EDITORIAL AL Nº 344 – FEBRERO
2024
"...quien
engañe, encontrará siempre quien se deje
engañar, todos verán lo que aparenta y pocos lo que es, y estos pocos no se
atreverán a ponerse en contra de la mayoría..."
Nicolás Maquiavelo
Al cierre de esta edición,
parecían naufragar tanto la llamada Ley ómnibus,
como el Decreto de necesidad y urgencia de Milei, que tras el contundente paro activo del 24
de enero –que a lo largo y ancho
del país reunió en la protesta a más de un millón de argentinos– quedó descolocado.
Cada día son menos los desinformados y temerosos, mayor
el número de arrepentidos, desencantados, desesperanzados, y el rechazo popular
a estos engendros ilegales zozobran vía judicial, parlamentaria y vía resistencia de un pueblo que parece despertar.
Antes el país no estaba bien, con una infernal
inflación incontrolada, pero ahora los precios están haciendo estragos en las
economías de trabajadores y jubilados, licuando
sus salarios a niveles catastróficos. Ya son escasos quienes se dejan engañar, abrieron
los ojos y reaccionan.
El actual poder enquistado en “La Rosada”, mezcla de
ex menemistas y macristas, pretendía arrasar con
el país todo, con los derechos y las libertades, intentando
rematar las empresas públicas y los dineros de
los jubilados. “El León Libertario”, “El Peluca” o “El Loco”,
que sacudió la campaña desde el principio arremetiendo a los gritos contra
todos y todo lo que a su juicio representaba la “casta política”, resultó ser que
la casta eran los jubilados, los trabajadores, el pequeño comerciante, su
propio pueblo.
El tema de fondo siempre es, fue y será el
mismo: vender el país, y saquear nuevamente a un pueblo que no por manso, es
idiota; es el plan siniestro de la banda que
asumió el gobierno y el poder, los de siempre:
medios, empresariado, dueños de la tierra, capital financiero…
La esencia del problema es sencilla, está en el
famoso fifty-fifty
de Perón: 50 y 50% para el “capital” y “el
trabajo”, que llegó en épocas de Néstor y Cristina a alcanzar casi el 54% en
favor del trabajo, y hoy la desproporción es abrumadoramente favorable al
capital, y ésa es la esencia del problema a
resolver, que no hará Milei ni su equipo de rejuntados ajustadores.
Mientras
esto no ocurra habrá conflicto, que solo se dirimirá en la calle (con o sin
protocolo de Bullrich), resistiendo y manifestando libremente.
Milei es un instrumento, un mítico, que dice hablar con
“Conan”, su perro muerto en el año 2017, a través de un médium, en una misión
del más allá. “Un loco”
como lo calificó el periodista Juan Luis González, que le dedicó un libro, o su
hermana Karina, “el jefe” según él la califica, o la vicepresidenta, de peligrosos vínculos con los torturadores asesinos
–presos de lesa humanidad de la dictadura–, o el propio poder concentrado, todos en componenda.
No podrán hacerlo porque crece la resistencia de las
fuerzas populares (¡populares sí!), que no es mala palabra como quieren hacerle
creer a “la gente de bien” como la llaman ahora, para continuar con el engaño.
Será fácil encontrar siempre a quienes se dejen engañar, y a quienes por
desinformación o temor se dejen someter. Porque un pueblo sometido, es manso,
pero ¡ojo! de los mansos que se rebelan, porque
allí aparecerá una nueva figura que no se sabe dónde y en qué termina.
Como decía Einstein: “Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos
las mismas cosas”, y en algún momento llegará –para todos– la hora de “la verdad”, y no será ni dentro
de 25 o 40 años como pretende Milei, será más
pronto y mucho antes que los locos tiempos que se proponen los perversos y
delirantes gobernantes.
Hasta la próxima
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