lunes, 5 de octubre de 2015

DAVID BAIGÚN

Murió David Baigún, uno de los más grandes penalistas del país

“Su deseo era que los restos volvieran a La Pampa, donde se crio con sus nueve hermanos”, contó a Infojus Noticias una de sus sobrinas, la fiscal general Gabriela Baigún. “Tute”, como le decían los conocidos, fue premio Konex de Platino en Derecho y profesor titular consulto de Derecho Penal de la UBA en la famosa “Cátedra Baigún”, por la que pasaron reconocidos juristas. Durante la dictadura fue el primer abogado que contactó Estela de Carlotto.


  • El reconocido jurista falleció hoy a sus 89 años. “Su deseo era que los restos volvieran a La Pampa, donde se crio con sus nueve hermanos”, contó a Infojus Noticias una de sus sobrinas, la fiscal general Gabriela Baigún, quien lo definió como “el tipo más coherente” que conoció. “No hablo desde lo académico, que fue brillante y lo hizo merecedor del premio Konex de Platino y numerosos honoris causas, sino desde lo humano. Fue coherente en su forma de vivir, en su concepción del ser humano”, detalló. 











 Su condición de jurista indiscutible, destaco por sobre todas las cosas su compromiso ideológico con un Derecho Penal no solo de garantías sino de igualdad”, dijo a Infojus Noticias Alejandro Slokar, integrante de la Cámara de Casación Penal. “Fue uno de los más grandes, en todo el sentido de la palabra, como abogado, como doctrinario y como persona, con un compromiso y una coherencia inquebrantables”, lo recordó hoy Mario Juliano, juez del Tribunal en lo Criminal 1 de Necochea y presidente de la Asociación Pensamiento Penal.
“Tute dio muchas batallas para hacer del mundo un mejor lugar para vivir”, indicaron en un comunicado las organizaciones en las que se desempeñó Baigún a lo largo de su carrera: el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP), el Centro de Investigación y Prevención de la Criminalidad Económica (CIPCE), el Centro de Políticas Públicas para el Socialismo (CEPPAS) y el Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia (ILSED). “Queremos despedirlo sin palabras de ocasión, porque no las hubiera compartido. Simplemente queremos hacerlo destacando todo lo que nos enseñó y lo que nos deja como una inmensa herencia: que la realidad puede transformarse”, agregaron.
De La Pampa a Buenos Aires
Hijo de inmigrantes polacos, “Tute” Baigún abandonó la pequeña casa de paredes blancas en una de las esquinas de Macachín para estudiar abogacía en Buenos Aires. Llevó consigo el apodo que su padre le había puesto de niño y que lo acompañaría a lo largo de su vida.  
El Derecho se convirtió en su pasión. Se graduó en la Universidad de Buenos Aires en 1948, se doctoró en Derecho y Ciencias Sociales y fue profesor titular consulto de Derecho Penal de la UBA en la famosa “Cátedra Baigún”, por la que pasaron reconocidos profesores como Julio Maier, Marcelo Sancinetti, el juez de Casación Penal Mariano Borinsky, el juez federal Daniel Rafecas y el ex fiscal Maximiliano Rusconi, entre otros.
Años después -en 1995- Maier y Sancinetti le rendirían homenaje con el libro “El Derecho penal hoy”, que contó con textos de Eugenio Raúl Zaffaroni, Alberto Binder y Luis Marcó del Pont, entre otros destacados juristas. “De él aprendimos la razón por la cual los seres humanos, cualquiera sea su nacionalidad, su concepción política, su creencia, su idioma o su raza, son naturalmente iguales y dignos y deben ser tratados de esa manera por los demás. (…) Él dedicó su vida a este ideal, con las únicas armas que posee un hombre civilizado: su razón, su forma de comunicarse con los congéneres y su presencia; y nos enseñó no sólo su valor, sino, además, a pelear por ese ideal y por esas armas”, escribieron sus colegas en el prólogo.
Por la “Cátedra Baigún” también pasó la sobrina de Tute. Primero como alumna y luego como profesora adjunta. “Cuando tenía que rendir el examen él no me lo quiso tomar. Lo hizo Sancinetti, quien me puso un diez. Después mi tío me bajó la nota a un nueve. Decía que un Baigún no podía tener un diez en esa cátedra”, recuerda Gabriela entre risas.
