miércoles, 31 de julio de 2019

SANTIAGO MALDONADO

¡¡¡JUSTICIA  EN EL CASO SANTIAGO MALDONADO!!!











viernes, 26 de julio de 2019

26 DE JULIO DE 1952 - MUERE EVITA



Discurso pronunciado el 31 de agosto de 1951 al hacer conocer su renunciamiento a completar la fórmula del Justicialismo, transmitido por la Red Argentina de Radio Difusión

«Compañeros: quiero comunicar al pueblo argentino mi decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi Patria quisieron honrarme en el histórico Cabildo Abierto del 22 de agosto.
Ya en aquella misma tarde maravillosa, que nunca olvidarán ni mis ojos ni mi corazón, yo advertí que no debía cambiar mi puesto de lucha en el movimiento peronista por ningún otro puesto. Desde aquel momento, después de aquel diálogo entre mi corazón y mi pueblo, he meditado muchos en la soledad de mi conciencia, y reflexionado fríamente he tomado mi propia decisión que en forma irrevocable y definitiva he presentado ya ante le Consejo Superior del Partido Peronista, y en presencia de nuestro jefe supremo, el general Perón.
Ahora quiero que el pueblo argentino conozca por mí misma, las razones de mi renuncia indeclinable.
En primer lugar, y poniendo estas palabras bajo la invocación de mi dignidad de mujer argentina y peronista, y de mi amor por la causa de Perón, de mi patria y de mi pueblo, declaro que esta determinación surge de lo más íntimo de mi conciencia, y por eso es totalmente libre y tiene toda la fuerza de mi voluntad definitiva.
Yo, que ya he vivido varios años -los mejores de mi vida- junto al general Perón, mi maestro y amigo, he aprendido de él a pensar y a sentir y a querer, teniendo como únicos ideales la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación. La felicidad del pueblo que, para mi acción se concreta en el bienestar de los trabajadores y la dignificación de los humilde; y la grandeza de esta Patria que Perón nos ha dado y que todos debemos defender como la más justa, la más libre y la más soberana de la tierra.
Yo evoco en este momento el recuerdo del 17 de octubre de 1945, porque en aquella fecha inolvidable me formulé yo misma, y ante mi propia conciencia, un voto permanente, y por eso me entregué desde entonces al servicio de los mas descamisados, que son los humildes y los trabajadores. Tenía una deuda casi infinita que saldar con ellos, que habían reconquistado a Perón para la Patria y para mí. Yo creo haber hecho todo lo que estuvo en mis manos para cumplir con mi voto y con mi deuda. No tenía entonces, ni tengo en estos momentos, más que una sola ambición, una sola y gran ambición personal: que de mí se diga, cuando se escriba el capítulo maravilloso que la historia seguramente dedicará a Perón, que hubo al lado de Perón una mujer que se dedicó a llevarle al presidente las esperanzas del pueblo, que luego Perón convertía en hermosas realidades, y que a esa mujer el pueblo la llamaba cariñosamente Evita.
Nada mas que eso: Evita, quería ser cuando me decidí a luchar codo a codo con los trabajadores y puse mi corazón al servicio de los pobres, llevando siempre como única bandera el nombre del general Perón a todas partes. Si con ese esfuerzo mío conquisté el corazón de los obreros y de los humildes de mi Patria, eso es ya una recompensa extraordinaria que me obliga a seguir con mis trabajos y con mis luchas.
Yo no quiero otro honor que se cariño. Aceptar ora cosa sería romper la línea de conducta que el impuse a mi corazón y darles la razón a los que no creyeron en la sinceridad de mis palabras. y que ya no podrán decir jamás que todos lo hice guiada por mezquinas y egoístas ambiciones personales. Yo sé que cada uno de los descamisados que me quiere de verdad ha de querer también que nadie tenga derecho a descreer en mis palabras, y ahora -después de esto- nadie que no sea un malvado podrá dudar de la honradez, de la lealtad y de la sinceridad de mi conducta. Por eso quiero que estén tranquilos mis descamisados: no renuncia a la lucha ni al trabajo; renuncio a los honores. He decidido renunciar al insigne honor de acompañarlo al general Perón en la fórmula presidencial; pero seguiré ocupando, como su más humilde colaboración, el puesto de batalla donde sirvo como pueblo al pueblo mismo, y como peronista al general Perón.
Junto a la Confederación General del Trabajo, y como una compañera más de los trabajadores seguiré siendo el puente de sus esperanzas ante el general Perón. Tenemos los compañeros de la Confederación General del Trabajo y yo mucho que hacer para cumplir con los objetivos geniales de nuestro Líder en estos años venideros. Crearemos juntos, luchando corazón a corazón, la unidad absoluta del justicialismo con el sindicalismo, a la sombra de la bandera peronista de la justicia social.
Por eso, y también porque aspiro a consolidar con mi trabajo y con mi propio ejemplo las fuerzas materiales y morales del Partido Peronista Femenino y Masculino, quiero seguir siendo nada más, pero nada menos, que la compañera Evita para todos: para los humildes, para los trabajadores y para Perón.
Esa es la única gloria y el único honro a que aspiro para mí. Yo sé que meditando estas razones mías, el mismo pueblo que me proclamó  el 22 de agosto también está conmigo ahora, y también quiere para mí esa única gloria y ese único honor. Yo me anticipé a su juicio definitivo, e interpretándolo, adopté mi decisión inquebrantable e irrevocable.
Guardaré, sin embargo, un recuerdo de eterna gratitud para todos los hombres y mujeres, los niños y los ancianos de mi pueblo, que estuvieron material o espiritualmente presentes en el Cabildo Abierto del 22 de agosto. Nunca se borrará tampoco de mi corazón la gratitud que siento para los compañeros de la Confederación General del Trabajo y para con la inmensa legión de trabajadores argentinos. Con ellos y por ellos, por los trabajadores y por los descamisados, seguiré luchando como hasta hoy con el corazón y con el pensamiento puestos en el general, nuestro Líder, nuestro conductor, nuestro maestro y para mí el amigo leal que con la grandeza extraordinaria de su alma supo dejar mi decisión de estos días librada al arbitrio de mi propia conciencia y de mi propia voluntad.
todas estas cosas me obligan a seguir luchando, todavía con más amor y con más energía que hasta el presente. Estoy segura que el pueblo argentino y el movimiento peronista que me llega en su corazón, que me quiere y que me comprende, acepta mi decisión porque es irrevocable y nace de mi corazón.
Por eso, ella es inquebrantable e indeclinable. Y por eso me siento inmensamente feliz, y a todos les dejo mi corazón.»



