusiasmos que
arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal.
Un pujante palpitar sacudía la entraña de la
ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes
continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de
la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López,
de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas.
Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de
Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de
Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de automóviles, la
hilandera y el peón. Era el subsuelo de
la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como
asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el
substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí
presentes en su primordialidad sin reatos y sin disimulos.
Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y
matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso,
sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón." (Scalabrini Ortiz, en Hechos
e Ideas, febrero 1946).
Tranvía abarrotado de personas rumbo a Plaza de Mayo
Lo que nació aquel 17 de octubre
El movimiento
que nace el 17 de octubre de 1945 no será un simple alzamiento o rebelión
popular, será el inicio de un proceso de cambios que dejó huellas imborrables
para el futuro del país. Marcó un hito en la historia política, que aún hoy
continúa siendo materia de estudio, análisis y discusión.
Algunos lo
descalificaron como “aluvión zoológico”. Pero se trataba de la reacción
contenida de un pueblo sojuzgado durante 135 años de recambios oligárquicos. La
hasta entonces negada justicia social vendrá a partir del golpe militar del 4
de junio de 1943, de tendencia nacionalista, que fue introduciendo, aun sin
pretenderlo, una serie de reformas encaradas por una figura desconocida hasta
entonces, Juan Domingo Perón, un coronel que comenzó a ver a los trabajadores de
forma diferente, y cuando intentaron destituirlo, el pueblo reaccionó.
El proceso de
industrialización que avanzaba desde la Primera Guerra Mundial afirmándose
rápidamente en el transcurso de los años cuarenta, dio origen a un proletariado
industrial, destinado a protagonizar una decisiva experiencia histórica en
medio del pánico de los partidos directa o indirectamente complicados con el
pasado. Era la antítesis del propio capital que necesitaba expandirse. Esos
proletarios, decepcionados del socialismo ajeno a la realidad nacional, del
radicalismo en plena descomposición histórica después de la muerte de su gran
caudillo Hipólito Yrigoyen, y del comunismo, cuyas consignas no lograron
entroncar con las demandas populares del país, comenzaban a adherir a un nuevo movimiento.
ARENGANDO A LA MULTITUD DESDE LO ALTO |
El 17 de
octubre no sólo fue una lección histórica para las fuerzas del antiguo orden,
sino que fue la demostración de una gigantesca voluntad política de la clase
obrera con su adhesión a un jefe (Perón) que supo percibir las condiciones
históricas maduras que rompían con las antiguas relaciones económicas del
régimen de la producción agropecuaria, que superaban los programas de los
partidos pequeño burgueses.
La revolución
política exigía la reforma social. La recuperación de la economía enajenada al
extranjero y la elevación del nivel de vida del hombre argentino explotado,
constituyeron la doble faz de un mismo fenómeno: la toma de conciencia
histórica de las masas.
El Golpe de junio de 1943
Alguna vez
Perón explicó que toda revolución tiene cuatro etapas: la filosófico-doctrinaria,
la toma del poder, la dogmática y la institucional.
Durante los años de la Década Infame no fueron pocos los grupos de militares y
civiles que iban preparando las bases programáticas que después se reflejarían
con toda fuerza durante el peronismo. Entre estos, el grupo de ex yrigoyenistas
reunidos en FORJA; pero también los oficiales que pronto formarían el Grupo
de Oficiales Unidos (GOU), una sociedad militar secreta constituida
el 10 de marzo de 1943, que despertará sospechas de estar influenciada por el
nazismo.
Estando más o
menos perfiladas las bases programáticas, la toma del poder no tardó en venir.
Aunque no había pasado mucho tiempo del golpe militar de 1930 contra Hipólito
Yrigoyen, el nuevo cambio de comando en el país tenía nuevos elementos. El 4 de
junio de 1943, aprovechando la apatía del pueblo hacia un gobierno corrupto,
conservador y fraudulento, los militares, encabezados por los generales Arturo
Rawson, Pedro Ramírez y Edelmiro J. Farrell (que fueron reemplazándose uno a
otro) asumieron el poder. La Segunda Guerra Mundial y una clase obrera
largamente postergada en sus demandas formaron parte del trasfondo de los
reacomodos.
En medio de
la inicial confusión, solo el GOU tenía un plan para llevar adelante. Con
algunas de las principales secretarías en sus manos, fue Juan Domingo Perón el
que ganó un extraordinario protagonismo, al hacerse cargo de un relegado pero
potencialmente muy aprovechable Departamento de Trabajo.
Por entonces,
el nuevo gobierno, influido por ideas nacionalistas de la derecha ultra
católica, pero a su vez antiliberal y autoritaria, dio elementos a la oposición
que se conformó de inmediato para que pudiera acusarlo de fascismo. Sin
embargo, ante el mismo proceso, grupos como FORJA y numerosos fragmentos de la
población, mayormente postergados, apoyaron el golpe o, cuanto menos, se
llamaron a la cautela. Creyeron entonces que podía iniciarse un proceso de
recuperación de soberanía nacional, de industrialización y empleo y de conquista
de derechos laborales y sociales.
Luego del
golpe de Estado del 4 de junio de 1943, el gobierno militar designó al coronel
Juan Domingo Perón al frente del Departamento Nacional de Trabajo, por entonces
una dependencia estatal de poca relevancia que Perón elevó al rango de Secretaría
de Trabajo y Previsión. Desde allí Perón elaboró una vasta legislación
laboral y social. Los trabajadores contaron, por primera vez, con
organismos estatales a los cuales recurrir en caso de conflicto, tribunales del
trabajo, estatutos que fijaban las condiciones laborales de cumplimiento
obligatorio, leyes de protección, jubilaciones y vacaciones anuales pagas. Como
resultado inmediato de la nueva legislación hubo un mejoramiento sustancial de
la situación material y social de la población trabajadora en su conjunto.
