domingo, 28 de junio de 2020

LA GUERRA DEL CHACO


21 de julio de 1938: el fin de la Guerra del Chaco

               Festejos tras la finalización del conflicto

“Las guerras dicen que ocurren por nobles razones: la seguridad internacional, la dignidad nacional, la democracia, la libertad, el orden, el mandato de la civilización o la voluntad de Dios. Ninguna tiene la honestidad de confesar: ‘Yo mato para robar’”…
“Las guerras siempre invocan nobles motivos, matan en nombre de la paz, en nombre de dios, en nombre de la civilización, en nombre del progreso, en nombre de la democracia y si por las dudas, si tanta mentira no alcanzara, ahí están los grandes medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos imaginarios para justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y un inmenso matadero…”
Eduardo Galeano

La Guerra del Chaco fue un enfrentamiento entre Bolivia y Paraguay, por la intervención de la región del Chaco Boreal, que se llevó a cabo entre el 9 de septiembre de 1932 y el 21 de julio de 1935, en tierras inhóspitas y carentes de agua. En los papeles la ganó Paraguay que se quedó con las tres cuartas partes del Chaco, pero en realidad la perdieron los dos pueblos, ya que la guerra dejó un saldo de 90 mil muertos, más los heridos, desplazados, mutilados y enfermos por infecciones contraídas durante el conflicto.


Apiñados en camiones rumbo al frente y a casi una muerte segura


El Gran Chaco es una región geográfica ubicada en el centro-sur de América del Sur, que se extiende en parte de los actuales territorios de Bolivia, Paraguay, y Argentina. Incluye la parte sur de la región de los llanos orientales de Bolivia, una pequeña parte del sudoeste de Brasil, la región occidental de Paraguay y la parte central del norte argentino o región chaqueña argentina.


¿Qué fue la Guerra del Chaco?

Entre las principales causas de aquella guerra se encuentra la disputa por la salida al mar y ciertos problemas limítrofes y territoriales, además por la industria del petróleo, que siempre metió la cola para azuzar los ánimos ya exaltados de los pueblos que mantienen controversias territoriales, de que tampoco es ajena la industria armamentista.
Finalizada la Guerra de la Triple Alianza en 1870, Paraguay y Argentina acordaron someter la disputa sobre parte del territorio del Chaco Boreal a un arbitraje, con propósito de evitar un reinicio de las hostilidades. Fue elegido árbitro el entonces presidente de los Estados Unidos Rutherford B. Hayes quien, el 23 de noviembre de 1878, falló a favor de Paraguay confirmando sus derechos sobre la región. De forma inmediata, Bolivia anunció su desacuerdo con el fallo, iniciándose así una larga batalla diplomática.


     una de las tantas trincheras durante el conflicto

Otro antecedente de la guerra puede buscarse en la pérdida de Bolivia del acceso al Pacífico durante la guerra con Chile (1879-1883). Después de tener que ceder el territorio a Chile, Bolivia buscó otro acceso al océano, en este caso por el Este, a través del río Paraguay, que es un río profundo y accesible a barcos que navegan por el océano. Bolivia deseaba tener un puerto de mar en el río Paraguay y para lograrlo necesitaba posesionarse de parte del Chaco. La poca ocupación y explotación que se había hecho en el Chaco la hizo el Paraguay durante la década de los años veinte. En esa época llegó a Asunción un grupo de inmigrantes menonitas a los que el gobierno paraguayo otorgó en 1928 territorios para colonizar, dando inicio a la ocupación civil de la región. Además, los paraguayos habían construido puertos e instalaciones sobre el río Paraguay para la producción de tanino para curtir cueros. De estas instalaciones partían ferrocarriles de vía estrecha que penetraban al territorio chaqueño hasta el límite de los bosques para acarrear los árboles hacia los puertos.
También se especulaba sobre la existencia de yacimientos petroleros en la zona, aunque años después de concluido el conflicto se descubrió que no existían, aparte de los que ya se habían descubierto en la pre-cordillera boliviana lindante con el Chaco.  


                  Anticuado avión usado por Paraguay

La Guerra del Chaco es considerada la ofensiva más importante en Sudamérica durante el transcurso del siglo XX, ya que tuvo una duración de 3 años y ocasionó numerosas muertes, desaparecidos, enfermedades y falta de alimentos.
Varios fueron los tratados y protocolos que no pudieron ser ratificados por las dos partes, destacándose:
·                 Tratado Decoud-Quijano, del 15 de octubre de 1879
·                 Tratado Aceval-Tamayo, del 16 de febrero de 1887
·                 Tratado Benítez-Ichazo, del 3 de agosto de 1894
·                 Tratado Pinilla-Soler en 1907
·                 Tratado Ayala-Mujía en 1913
La Guerra del Chaco llegó a su fin en el año 1935, debido también al descontento por parte de ambas poblaciones y a la constante presión para el cese de la guerra, principalmente del pueblo boliviano y las naciones americanas. Las inversiones económicas, sumadas a la malaria y la falta de agua, causaron una grave crisis para ambos países.
Finalmente, luego de largas negociaciones, se firmó el Tratado de Paz de 1938 en Buenos Aires, donde se reconocieron aproximadamente 230.000 kilómetros cuadrados del territorio para Paraguay y, para Bolivia, el acceso al río Paraguay junto con el poblado de Puerto Casado. Sin embargo, no fue hasta el 27 de abril de 2009 cuando finalmente se firmó el acuerdo definitivo que dejó en claro el establecimiento de los límites, llamado “Acta de cumplimiento y ejecución del Tratado de Paz, Amistad y Límites entre Bolivia y Paraguay de 1938”.