LOS CIEN AÑOS DE EVITA


7 de mayo de 1919
A 100 años del nacimiento de “Evita”

PUBLICADO POR PRIMERA PÁGINA EL 2 DE MAYO DE 2019

  


“Quiero terminar con una frase muy mía, que digo siempre a todos los descamisados de mi patria, pero no quiero que sea una frase más, sino que vean en ella el sentimiento de una mujer al servicio de los humildes y al servicio de todos los que sufren: Prefiero ser Evita, antes de ser la esposa del presidente, si ese Evita es dicho para calmar algún dolor en algún hogar de mi patria".
Evita

“Evita”, nombre por el que le gustaba que la llamaran, ni Eva Duarte, ni Eva Perón, simplemente Evita. En esas cinco letras se depositaron siempre amores y odios, antiguos, nuevos y por venir. Fue una figura –posiblemente de las más apasionadas y polémicas del siglo– que excede el factor humano y lo supera, para penetrar en un campo ideológico de connotaciones irreconciliables, que no tienen que ver necesariamente con ella, sino con su condición de mujer en una sociedad machista y conservadora. Es cierto que Evita sin Perón no hubiera sido Evita, pero el peronismo sin Evita tampoco hubiera sido lo mismo. Ella marcó a fuego al peronismo.


EL NACIMIENTO

La polémica comienza ya con su fecha y lugar de nacimiento, aunque finalmente el grueso de los historiadores da por válida la del 7 de mayo de 1919, tomando
como fuente el acta de bautismo registrada en el folio 495 del libro de bautismos de la Capellanía Vicaria de Nuestra Señora del Pilar del 21/11/1919, donde consta el bautismo de una niña llamada Eva María Duarte, hija natural de Juan Duarte y Juana Ibarguren. Hoy se acepta de modo prácticamente unánime que Evita realmente nació tres años antes que lo que indica la documentación estatal, el 7 de mayo de 1919.


Evita y sus hermanos en los carnavales del año 1921. Ella es la última de la derecha

El lugar, Los Toldos, originalmente una toldería mapuche de allí su nombre; es decir, un pueblo indígena. Allí estaba la comunidad mapuche de Coliqueo, instalada después de la batalla de Pavón (1861), por el legendario lonco y coronel del Ejército Argentino Ignacio Coliqueo (1786-1871), que procedía del sur de Chile. Entre 1905 y 1936 se desarrollaron en Los Toldos una serie de argucias legales destinadas a excluir al pueblo mapuche de la propiedad de la tierra. Poco a poco éstos fueron desplazados como propietarios por estancieros no indígenas. Juan Duarte, el padre de Eva, fue uno de ellos y por esa razón la estancia en la que Eva nació se encontraba precisamente frente a la toldería de Coliqueo.

SU INFANCIA Y ADOLESCENCIA

Hija de un padre que no la reconoció, la infancia es una de las etapas que más marcaron a Evita, supo lo que era pasar penurias y ambicionó, cuando tuvo la oportunidad, evitar en la medida de lo posible que otros no pasaran por la misma situación.

SU CASA NATAL EN LOS TOLDOS

"Desde que yo me acuerdo, cada injusticia me hace doler el alma como si se me clavase algo en ella. De cada edad guardo un recuerdo de alguna injusticia que me sublevó desgarrándome íntimamente. La limosna para mí fue siempre un placer de los ricos; el placer desalmado de excitar el deseo de los pobres sin dejarlo nunca satisfecho", expresó en alguna ocasión.
Una de sus maestras, Palmira Repetti, la recuerda así: Eva soñaba con ser actriz y migrar a Buenos Aires. Una jovencita de 14 años, inquieta, resuelta, inteligente, que tuve por alumna allá por 1933. No le gustaba la matemática. Pero no había nadie mejor que ella cuando se trataba de intervenir en las fiestas del colegio. Tenía fama de ser excelente compañera. Era una gran soñadora. Tenía intuición artística. Cuando terminó la escuela vino a contarme sus proyectos. Me dijo que quería ser actriz y que tendría que irse de Junín. En esa época no era muy común que una muchachita provinciana decidiera ir a conquistar la capital. Sin embargo yo la tomé muy en serio, pensando que le iría bien. Mi seguridad era, sin ninguna duda, contagio de su entusiasmo. Comprendí con los años que la seguridad de Eva era natural. Emanaba de cada uno de sus actos. Recuerdo que ella se inclinaba por la literatura y la declamación. Se me escapaba de clase cuantas veces podía para recitar delante de los alumnos de otros grados. Con sus lindos modos se compraba a las maestras y obtenía permiso para actuar frente a otros chicos”.
En el año 1934, aún sin terminar la escuela primaria, Eva viajó a Buenos Aires pero debió volver al no conseguir trabajo. Terminó entonces la primaria, pasó en familia las fiestas de Navidad y Año Nuevo, y el 2 de enero de 1935, Evita, con tan solo 15 años, migró definitivamente a Buenos Aires.
“…En el lugar donde pasé mi infancia los pobres eran muchos más que los ricos, pero yo traté de convencerme de que debía de haber otros lugares de mi país y del mundo en que las cosas ocurriesen de otra manera y fuesen más bien al revés. Me figuraba por ejemplo que las grandes ciudades eran lugares maravillosos donde no se daba otra cosa que la riqueza; y todo lo que oía yo decir a la gente confirmaba esa creencia mía. Hablaban de la gran ciudad como de un paraíso maravilloso donde todo era lindo y extraordinario y hasta me parecía entender, de lo que decían, que incluso las personas eran allá más personas que las de mi pueblo…” (fragmento de “La Razón de mi vida”).
La película Evita y algunas otras biografías sostienen que viajó en tren a Buenos Aires con el famoso cantor de tango Agustín Magaldi, después de que éste realizara una presentación en Junín. Sin embargo, los biógrafos de Eva, Marysa Navarro y Nicholas Fraser, han destacado que no hay registros de que Magaldi haya cantado en Junín en 1934 y su hermana relata que Eva viajó a Buenos Aires acompañada de su madre, quien permaneció con ella hasta que obtuvo un empleo.
Para el historiador Felipe Pigna era una intrépida: “En general los intrépidos, los buenos intrépidos, son aquellos que se animan a un poco más, y Evita es un caso así. No creo en la predestinación, no soy calvinista, pero el seguir y seguir contra todo, porque le dijeron siempre que no y ella siempre fue por el sí, creo que la convierte en una buena intrépida. Ella tenía una sensibilidad especial para con la injusticia, lo habla en La razón de mi vida, pero como toda chica del interior y de pueblo, quería ser actriz y figurar en las revistas. Ella queda muy deslumbrada con Buenos Aires en un sentido negativo, le parece una ciudad tremendamente injusta, ésa es la primera impresión social que se puede ver. Hay viajes previos de ella, pero cuando se viene a quedar, es una migrante más. Deja el campo para venir a buscar trabajo y deambula, con la diferencia de que ella se pone en la cabeza que quiere ser algo y no otra cosa, no quiere ser oficinista, quiere ser actriz”.
Actúo en las películas La cabalgata del circoLa pródigaUna novia en apuros, La carga de los valientesentre otras, aunque nunca fue una actriz destacada, ya que finalmente su ficción artística fue encausada por la política en la que sí dejó sus huellas.

MOMENTO EN QUE CONOCE A PERÓN


EN LA POLÍTICA

Donde existe una necesidad, existe un derecho”, fue una de sus frases preferidas. En aquellos tiempos de cultura machista, la participación de la mujer en política era mal vista, aunque a Evita la precedieron algunas pocas destacadas figuras que pudieron ocupar roles importantes.
La participación de Eva en la campaña de Perón fue una novedad en la historia política argentina. En aquel momento las mujeres carecían de derechos políticos (excepto en San Juan) y las esposas de los candidatos tenían una presencia pública muy restringida y básicamente apolítica. Desde principios de siglo grupos de feministas, como Alicia Moreau de Justo, Julieta Lanteri y Elvira Rawson de Dellepiane, habían reclamado sin éxito el reconocimiento de los derechos políticos para las mujeres.

EL DÍA DEL RENUNCIAMIENTO

En 1944 conoció a Perón, entonces secretario de Trabajo y Previsión, en un acto de ayuda a las víctimas del terremoto de San Juan. El encuentro ocurrió, supuestamente, en el famoso estadio Luna Park. Ya casada con él, participó activamente en la campaña electoral de su marido en 1946, siendo la primera mujer de un presidente argentino en hacerlo.
El 27 de febrero de 1946, tres días después de las elecciones, Evita de veintiséis años de edad pronunció su primer discurso político en un acto organizado para agradecer a las mujeres su apoyo a la candidatura de Perón. En esa oportunidad, Evita exigió la igualdad de derechos para hombres y mujeres y en particular el sufragio femenino. Durante la campaña para las elecciones de 1946, la coalición peronista incluyó en sus plataformas el reconocimiento del sufragio femenino. Perón desde su cargo de vicepresidente, intentó sancionar la ley del voto femenino. Sin embargo, las resistencias en las Fuerzas Armadas en el gobierno y también de la oposición, que alegaba intenciones electoralistas, frustraron el intento.​ Luego de las elecciones de 1946, su influencia dentro del peronismo crecía, Evita comenzó a hacer abierta campaña por el voto femenino, a través de mitines de mujeres y discursos radiales, lo que finalmente logró; creó un partido de mujeres líderes, con unidades de base, algo que no existía en ningún otro lugar del mundo. Decía que las mujeres no sólo tienen que votar, sino que tienen que votar a mujeres: por eso en esa época había mujeres en Diputados y Senadores, que aumentaron en las elecciones posteriores. Argentina fue muy avanzada.
La Fundación María Eva Duarte de Perón, desde donde Evita desarrolla sus principales acciones, se constituye el 19 de junio de 1948 y obtiene su personería jurídica el 8 de julio del mismo año. A partir del 25 de septiembre de 1950 pasó a llamarse “Fundación Eva Perón”.
 Tras lograr la igualdad política entre los hombres y las mujeres, buscó luego la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida con el artículo 39 de la Constitución de 1949.

SU ENFERMEDAD. SU RENUNCIAMIENTO.  

Cortejo fúnebre de Evita, una de las mayores concentraciones populares de la historia


Evita enfermó de un cáncer de cuello uterino. Su primera manifestación sucedió el 9 de enero de 1950 cuando sufrió un desmayo en el acto de fundación del Sindicato de Taxistas. A comienzos de 1951 vuelve a desmayarse en la Fundación Eva Perón, razón por la cual trasladó su oficina a la residencia presidencial, ubicada en aquel entonces en Austria y Libertador, donde hoy se encuentra la Biblioteca Nacional.
El 15 de octubre publicó su libro "La razón de mi vida", escrito con la ayuda del periodista español Manuel Penella, entre otros, con una primera edición de 300.000 ejemplares. Después de su muerte se convertiría en libro de lectura en las escuelas.
El avance del cáncer la volvía cada vez más débil y la obligaba a guardar reposo. Pese a ello participaba en los actos públicos. Uno de los más importantes de este período final de su vida fue el del 17 de octubre de ese año. El discurso que Evita pronunció ese día ha sido considerado como su testamento político; en él menciona nueve veces su propia muerte.
El 26 de julio de 1952 por cadena oficial se anuncia: “Cumple la Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la República, que a las 20.25 horas ha fallecido la señora Eva Perón”.
El actual Palacio Legislativo de la Ciudad de Buenos Aires (antes Consejo Deliberante, que había sido disuelto en 1941, no funcionó durante los dos gobiernos de Perón y recién sería rehabilitado en 1958, con Frondizi), en 1952 era sede del Ministerio de Trabajo y Previsión de la Nación y de la Fundación Eva Perón. Fue allí y a pedido de la CGT,  donde el cuerpo de Evita fue despedido durante 13 días consecutivos por el pueblo argentino en el Hall de Honor. En menos de 24 horas llegaron 18.000 coronas florales. Fueron 13 días consecutivos, 311 horas de un continuo y silencioso desfile de miles y miles de personas llorosas en un homenaje popular de día y noche con bajas temperaturas, lluvia, granizo, lloviznas intermitentes o cielo nublado, en filas con una extensión de una treintena de cuadras.

SU INFLUENCIA PÓSTUMA

Entre las nuevas generaciones nacidas con posterioridad a su muerte, Evita ha sido rescatada como un ejemplo revolucionario, muchas veces asociado con el Che Guevara. La relación simbólica entre Evita y el Che, ambos muertos trágicamente y jóvenes, ha sido destacada un sinnúmero de veces, aunque Evita a pesar de su posicionamiento populista no comulgaba con los sectores marxistas.
La izquierda peronista y en particular el grupo guerrillero Montoneros vinculó muy estrechamente su ideología y su accionar a la figura de Evita. Un famoso eslogan de esta organización decía “si Evita viviera sería montonera”.
En su poema Eva, María Elena Walsh se refiere a la influencia de Evita después de su muerte del siguiente modo:
 “Cuando los buitres te dejen tranquila
y huyas de las estampas y el ultraje
empezaremos a saber quién fuiste”.

“Cuando elegí ser Evita sé que elegí el camino de mi pueblo. Ahora, a cuatro años de aquella elección, me resulta fácil demostrar que efectivamente fue así. Nadie sino el pueblo me llaman Evita. Solamente aprendieron a llamarme así los "descamisados". Los hombres de gobierno, los dirigentes políticos, los embajadores, los hombres de empresa, profesionales, intelectuales, etc., que me visitan suelen llamarme Señora; y algunos incluso me dicen públicamente Excelentísima o Dignísima Señora y aun, a veces, Señora Presidenta. Ellos no ven en mí más que a Eva Perón. Los descamisados, en cambio, no me conocen sino como Evita’”.

 SU FALLECIMIENTO

Tras aquella desgraciada enfermedad, fallece el 26 de julio de 1952, descansando su cuerpo en la sede de la CGT; sin embargo, tras el golpe de Estado que derrocó a Perón, su cadáver debió soportar un deplorable itinerario, secuestrado por la dictadura en la noche del 22 de noviembre de 1955, por órdenes directas de Pedro Eugenio Aramburu. Un comando de marinos al mando del teniente coronel Carlos de Moori Koenig entró por la fuerza en el edificio de la CGT, derribó el busto de Evita que se encontraba en el primer piso y forzaron la puerta de la capilla del segundo piso. Allí quemaron las banderas argentinas dispuestas sobre el cadáver y orinaron sobre el mismo, antes de llevárselo. Éste acto fue la miserable venganza por el desprecio que Evita sentía por “los milicos”. Durante tres días, el cuerpo recorrió diferentes puntos de la ciudad, a fin de no levantar sospechas, dentro de un camión.​ El relato del ex mayor Jorge Dansey Gazcón difiere, ya que asegura que fue él quien lo trasladó. Desde ese momento se estableció un itinerario macabro y perverso, pasando por Italia con un nombre apócrifo hasta que finalmente muchos años después, es recuperado y hoy descansa en el Cementerio de la Recoleta.

EN CINE Y TEATRO

Evita, quien quiera oír que oiga (1983), película de Eduardo Mignogna, interpretada por Flavia Palmiero con música de Lito Nebbia.
Evita (1996), musical, dirigido por Alan Parker, filmado parcialmente en Buenos Aires. Madonna fue quien interpretó a Evita.
Eva Perón (1996), película protagonizada por Esther Goris como Evita y Víctor Laplace como Perón, entre otros. Dirigida por Juan Carlos Desanzo.
Eva Perón, obra teatral escrita en 1969 por Raúl Natalio Damonte Taborda, Copi. Polémica obra ambientada en los últimos días de Eva Perón y su lucha contra el cáncer.
Eva y Victoria, obra teatral escrita por la dramaturga Mónica Ottino, dirigida por Oscar Barney Finn y representada por Luisina Brando, como Eva Duarte de Perón y China Zorrilla en el papel de Victoria Ocampo. El rol de Eva Perón también fue representado por la actriz Soledad Silveyra.
Eva, obra teatral protagonizada por Nacha Guevara en 1986 y nuevamente en la temporada 2008-2009, con música de Alberto Favero.

En la figura de Evita se reúne un discurso rupturista y de barricada, creadora de “grietas”, que siempre las hubo en nuestra historia, desde el año 1810 y en el momento actual se busca agudizarlas con el propósito de mantener en el poder a la eternamente rancia oligarquía, que “aunque pretenda vestirse de seda…” muestra sus abundantes vellosidades. Y éste es el desafío de hoy para terminar con las barreras hacia una sociedad más justa y equitativa, con justicia social (que no es una mala palabra) que recupere la soberanía política perdida.  En este contexto,“Evita” representa la figura que junto a otras mujeres fueron denostadas como “malditas de la historia”, a pesar de haber sido artífices necesarias del futuro.

Miguel Eugenio Germino


Fuentes:
https://www.periodicovas.com/aqui-el-pueblo-lloro-a-evita/