El hombre feliz
Todo el mundo conversaba en el vagón de primera, pero la
conversación era animadísima en el asiento que ocupaban el juez de Paz y sus
amigos. El juez de Paz de la villa veraniega llegaba al colmo de sus
expansiones, cuando hablaba del éxito del corso de las flores del sábado pasado
o de la fiesta en el consejo escolar, para distribuir premios.
La mañana era calurosa, y más en el coche a pesar de todas
las ventanillas abiertas.
El juez, con sombrero de paja casi en la coronilla,
ostentaba una frente roja e inexpresiva. Tórax y abdomen avanzaban con audacia
hasta apoyarse en las rodillas. Rodeado de paquetes y de cajas, parecía un
comerciante de mudanza. Se creía dueño del coche y hablaba poco menos que a
gritos:
–¡Qué mi amigo Pereyra! Yo le dije que las semillas eran
buenas y han salido buenas… ¿No les decía? Ahora el intendente tiene automóvil…
Qué caray, con estos días no se puede abrir la oficina sino por la mañana… ¿Y
qué opina del corso? ¿Vio dónde pusieron los palcos oficiales? Yo les dije a
los de la comisión que los colocaran frente a la iglesia, pero vino el
intendente y mandó que los instalaran frente a su casa… Poca gente… Mucho
automóvil, pero al fiado… para darse lujo de verano… También andaban las de…
¡ja! ¡ja! ¡ja!… Como les iba diciendo, había preparado dos corderos al asador,
pero ni para empezar… entre el secretario y yo nos liquidamos uno… Me decía el
doctor Tal que otra vez asemos una vaquillona… Por la tarde correremos la
depositada con el zaino de Zamora… Carrera de perros…
–¡Che! Por aquí; tomá este paquete… con cuidado este otro…
poné éste en el suelo hasta que yo baje… no vas
a romper estas botellas…
Y él descendió balanceándose con una canasta y las revistas
para las niñas.
En el andén saludó a todo el mundo. Llegó a la calle, subió
con dificultad en una carrindanga y se alejó, tumbo tras tumbo, por la calle de
los paraísos hasta la primera confitería.
en “Cuentos para los pobres”
(1923)
Mario Bravo nació en Tucumán el 27 de junio de 1882. Tras terminar los estudios secundarios se trasladó a
Buenos Aires para estudiar Derecho. En 1905, se
recibió de abogado. Su tesis doctoral versó sobre “Legislación del trabajo”.
Sus preocupaciones por los obreros y los más humildes lo
acercaron al socialismo desde temprana edad. En 1907 ya era secretario de
Redacción del periódico “La Vanguardia” y más tarde sería su director.
Fue diputado nacional entre 1913 y 1922. Un año más tarde
fue elegido senador. En 1932 fue nuevamente electo senador. Alternó sus tareas
parlamentarias con las periodísticas. Fue además poeta y escritor. Entre sus
escritos se encuentran Poemas del campo y de la montaña, Canciones
y poemas, Canciones de la soledad. También publicó ensayos, novelas y
cuentos. Murió el 17 de marzo de 1944.
Fuente: Martín
Fierro, periódico quincenal de arte y crítica libre, Año 1, N° 1, Buenos
Aires, febrero de 1924, pág. 4.
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