jueves, 30 de julio de 2020

LA LEYENDA DE “EL FAMILIAR”


 “EL FAMILIAR” LEYENDA DE LOS INGENIOS AZUCAREROS




Esta leyenda, según los indígenas de la región, trata de una suerte de demonio que, a cambio de la prosperidad de los ingenios y de los patrones, exige la sangre de los trabajadores en los pueblos azucareros del Norte argentino, para hacerlos más ricos y apropiarse del trabajo precarizado de sus explotados peones.
 Los patrones realizan un supuesto contrato con “El Familiar”, que es la encarnación del mismo diablo. Cada año le ofrecen un peón de los que llegan a la cosecha para que se lo coma, siendo de preferencia aquellos que son temporales o golondrinas sin familia.
En las grandes fábricas suelen ocurrir accidentes particularmente en la caldera y el trapiche y, cuando muere un hombre, se dice que el Familiar "ya se ha hecho la víctima" (si muere más de uno es porque está hambriento). El año será de mayor provecho para el dueño del ingenio cuantos más peones se coma el Familiar.
Esto explicaría el hecho de que en los ingenios más famosos de Jujuy, Salta y Tucumán desaparecieran peones todos los años y nunca se supiera que había sido de ellos.
Los dueños tenían en la fábrica un cuarto oculto donde vivía el Familiar. Allí enviaban a la gente a buscar herramientas; pero ninguno de los que entraba volvía a salir, aunque muchos cuentan su propia historia de supervivencia. Los hombres que conocen de estas cosas son precavidos; llevan una cruz grande colgada en el pecho, un rosario en el cuerpo y un puñal en la cintura. Si les sale el Familiar para querer comerlos, le hacen frente y pelean. Pueden quedar lastimados, con la cara y las manos arañadas y la ropa rota, pero se salvarán gracias a la cruz y al rosario; si el hombre no puede pelear con su facón, entonces será devorado. En los casos en que el peón sobrevive, los patrones les pagan fuertes sumas de dinero para que no avise a nadie y se vaya.
Este ser diabólico aparece como un perro enorme, feroz, siempre al acecho de cualquiera que pase; o como viborón negro con ojos de gato y cerdas en la cabeza. Se recomienda no matar a las víboras negras que se encuentren, porque puede tratarse del Familiar (no son muy largas pero sí gruesas, y a veces tienen cabeza de perro, como el Teyúyaguá de Corrientes). Aparece también como persona, mulita, cerdo o torito negro astuto. Se lo ha visto cruzar de noche los cañaverales arrastrando una pesada cadena; nada lo detiene y atraviesa paredes o pantanos sin que nadie logre herirlo.
Los numerosos ingenios de Tucumán, las grandes fincas de Catamarca y San Luis y los viñedos importantes en nuestro país cuentan todos con un familiar que hace parir a las vacas, reproducirse en abundancia las majadas y acrecentar riquezas. Además de comer hombres se alimenta con leche, menudos de vacas carneadas especialmente para él o grandes tachos de locro. Vive encerrado en sótanos donde se lo escucha gemir como un niño, en habitaciones ocultas en las casas o fábricas, corrales de pircas y, en su aspecto de víbora, puede habitar en petacas.
Cuando el dueño se muere y no pasa el secreto a otro, como ya no atienden al Familiar ni le dan de comer, éste se pierde y la fortuna desaparece.

Leyenda del Noroeste argentino





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