EDITORIAL AL
Nº 302 AGOSTO 2020
“Cuando la tormenta pase
y se
amansen los caminos
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso
y el destino bendecido
nos sentiremos dichosos
tan sólo por estar vivos.
Y le daremos un abrazo
al primer desconocido…”
Tal
vez una forma acertada de iniciar y concluir este editorial del mes de agosto, sea con estos versos del genial escritor y poeta Mario
Benedetti, aún en un momento crucial de la pandemia –que amenaza
al mundo entero–, aunque afortunadamente parece amesetarse.
Nuestro
país, dichosamente, fue uno de los menos
perjudicados gracias a las medidas oportunas y
anticipadas tomadas, a pesar de los tantos detractores que pusieron las más
inapropiadas trabas, hasta el punto de violar sistemáticamente la cuarentena
que cumple la gran mayoría.
Ocurre
en un momento crucial para el país, acechado por una deuda externa agobiante de
la que se logró al menos renegociar una parte,
cuando sale a la luz la más brutal de las pandemias, la mediática, de un
periodismo aferrado a lo más rancio de la oligarquía para consumar un combo
ensañado en destruir al país con su gente más castigada dentro.
Se pudo consumar un brutal ataque a la libre
expresión de las ideas con la inhumana agresión a trabajadores de un móvil de
C5N, cuando muchos –en malón– arremetieron contra pocos indefensos, en lo que pudo ser
una calamidad.
Reina en ciertos políticos la mentira
sistemática y organizada; existe también un
“Círculo rojo” que presiona con impunidad. “Se puede mentir a muchos poco tiempo. Pero no se puede mentir a todos todo el tiempo”, en una
incoherencia ideológica en la que es difícil distinguir a las palomas de los
halcones, en el mestizaje que caracteriza a la fauna y la flora del PRO y la
pasividad del hoy deslucido y opaco radicalismo.
En esta
instancia debe ser la justicia la llamada a
dirimir el triste hecho, una justicia cuestionada, devaluada y residual, donde
muchos casos se encuentran empantanados, como el caso Vicentin. Falta en el sistema judicial
una profunda y rápida depuración, caso contrario estaremos en serios problemas.
Al
igual es necesario el tratamiento legislativo del postergado impuesto a la
riqueza, que debe ser permanente (no por única vez), además
de la urgente designación del nuevo procurador general de la Nación, una profunda reforma tributaria y una ley de
entidades financieras (hoy rige aún la de la dictadura). Son algunas de las asignaturas pendientes del
gobierno, para poder avanzar sin tropiezos.
Se
hace necesario también aumentar en dos nuevos miembros a la Corte Suprema de Justicia, para compensar los dos designados (por la ventana) durante el
gobierno anterior, y avanzar en una “renta universal”.
Ésta
se está discutiendo y aplicando en muchas partes del mundo, especialmente en los regímenes “capitalistas”,
aunque deban rasgarse las vestiduras.
La
vacilación no es síntoma de fortaleza, sino que
es aprovechada por los enemigos agazapados en las sombras, con fines
desestabilizadores; hay
que evitar caer en ella.
Hoy
tras 140 días de cuarentena, se produce un lógico cansancio social y un
agotamiento económico, perjuicios psíquicos para muchos, pero la nueva
flexibilización –escalonada o
no– en post de recuperar la economía,
presenta un riesgo que tanto las autoridades como los ciudadanos deben asumir,
cuidándose y responsabilizándose, porque esta nueva
apertura en sí no garantizará una recuperación, algo
que no se dio en ninguna parte del mundo.
Todo
será diferente en el futuro post pandémico, se deberá convivir un largo tiempo
con el virus y los rebrotes. Deberemos ser mejores,
distintos, más comprensivos, pero no podemos ser
más débiles, al contrario, ¡ser más fuertes! para abordar los nuevos y mayores
desafíos de un futuro que no se presenta nada fácil.
No
se puede caer en facilismos, ser comprensivos sí, pero es de esperar no dar un
paso en falso que haga infructuoso el camino andado hasta el momento. Debe
primar la prudencia, tal vez pueda entrar a jugar además “el miedo” como un componente
de disuasión.
“…Cuando la tormenta pase
te pido Dios, apenado,
que nos devuelvas mejores,
como nos habías soñado.”
Hasta
la próxima
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