domingo, 28 de junio de 2020

CUANTO BREVE DE MARIO BRAVO


El hombre feliz



Todo el mundo conversaba en el vagón de primera, pero la conversación era animadísima en el asiento que ocupaban el juez de Paz y sus amigos. El juez de Paz de la villa veraniega llegaba al colmo de sus expansiones, cuando hablaba del éxito del corso de las flores del sábado pasado o de la fiesta en el consejo escolar, para distribuir premios.
La mañana era calurosa, y más en el coche a pesar de todas las ventanillas abiertas.
El juez, con sombrero de paja casi en la coronilla, ostentaba una frente roja e inexpresiva. Tórax y abdomen avanzaban con audacia hasta apoyarse en las rodillas. Rodeado de paquetes y de cajas, parecía un comerciante de mudanza. Se creía dueño del coche y hablaba poco menos que a gritos:
–¡Qué mi amigo Pereyra! Yo le dije que las semillas eran buenas y han salido buenas… ¿No les decía? Ahora el intendente tiene automóvil… Qué caray, con estos días no se puede abrir la oficina sino por la mañana… ¿Y qué opina del corso? ¿Vio dónde pusieron los palcos oficiales? Yo les dije a los de la comisión que los colocaran frente a la iglesia, pero vino el intendente y mandó que los instalaran frente a su casa… Poca gente… Mucho automóvil, pero al fiado… para darse lujo de verano… También andaban las de… ¡ja! ¡ja! ¡ja!… Como les iba diciendo, había preparado dos corderos al asador, pero ni para empezar… entre el secretario y yo nos liquidamos uno… Me decía el doctor Tal que otra vez asemos una vaquillona… Por la tarde correremos la depositada con el zaino de Zamora… Carrera de perros…
–¡Che! Por aquí; tomá este paquete… con cuidado este otro… poné éste en el suelo hasta que yo baje… no vas a romper estas botellas…
Y él descendió balanceándose con una canasta y las revistas para las niñas.
En el andén saludó a todo el mundo. Llegó a la calle, subió con dificultad en una carrindanga y se alejó, tumbo tras tumbo, por la calle de los paraísos hasta la primera confitería.



 Mario Bravo
 en “Cuentos para los pobres” (1923)


Mario Bravo nació en Tucumán el 27 de junio de 1882. Tras terminar los estudios secundarios se trasladó a Buenos Aires para estudiar Derecho. En 1905, se recibió de abogado. Su tesis doctoral versó sobre “Legislación del trabajo”.
Sus preocupaciones por los obreros y los más humildes lo acercaron al socialismo desde temprana edad. En 1907 ya era secretario de Redacción del periódico “La Vanguardia” y más tarde sería su director.
Fue diputado nacional entre 1913 y 1922. Un año más tarde fue elegido senador. En 1932 fue nuevamente electo senador. Alternó sus tareas parlamentarias con las periodísticas. Fue además poeta y escritor. Entre sus escritos se encuentran Poemas del campo y de la montaña, Canciones y poemas, Canciones de la soledad. También publicó ensayos, novelas y cuentos. Murió el 17 de marzo de 1944.

Fuente: Martín Fierro, periódico quincenal de arte y crítica libre, Año 1, N° 1, Buenos Aires, febrero de 1924, pág. 4.




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