 Boquerón, una de las más reñidas batallas de la guerra

¿Quién ganó la guerra del Chaco?

Principalmente los grandes derrotados fueron los pueblos, que dejaron en el campo de batalla miles de muertos y mutilados, tras 3 años de batalla, aunque territorialmente fue favorecido el Paraguay. El territorio en disputa quedó dividido de la siguiente manera: una cuarta porción sería de Bolivia y tres cuartas porciones serían de Paraguay. Asimismo, una franja a orillas del alto río Paraguay se le asignó a Bolivia, quien obtuvo acceso al mar, todo al costo de 90 mil muertos.


“Año: 1933 Campos Jordán La Guerra del Chacopor Eduardo Galeano

Están en guerra Bolivia y el Paraguay. Los dos pueblos más pobres de América del Sur, los que no tienen mar, los más vencidos y despojados, se aniquilan mutuamente por un pedazo de mapa. Escondidas entre los pliegues de ambas banderas, la Standard Oil Company y la Royal Dutch Shell disputan el posible petróleo del Chaco. Metidos en la guerra, paraguayos y bolivianos están obligados a odiarse en nombre de una tierra que no aman, que nadie ama: el Chaco es un desierto gris, habitado por espinas y serpientes, sin un pájaro cantor ni una huella de gente. Todo tiene sed en este mundo de espanto. Las mariposas se apiñan, desesperadas, sobre las pocas gotas de agua. Los bolivianos vienen de la heladera al horno: han sido arrancados de las cumbres de los Andes y arrojados a estos calcinados matorrales. Aquí mueren de bala, pero más mueren de sed. Nubes de moscas y mosquitos persiguen a los soldados, que agachan la cabeza y trotando embisten a través de la maraña, a marchas forzadas, contra las líneas enemigas. De un lado y del otro, el pueblo descalzo es la carne de cañón que paga los errores de los oficiales. Los esclavos del patrón feudal y del cura rural mueren de uniforme al servicio de la imperial angurria. Habla uno de los soldados bolivianos que marcha hacia la muerte. No dice nada sobre la gloria, nada sobre la patria. Dice, resollando: –“Maldita sea la hora en que nací hombre.


                                la firma de la paz

Contará Augusto Céspedes, del lado boliviano, la patética epopeya. Un pelotón de soldados empieza a excavar un pozo, a pico y pala en busca de agua. Ya se ha evaporado lo poco que llovió y no hay nada de agua por donde se mire o se ande. A los doce metros, los perseguidores del agua encuentran barro líquido. Pero después, a los treinta metros, a los cuarenta y cinco, la polea sube baldes de arena cada vez más seca. Los soldados continúan excavando, día tras día, atados al pozo, pozo adentro, boca de arena cada vez más honda, cada vez más muda; y cuando los paraguayos, también acosados por la sed, se lanzan al asalto, los bolivianos mueren defendiendo el pozo, como si tuviera agua.
Contará Augusto Roa Bastos, del lado paraguayo, la patética epopeya. También él hablará de los pozos convertidos en fosas y del gentío de muertos, y de los vivos que sólo se distinguen de los muertos porque se mueven, pero se mueven como borrachos que han olvidado el camino de su casa. Él acompañará a los soldados perdidos, que no tienen ni una gota de agua para perder en lágrimas.


Una guerra por el agua que no existía

La aridez y la escasa población de ese territorio hicieron que, desde la época colonial, nunca se definieran sus límites en cuanto a la dependencia política-administrativa. Recién después de que Bolivia perdió la salida al océano Pacífico, como consecuencia de la Guerra del Pacífico (1879), esa región adquirió un valor estratégico para ese país. Después de tres años de duración y al precio de noventa mil muertos concluye esta guerra, en la que paraguayos y bolivianos cruzaron las primeras balas en un caserío llamado Masamaclay que en lengua de indios significa lugar donde pelearon dos hermanos. Al mediodía llega al frente la noticia. Callan los cañones. Se incorporan los soldados, muy de a poco, y van emergiendo de las trincheras. Los haraposos fantasmas, ciegos de sol, caminan a los tumbos por campos de nadie hasta que quedan frente a frente el regimiento Santa Cruz, de Bolivia y el regimiento Toledo, del Paraguay.
 Los restos, los jirones. Las órdenes recién recibidas prohíben hablar con quien era enemigo hasta hace un rato. Solo está permitida la venia militar; y así se saludan. Pero alguien lanza el primer alarido y ya no hay quien pare la algarabía. Los soldados rompen la formación, arrojan las gorras y las armas al aire y corren en tropel, los paraguayos hacia los bolivianos, los bolivianos hacia los paraguayos, bien abiertos los brazos, gritando, cantando, llorando y abrazándose ruedan por la arena ardiente, perdidos en un desierto carente de agua.


En el cine

Hijo de hombre” es una película sobre la Guerra del Chaco, que tuvo como títulos alternativos “La sed” y “Choferes del Chaco”. Esta coproducción de Argentina y de España, fue filmada en blanco y negro, siendo dirigida por Lucas Demare sobre el guión de Augusto Roa Bastos y se estrenó el 27 de abril de 1961 con Francisco Rabal, Olga Zubarry y Carlos Estrada en sus papeles principales.

 Miguel Eugenio Germino


Fuentes:
- Galeano, Eduardo, Memoria del Fuego 3, Catálogos, 2004.




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