Cuando en
octubre de 1945 Perón fue obligado a renunciar a raíz de la presión que sobre
él ejercían sus opositores tanto civiles como militares, las masas obreras
iniciaron la movilización que culminó el 17 de octubre. Ese día, los
trabajadores convergieron al centro de la ciudad y colmaron la Plaza de Mayo al
tiempo que exigían la liberación del coronel Perón. Del mismo modo, aunque en
menor medida, los obreros del interior del país también hicieron escuchar sus
voces reclamando la libertad de Perón.
A partir de
ese momento fundacional, los relatos sobre el 17 de octubre expresan una
verdadera contienda simbólica por el significado y la interpretación de un mito
de origen.
Opiniones de entonces
Se sucedieron
opiniones bien disímiles entre sí. Según Arturo Jauretche: “El 17 de octubre, más que representar la
victoria de una clase, es la presencia del nuevo país con su vanguardia más
combatiente y que más pronto tomó contacto con la realidad propia”. Como
contrapartida, el dirigente conservador Emilio Hardoy diría: “Había dos países en octubre de 1945: el
país elegante y simpático con sus intelectuales y su sociedad distinguida
sustentada en su clientela ‘romana’ y el país de ‘la corte de los milagros’ que
mostró entonces toda su rabia y toda su fuerza… ¡Días que sacudieron al país! …
¡Días en que la verdad se desnudó!, ¡Días que cierran una época e inauguran
otra!”. Por su parte, John Wiliam Cooke opinaba: “El 17 de octubre de 1945 no fue una simple
manifestación protestataria, fue una Gran Rebelión Popular mediante la masiva
participación y movilización de los trabajadores y con verdaderas
características insurreccionales… El peronismo fue el más alto nivel de
conciencia al que llegó la clase trabajadora argentina”. “El 17 de octubre de
1945 marca el fin de una Argentina y el comienzo de otra. Fue un hecho tan
contundente que aún hoy, y a pesar de las conquistas perdidas, del patrimonio
entregado, de las infamias cometidas, ha quedado no solo como recuerdo y evocación,
sino como Bandera para las luchas por la Dignidad Nacional”.
Ernesto Sammartino de la UCR,
dentro de la ya instalada antinomia peronismo-anti peronismo, expresaría en la
Cámara de Diputados del Congreso Nacional el 7 de agosto de 1947, con su
oratoria altisonante y contestataria: “El
aluvión zoológico del 24 de febrero parece haber arrojado a algún diputado a su
banca, para que desde ella maúlle a los astros por una dieta de 2.500 pesos.
Que siga maullando, que a mí no me molesta”.
Las patas en la fuente
La imagen de
los trabajadores con los pies en la fuente de la Plaza de Mayo quedó como una
postal imborrable de aquella gesta del 17 de octubre, que
simboliza la llegada del peronismo para cambiar la vida del pueblo argentino.
Las masas
irrumpieron en las calles, se apropiaron del espacio público y rompieron con
las buenas costumbres marcadas por las clases privilegiadas y el statu quo impuesto por las élites
dominantes. Así, el peronismo se encarnó en el movimiento político y social más
transformador de la historia al impulsar un cambio cultural en la vida
argentina. Los derechos se ampliaron y se abrieron las puertas a nuevas
oportunidades para todos, incluidos los postergados de siempre.
OTRO ASPECTO DEL AQUEL 17 DE OCTUBRE |
El discurso de Perón el 17 de octubre
del '45
El 17 de octubre
rememora a un país que empezaba a transitar por el camino de la ampliación de
los derechos políticos y sociales con más justicia y distribución social,
soberanía política e independencia económica, en una América imbuida de cambios
profundos. A través del tiempo el moderno movimiento fue superando las
coyunturas y las proscripciones que le imponían el revanchismo y las dictaduras
que azotaban al país. Nunca ejerció el poder sin la legitimidad de los votos, y
su afán popular continúa convocando y representando a las grandes mayorías.
Aquel pueblo de las patas en la fuente,
que despertó para cambiar el porvenir, simboliza hoy la piedra en el zapato de
unos pocos que pretenden concentrar el poder, contra los muchos que pugnan por
preservar las conquistas logradas.
No habrá dictadura, ni autoritarismo
capaz de dar vuelta la historia por más de que caigan las hojas del almanaque y
aparezca algún “iluminado” para designar como “nuevo”, lo viejo y perimido de
lo más rancio de la oligarquía.
Miguel
Eugenio Germino
Fuentes:
-http://17 de
Octubre de 2010
-http://ricardobalbin.tripod.com/los44.htm
-http://tiempo.infonews.com/nota/10654/las-patas-en-la-fuente
-http://tiempo.infonews.com/nota/86363/dos-peronisthistoricos-recuerdan-la-jornada-del-17-de-octubre-de-1945
http://www.elhistoriador.com.ar/frases/ascenso_y_auge_del_peronismo/el_golpe_de_junio_de_1943.php
-http://www.elortiba.org/171045.html
-http://www.magicasruinas.com.ar/revistero/esto/revdesto312c.htm
-https://es-la.facebook.com/permalink.php?story_fbid=649017631881428&id=246781465438382
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