Compromiso, militancia y amor
“Afiliado al Partido Comunista Argentino, estudioso del pensamiento marxista y conocedor de las discusiones de la izquierda europea, sus primeros años de ejercicio profesional fueron de intensa actividad como defensor de presos políticos y militantes perseguidos”, explicó el juez Marcelo Alfredo Riquert cuando Baigún recibió el título de profesor extraordinario en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
“Durante la dictadura fue el primer abogado que contactó Estela de Carlotto. Él presentó los reclamos por los nietos desaparecidos”, contó su sobrina. Con el regreso de la democracia, Alfonsín lo designó en el Banco Central, donde creó el Centro de Asuntos y Estudios Penales. Desde ese espacio –que cerraría el menemismo en los ’90- dirigió investigaciones por delitos financieros. También estuvo al frente del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP) y fue vicepresidente del Centro de Investigación y Prevención de la Criminalidad Económica (CIPCE).
En su paso por la facultad como docente Tute conoció a Cecilia Groisman (titular de Derecho de Familia), la mujer que lo acompañaría hasta el día de su muerte. Él tenía dos hijos de un matrimonio anterior. “Formaron un familia ensamblada perfecta”, contó su sobrina, una de las pocas en la familia que heredó la pasión por el Derecho.
Otro de los que siguió sus pasos fue Santiago -hijo de unas de las hijas de Cecilia- a quien Tute crio como a uno de sus nietos. “Él y Cecilia me enseñaron de chico a entender el Derecho como una herramienta de transformación. Él fue abogado de presos políticos durante la dictadura e impulsó los juicios por el robo de bebés. En ese entonces yo tenía 15 años y lo acompañaba a Comodoro Py”, recordó el joven, que hoy trabaja en la Defensoría General. “Después, cuando empecé a estudiar, me di cuenta que en la Facultad todo el mundo lo conocía. No solo desde el lugar académico, también como persona”.
Pipa, boina y maletín gastado
Sus amigos y familiares coinciden en que Tute era un hombre muy activo. “Siempre me sorprendió su ‘juventud’, sus ganas de seguir haciendo cosas, de proyectar, de tratar de contribuir a los cambios”, escribió el juez Juliano en su muro de Facebook.
Una de sus salidas preferidas era ir al club Hindú -a unas pocas cuadras de la casa- donde jugó al tenis hasta hace unos cuatro años. También solía ir a bailar tango con Cecilia, su entrañable amigo Julio Maier y la mujer de él.
De boina, pipa y con un maletín gastado. Así lo recuerdan quienes lo frecuentaban. Uno de sus lugares preferidos era la biblioteca del primer piso de la casona de Villa De Mayo, en el partido de Malvinas Argentinas. En esa sala, parecida a un aula de la Facultad de Derecho, pasaba horas sentado leyendo libros de historia, derecho y filosofía. También le gustaba escribir. Entre su obra se cuentan una decena de libros, numerosos artículos, notas, prólogos de libros y colaboraciones en revistas especializadas en todo el mundo. Pero el Derecho no era su único tema de interés. “Hace un tiempo estábamos con mi abuela revisando cosas. Ella sacó de un cajón un sobre con miles de poemas que Tute había escrito desde 1964 hasta hace dos años”, recordó Santiago.
A los 89 años, ya alejado del tenis, el tango y la poesía, Tute murió en la quinta de Villa De Mayo en la que vivía junto a Cecilia y sus perros. Después de la despedida de familiares, amigos y colegas, sus cenizas se mezclarán con la sal de su Macachín natal. Ahí en esa pampa desierta donde de niño corría y jugaba con sus hermanos, bajo el sol radiante o a la sombra de los eucaliptus.
  
                                                                                             Sebastián Ortega




 

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