Una vida plena y luminosa
Héctor Armendáriz impacta con la frescura y vitalidad de sus 89 años. Este actor y productor es dueño de una prolífica trayectoria en cine, teatro y televisión, en la cual se codeó con figuras emblemáticas de nuestro espectáculo. A los 18 años llegó a Buenos Aires desde su Bahía Blanca natal con la idea de triunfar en el teatro. A partir de sus estudios de Arte Escénico con Milagros de
En 1951 debutó en cine con Sombras en la frontera, dirigido por Leo Fleider y producido por Luis Sandrini, con quien había compartido la obra Cuando los duendes cazan perdices.
El rol protagónico llegó con un filme de 1953, donde hacía de basquetbolista, En cuerpo y alma, bajo dirección de Leopoldo Torres Ríos, con Armando Bo y Julia Sandoval. La intención era repetir el suceso que Bo había tenido con Pelota de trapo, pero no pudo ser: “La película fue un gran fracaso porque la filmaron a los tumbos, entre gallos y medianoche, para entrar en el cupo anual de los subsidios del Instituto de Cine”, expresa en un tono amargo. De las treinta películas que realizó, la que considera más trascendente es La pasión desnuda (1953), un melodrama dirigido por Luis César Amadori, donde fue coprotagonista junto a la mítica María Félix y Carlos Thompson.
Entre las comedias más divertidas menciona Mi marido hoy duerme en casa (1955) y De noche también se duerme (1956), dos éxitos dirigidos por Enrique Carreras. Una anécdota que comenta risueño se refiere al filme El hijo del crack (1953), de Leopoldo Torre Nilsson:: “Para recibir el subsidio, había que empezar el rodaje urgente pero no había libro. Entonces Torre Nilsson escribía la escena en el mismo momento en que íbamos a filmar, se hacía una toma y escribía la siguiente”.
En 1959 fue compañero de Isabel Sarli en su debut cinematográfico en Sabaleros. Armendáriz recuerda con ternura esa experiencia: “Isabel lloraba, tenía que decir apenas tres palabras pero no le salían. Yo le decía ‘quedate tranquila, vamos a repasar otra vez el guión’ ”.
En general Armendáriz se llevó bien con todos los directores con los que trabajó. En este sentido, asegura que con Carreras –con quien filmó doce películas– se conocían de memoria y que filmar con Amadori “era una delicia”.
El actor evoca con mucho afecto a Sandrini y a Alberto Castillo, compañero en tres películas: “Luis era un tipo macanudo, de otro planeta. Si en el teatro la gente no se reía, decía por lo bajo ‘están pintados esta noche’. Castillo era un atorrante, divino, me traía en auto a mi casa cuando salíamos de filmar”.
En televisión protagonizó en 1951 el primer teleteatro de la pantalla chica, emitido en Canal 7, junto a Fernanda Mistral. Unos años después hizo pareja con Virginia Luque en un programa muy popular,
En 1960 Armendáriz relegó la actuación, al ocupar un cargo muy importante en Canal 9 como productor de ficción. Desde allí impulsó ciclos de teatro clásico y telenovelas con la participación de prestigiosos actores. Más tarde pasó a integrar el staff técnico del Teatro San Martín, al cual volvió unos años después, convocado por Iris Marga. En esa época se convirtió en propietario del Teatro Santa María, y fue el descubridor de una banda legendaria, vigente hasta hoy: “En un momento, un conjunto aficionado empezó a tener cierta repercusión. Era nada más ni nada menos que Les Luthiers. Les ofrecí mi sala para que actuaran por primera vez en un teatro. Las localidades se agotaron apenas las pusimos en venta. Hicimos tres funciones en un día”, recuerda emocionado el actor. En su teatro logró otro suceso al poner en escena El padre de la novia que estuvo un año en cartel, con un elenco encabezado por Darío Vittori, Emilio Comte y Silvia Merlino.
La larga enfermedad de su gran amor, la vedette Lilián del Río se transformó en el período más duro de su vida. Durante ocho años abandonó todo para quedarse las 24 horas con ella. Se despidió del cine en 1991, y en los últimos tiempos se dedicó a estudiar en profundidad y a escribir sobre historia argentina, una materia que lo apasiona. Se lo nota pleno y feliz: “Yo estoy preparado para irme en cualquier momento pero quisiera quedarme hasta los 100 años. No fumo, no bebo. Lo único de lo que no me cuidé fue de las mujeres: tuve cinco –dice con picardía–. Después que falleció Lilián, tuve la suerte de encontrar a esta chica, Susana, que es una maravilla. Cuando nos conocimos resultó que era una ferviente seguidora de mi carrera”.
Laura Brosio
1 comentario:
he tenido el gran placer de conocerlo y hoy con 92 años sigue siendo un placer conversar y escucharlo. un verdadero caballero. una admiradora
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