El Día del Trabajador
se conmemora cada 1° de mayo en Argentina, al igual que en muchas otras partes
del mundo, en homenaje a los Mártires de Chicago, un grupo de sindicalistas
anarquistas que fueron ejecutados en Estados Unidos luego de participar en las
huelgas por la consecución de las jornadas laborales de ocho horas en 1886.
En París, en 1889,
durante un congreso de la Segunda Internacional (asociación de partidos
socialistas, laboristas y anarquistas de todo el mundo), se estableció el 1 de
Mayo como Día del Trabajador para conmemorar a los Mártires de Chicago.
No obstante, éste 1º
de mayo de 2022 el sector hegemónico de la
conducción de la CGT –con similar conducción desde hace casi 30 largos años,
conducida por los llamados “Gordos” por su estructura física de dirigentes
burocráticos atornillados en sus sillones de burócratas, por el que se ganaron
el bien merecido mote de “Burocracia Sindical”, tantas veces coreados en
movilizaciones, “¡¡¡se va a acabar, se va a acabar!!!...”, --no se acabó y
perduran-- le dan nuevamente la espalda al 1º de mayo, declarando: “no hay movilización callejera, porque no hay nada que
festejar”, Triste conclusión para esconder su condición de
dirigentes oficinistas de una estructura que perduró en equilibrios “non sanctos”,
durante décadas.
Sin embargo en nuestro país hubo siempre,
siempre, siempre… recordaciones, luchas, y otros agrupamientos no oficiales que rescataron aquel día,
concebido como una jornada, no de celebración, sino por el contrario, “de
recordación, de un día internacional de lucha de la clase obrera.
Vale recordar algunos como:
En plena zona de la Recoleta se conmemoró por primera
vez el Día de los Trabajadores en la Argentina, en la sede del Prado Español,
ubicado en lo que hoy es uno de los barrios exclusivos de Buenos Aires, la
reunión se inició a las 3 de la tarde del 1° de mayo de 1890 y juntó a 2.000
personas, una concurrencia numerosa para la época. Al día siguiente, los
asistentes se enteraron de que habían perdido su jornal “por faltar al
trabajo”.
Y las luchas continuaron…con actos y masacres locales,
como la de 1909 en Plaza Lorea, que
tomaron rasgos muy graves al atacar la policía el mitin anarquista, provocando
catorce muertos y ochenta heridos.
La Semana Trágica, de 1919, la Patagonia Fusilada de 1922, el Cordobazo de 1969, y siguieron…
También continuó la lucha:
Con la CGT de los
Argentinos , creada entre el 28 y 30 de marzo de
1968, que agrupó hasta 1973 a dirigentes y movimientos
sindicales que se oponían al establecimiento de un pacto con la dictadura
encabezada por Juan Carlos Onganía. Enfrentados por ello con la dirigencia
sindical de la CGT —dirigida a la sazón por Augusto Timoteo Vandor— formaron un
foco de poderosa resistencia, que se expresó en múltiples medidas de fuerza,
enfrentamientos, puebladas, la mayor de ellas la sublevación de los obreros
cordobeses en el llamado Cordobazo.
Fundada en el Congreso Nomalizador -Amado Olmos-, entre el 28 y el 30 de
marzo de 1968, con la elección del dirigente gráfico Raimundo Ongaro,
encabezando la corriente combativa del movimiento obrero argentino. El grupo
vandorista (traidores de entonces) no participó de aquel Congreso. Fue una
experiencia no infrecuente en la política europea, pero sin precedentes en
Argentina, que nucleó junto a los obreros a numerosos artistas y escritores, el
principal de ellos Rodolfo Walsh, quien colaboró en la redacción del programa
de la CGTA (llamado programa del primero de mayo) y director del semanario de
la organización. Se aproximó también a movimientos eclesiásticos, como el
Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, así como numerosas agrupaciones
estudiantiles, de abogados, psicólogos y la mayoría de los políticos
opositores, fundamentalmente de vertientes combativas del peronismo, el
radicalismo y la izquierda. El Programa del 1º de Mayo, publicado en esa fecha
de 1968 en el Nº 1 del periódico de la CGT de los Argentinos, se consideraba continuador
del Programa de La Falda, de agosto de 1957, y del de Huerta Grande, de junio
de 1962, que se repite en el presente con las dos CTA y otros maleamientos que
no bajan las banderas.
El 1º de mayo de 1886
comenzó en Chicago un movimiento en reclamo de las ocho horas de trabajo. La
manifestación fue brutalmente reprimida, el punto culminante se produjo el 4 en la
plaza Haymarket, en la que 20.000 obreros enfrentaron a casi 200 policías.
Durante la manifestación, una bomba, cuyo origen no pudo ser determinado, mató
e hirió a varios policías, comenzó entonces una sangrienta represión matando e
hiriendo a un gran número de trabajadores. El gobierno declaró el estado de
sitio y toque de queda, deteniendo a numerosos huelguistas.
El 21 de junio de
1886 comenzó el juicio a 31 obreros acusados de haber sido los promotores del
conflicto. Todos fueron condenados, dos de ellos a cadena perpetua, uno a 15
años de trabajos forzados y cinco a la muerte en la horca.
La culpabilidad de
los condenados nunca fue probada, fueron juzgados sin pruebas, en un bochornoso
proceso judicial por jueces nombrados de manera fraudulenta. Años después se
los llamaría “Los Mártires de Chicago”, que terminó con la ejecución de cuatro
trabajadores anarquistas, ahorcados tras un proceso irregular el 11 de
noviembre de 1887.
Hoy a 133 años, de la
instauración de aquella fecha histórica, en estos tiempos difíciles, que nos
tocan vivir, sobrevivir o sufrir en el país, donde las variables de ajuste son
los derechos de los que menos tienen, cualquiera puede preguntarse qué sentido
puede tener recordar el Primero de mayo como fecha histórica para trabajadoras
y trabajadores. ¿Qué sentidos podría adquirir, la referencia a una masacre
ocurrida hace 136 años declarado Día universal del trabajador?
Pero si vale ¡recordar! - ¡memoria!, ¡conmemorar! , y
repudio también el silencio cómplice de aquel mutismo cegetista, que algún día,
más pronto que tarde ¡¡¡Sí, se va a acabar!!!
Primera Página
1º - 5 - 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario