jueves, 2 de septiembre de 2010

MEXICO - NARCOTRAFICO


LA MENTIRA DE LA GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO

La idea recorre el continente, por cierto que no desde los medios de comunicación: la guerra contra el narcotráfico no es lo que parece, hay una gigantesca operación de prensa destinada a hacernos pensar que Estados Unidos, desinteresadamente, ayuda a los gobiernos de América Latina a combatir este flagelo. Pero apenas raspamos en la superficie de este razonamiento vemos que hay otras intenciones detrás de semejante operación. Por empezar, es difícil explicar por qué el principal consumidor de todo tipo de drogas no se decide a combatirlas en su propio territorio. Es evidente que a Estados Unidos no le interesa disminuir el consumo de su mercado local, de esa manera tiene una excusa para intervenir en la política interna de los países que están al sur del Río Bravo. Para fundamentar nuestra postura vamos a recurrir al ejemplo de un medio gráfico independiente de México, la revista Contralínea, hostigada pero nunca desmentida por el gobierno centroamericano. Allí se informa que el gobierno mexicano, encabezado por el panista Felipe Calderón, le ha dado a la supuesta guerra un tono tan fuerte, por lo menos en las palabras, que ha involucrado a los 96.000 hombres que componen el ejército. A pesar de ello, esta operación que requiere una enorme movilización de dinero, logística y propaganda mediática, arroja un saldo exiguo y sospechoso. En efecto, comparando los números de 2003 en relación con los de 2010, la única cifra que ha aumentado violentamente es la que informa de 23.000 muertos. En cambio, la cantidad de sentencias judiciales es escasa: apenas se dictaron 735 en los últimos siete años. Además se decomisa menos droga ahora que en el comienzo del operativo. Desde esta columna creemos que el flagelo de la droga no es un tema de importancia real en Washington, sino que más bien su intervención militar se debe a la necesidad de no perder de vista los principales recursos de nuestro continente como son el petróleo y el agua. Para eso están las bases militares en Colombia, y con la misma finalidad se apoya al gobierno mexicano en su estéril cruzada contra los carteles de la droga. Desaparecida la excusa de la Guerra Fría, pretende instalarse al combate contra el narcotráfico como el nuevo enemigo común. A la Casa Blanca le sirve para ubicar a sus asesores militares, mientras que los gobiernos locales aprovechan para criminalizar las luchas sociales con la represión como solución a las desigualdades. Por eso, los capos de los carteles de las drogas mexicanas se ríen de las bravuconadas del gobierno de Felipe Calderón. Del total de más de 120.000 detenidos por delitos vinculados con la droga, sólo a 1.300 se les ha podido comprobar algún tipo de vínculo con los carteles. O sea que lo más probable es que el resto de los detenidos pertenezcan a la parte de la población más baja, indefensa frente a las fuerzas en pugna y que tal vez sólo actuaron de correos o que son pequeños consumidores. La conclusión a la que arribamos es que la lucha contra la droga es pura pantomima diseñada hábilmente para ser difundida por todos los medios de prensa, pero que fracasa porque no toca a los peces gordos del negocio. No se ataca ni a la circulación ni al lavado de dinero, mucho menos a los funcionarios corruptos que permiten todo esto. Mientras sea funcional a las estrategias políticas del gobierno más poderoso del continente, el narcotráfico no corre ningún peligro.
Pablo Salcito

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