sábado, 6 de septiembre de 2008

INDUSTRIAS METALÚRGICAS Y PLÁSTICAS ARGENTINAS (IMPA)


INDUSTRIAS METALÚRGICAS Y PLÁSTICAS ARGENTINAS (IMPA)

Esta empresa, nacida en 1910, en las postrimerías de aquel año centenario de la Revolución de Mayo, está próxima a cumplir cien años de vida. Hacia 1998 se convirtió en la primera empresa recuperada, en medio de las grandes crisis que debió soportar el país a partir de 1995, la del “Tequila” primero, y la “caída de la convertibilidad” después, en el 2001.
Centenares de empresas habían sido arrolladas por el trance económico o vaciadas por empresarios inescrupulosos, dejando un tendal de damnificados, entre ellos a sus propios trabajadores. Entonces, la conciencia de clase y el ferviente deseo de preservar las fuentes de trabajo, llevaron a los obreros a hacerse cargo de los establecimientos, recuperándolos.
Zanón, Chilavert, Crometal, Sime, Conforte, Renacer-Aurora, Grissinópoli son algunos ejemplos. También, en Balvanera y Almagro, Brukman, de Jujuy 554; Hotel Bauen, de Callao 360; Maderera Córdoba, de Córdoba 3165; Confitería La Americana, de Azcuénaga 727 y la Metalúrgica IMPA, de Querandíes 4290, todas fueron agrupadas en el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER). Luego demostraron que podían funcionar “sin patrón”, administradas por los trabajadores agrupados en cooperativas u otras formas organizativas.
La Cerámica Zanón, de la provincia del Neuquén, marcó todo un símbolo al adoptar como nuevo nombre FASINPA (Fábrica sin Patrón), cartel que luce en el extenso parque de su ciudad capital.
IMPA, la metalúrgica de la calle Querandíes (entre Rawson y Pringles), fue la pionera de esta nueva modalidad inaugurada en el fragor de la crisis, que por otra parte ya funcionaba “sin patrón” desde 1971, cuando el entonces presidente Arturo Frondizi la forzó a una estructuración cooperativa.
Las Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentinas (IMPA) nacieron entre 1910 y 1918, según las fuentes consultadas. Dos socios de origen alemán le dieron vida en una época en que comenzaba a incrementarse el movimiento fabril nacional. Al comienzo se ocupaba de la fundición de cobre, pero pronto su actividad se transformó en el laminado de aluminio, para alcanzar su apogeo hacia 1938, cuando además de proveer a las fábricas de bicicletas, desde su planta instalada en Quilmes producían el fuselaje para los primeros y últimos aviones a reacción fabricados en América Latina. Hacia fines de la Segunda Guerra Mundial y tras declararle la guerra al Eje, en 1948 el gobierno peronista expropió todas las empresas de capitales alemanes, como Hoesch, Bayer, Crisoldine, y, entre ellas IMPA, para integrarlas en la Dirección Nacional de Industrias del Estado (DINIE).
Con la llamada “Revolución Libertadora” se permitió a los alemanes recuperar sus empresas, aunque éstos sólo aceptaron las más sólidas, como Bayer y Hoesch; IMPA sumaba por entonces entre sus tres plantas de Almagro, Quilmes y Ciudadela, a unos 3.000 obreros. En 1961 el gobierno de Frondizi obliga a IMPA a constituirse como cooperativa y los obreros deciden autogestionar la planta de Almagro. La de Quilmes fue entregada a la Aeronáutica, que la convertiría en Escuela Aeronáutica, mientras que la planta de Ciudadela desapareció.
En 1971 el gobierno de Lanusse licitó la empresa Aluar de Pto. Madrin (Chubut), que fue adjudicada al grupo encabezado por FATE. Allí IMPA comienza a sufrir los primeros contratiempos, aunque termina convirtiéndose en el mayor cliente de aquélla en la provisión de lingotes del mineral. Para entonces el personal de IMPA había declinado a sólo 500 trabajadores.
La crisis del “Tequila”, en 1995, más un proceso de vaciamiento interno, hará entrar a IMPA en concurso de acreedores. La quiebra se esperaba para mayo de 1998, cuando ente despidos y retiros quedaban en la fábrica apenas 50 trabajadores.
La reacción contra el Consejo de la Cooperativa no se hizo esperar más y los obreros tomaron la fábrica en defensa de su fuente de trabajo y de los jornales caídos. Amanecía para ellos un nuevo momento, aunque debieron hacerse cargo de un pasivo de 5 millones de pesos que dejó la administración anterior, financiado a 10 años de plazo, más las cargas sociales impagas.
En el año 1999 la empresa se convierte en la “Fábrica Ciudad Cultural”, una nueva experiencia que intercala la producción industrial con la cultura, y paulatinamente comienza a superar la difícil situación económica, si bien no alcanza para amortizar aquella deuda millonaria. A pesar de todo renacía el optimismo, como lo relataba un trabajador en el año 2003:
Cuando se escuchó el ruido de las máquinas trabajando…era algo fuerte, una alegría enorme. Una cosa es contarlo y otra es sentir esa alegría. Los primeros tiempos fueron duros. Llevábamos 5 pesos por día y 50 pesos los viernes. Y había veces que teníamos que dejar algo de los 50 pesos para la materia prima. Empezaron a venir compañeros que se habían ido porque habían conseguido otros empleos, pero empezaron a venir y a preguntar si había un lugarcito. Esto generó un conflicto entre los que participaron en la lucha y los que no… A medida que facturábamos íbamos a mejorar y de 5 pesos pasamos a 10 y de 50 a 70, 80 y cuando llegamos a 100, el ánimo de la gente cambió en un cien por cien. Imaginate, antes si te pagaban, eran 2 pesos, cuando te pagaban. Ahora no hay patrón, no hay dueño, ¡somos todos interesados!
Pasan por el lugar importantes figuras del espectáculo y la cultura, se organizan talleres, arte under y conferencias. Funciona en el lugar un bachillerato y el Centro de Salud Nº 23, que le presta a la comunidad barrial un importante servicio adicional.
La producción se limita a vajilla descartable, pomos para dentífricos y para la industria farmacéutica, todo hecho con aluminio reciclado, dado que sus antiguos proveedores son remisos a venderle. Juntamente fueron cayendo algunos clientes importantes, siempre a la espera de un subsidio del Gobierno que les apuntale su economía.
La historia de IMPA es un compaginado de épocas de esplendor, nacionalizaciones, vaciamientos, desinteligencias y sacrificios de sus trabajadores que pasaron de 3.000 a 50, que no pudieron renovar la maquinaria obsoleta, que tienen dificultades para adquirir materia prima y que se encuentran abrumados por las deudas, además de arrinconados por la burocracia judicial y estatal.
Lo que trasciende de esta historia es la tenacidad de una empresa sin patrón para abordar los múltiples problemas y resolverlos, mientras esperan la ayuda de los gobiernos nacional y de la Ciudad.
En el “mientras tanto” continúa la actividad fabril, cultural y social, con actos y conferencias que respaldan la soberanía nacional y la memoria de los pueblos, tanto en el orden interno como internacional, a pesar de ser hostigados por jueces y por la policía brava, y haberse llegado hasta sufrir el corte de energía eléctrica.

Miguel Eugenio Germino


FUENTES
-“IMPA trabaja y espera”, http://cta.org.ar/base/article9374…Edu.ve/cielo.php… -http://blogs.clarin.com/laverdaderahistoriadeimpa/posts.ass
-http://www. institutomemoria.org.ar/totas/071/21
-http://www.info-almagro.com.ar/almagro2_1/historia/impa.htm
-http://www.sitiocooperativo.com.ar/noticias/actualidad/act…
-Revista Venezolana de Gerencia, 26/6/2004, en http://www.servi.luz


2 comentarios:

Anónimo dijo...

apoyar la industria nacional!!
http://www.cbmmetal.com.ar/

Anónimo dijo...

Que estuoideces se duen por ahi...