miércoles, 29 de junio de 2022

EL CONVENTILLO: LA CUNA NO DESEADA


BALVANERA Y SU HISTORIA

El conventillo: la cuna no deseada

 

“… para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres

del mundo que quieran habitar en el suelo argentino…”

Del Preámbulo de la Constitución Nacional


                      UNO DE LOS TÍPICOS CONVENTILLOS DE LA ÉPOCA
 

El derecho a una vivienda digna y a un hábitat adecuado debe ser entendido de una manera amplia a partir de su correspondencia con otros derechos humanos elementales. La vivienda, en ese sentido, es un derecho humano reconocido universalmente, y es un requisito necesario para el cumplimiento de la dignidad, la libertad y la justicia social.

No obstante, este derecho históricamente siempre le fue esquivo a los sectores más humildes de la sociedad, en especial a la clase trabajadora, e históricamente a las grandes inmigraciones, que arribaron en olas hacia finales del siglo XIX y principios del XX, atraídos por “hacer la América”, anhelo tan divulgado, como atracción en una Europa en crisis, expulsiva y persecutoria de ideas poco deseadas.

Como burla cruel de aquel preámbulo y el derecho a una vivienda digna, se impone “el conventillo” como destino final de quienes llegaban a estas “tierras de promisión”, previo paso por el “Hotel de inmigrantes” del embarcadero del puerto de Buenos Aires, con el objetivo de "recibir, orientar, alojar y ubicar"​ a los inmigrantes que, en aquel momento, arribaban desde Europa u otros lugares al principal punto de ingreso de la Argentina.


                       TIPICO CONVENTILLO Y SUS HABITANTES EN 1906

El pintoresquismo porteño supo hacer leña del árbol caído, y rápidamente instauró un lenguaje propicio: literatura, tangos y sainetes, para catalogar al conventillo y a sus ocupantes, como “tanos y gallegos, turcos y rusos”.


Conventillos hubo en los barrios del sur, San Telmo, La Boca y Barracas, especialmente en los caserones abandonados tras la epidemia de fiebre amarilla que azotó Buenos Aires hacia el año 1871. En abril de aquel año llegaron a morir más de 500 personas por día, una cifra alarmante si se considera que, en condiciones normales, había 20 muertes diarias en Buenos Aires. Así lo describía Paul Groussac: “Por centenares sucumbían los enfermos, sin médico en su dolencia, sin sacerdote en su agonía, sin plegaria en su féretro”, desgraciadamente, la historia de la peste, se repitió con la pandemia del Covid de los años 2020 al 22.

El conventillo ha inspirado a multitud de artistas. Así, por ejemplo, “El conventillo de la Paloma”, que es un sainete de un acto y tres cuadros de Alberto Vacarezza, que se estrenó en el año 1929 y que toma como protagonista a Paloma, una mujer que vive en un conventillo y que tiene enamorados a todos los vecinos del mismo.

La “pequeña aldea” que fundara Garay en 1580, con pretensiones de ciudad, fue creciendo de manera desordenada, y pronto llegará la gran inmigración externa que se suma a la afluencia del interior y las provincias, lo que produce en Buenos Aires un fuerte desequilibrio entre vivienda y población que da origen a una crisis habitacional de proporciones.

Pocas fueron las reformas que debieron hacerse en aquellas casonas del sur para convertirlas en los primeros conventillos (del latín conventus, lugar de asamblea o reunión). La transformación impactará en la topografía arquitectónica de la época, y los especuladores aprovecharán para lucrar con las demandas ansiosas y poco exigentes de buena parte de aquella vulnerable población.


                        OTRO DE LOS TANTOS CONVENTILLOS DE ENTONCES

La “ilustre” Generación del ‘80 había priorizado la inmigración europea, que parecía ver en ella una suerte de “purificación” de la sociedad en detrimento del gaucho y de los habitantes originarios, estos últimos casi exterminados durante la Campaña del Desierto emprendida por Roca en 1878. Los aborígenes cautivos de aquella verdadera cacería, mayormente ancianos, niños y mujeres, fueron sometidos al trabajo esclavo en las cosechas, además de habérseles arrebatado sus tierras, invisibilizando su imagen y negándole su cultura e identidad.

En la ciudad, el conventillo como característica vivienda precaria se constituyó a modo de gusanera de hacinamiento, suciedad y falta de servicios sanitarios; la mayoría de aquellas viviendas colectivas, apenas contaban con uno o dos baños para 60 personas, con la prohibición de ser usados por los menores de 10 años, ¡toda una ignominia! Eran las viviendas de los trabajadores, húmedas, despintadas, faltas de luz y ventilación, que se alineaban a lo largo de patios de baldosas desgastadas, que no dejaban ya ver su color original. Las piezas solían estar llenas de catres y baúles, sillas desvencijadas, mesas enclenques y espejos turbios. Eran ambientes donde se mezclaban la ropa con artículos comestibles y escupideras; cuevas de alimañas de todo tipo, campo propicio para el brote de enfermedades y sufrimientos. Los pisos de altos, con escaleras deficientes y pasillos estrechos, conducían a nuevas hileras de cuartuchos, aún más pequeños que los de la planta baja.

Hacia 1880 los conventillos de Buenos Aires llegaban a alojar al 20% de la población, unas 55 mil personas, fundamentalmente inmigrantes.

El primer censo municipal de 1887 sería de 433.375 habitantes: 228.640 argentinos y 204.735 extranjeros (138.166 italianos, 39.562 españoles y 27.007 de otras nacionalidades). En ese momento los conventillos llegaban ya a los 2.800, y para 1890 eran 3.142, habitados por 103.552 inquilinos.

En Balvanera había en aquellos años 181 conventillos, especialmente volcados hacia el sureste del barrio, sobre las calles Belgrano, Venezuela, México, Chile e Independencia.

En el barrio de Concepción existían 220; en Piedad había 204; el barrio Del Socorro contaba con 192; San Nicolás, 182 y San Telmo, 152. Para el año 1912 el barrio Concepción llegará a 356 y San Nicolás a 324. Algunos conventillos famosos tenían nombres relacionados a la condición y origen de sus habitantes: “Las 14 provincias”, “Los dos mundos”, “El palomar”, “Babilonia”, “El Sarandí”, “De la Paloma”, “El Arca de Noé”, “La Madonnetta”, etc.

Entre 1861 y 1910 ingresaron al país 3.674.000 extranjeros; tan sólo en la primera década del siglo XX, llegan 1.764.101 de ellos, todos bajo la influencia de la Ley 817, llamada Ley Avellaneda. En 1914, más del 50% de los habitantes de la ciudad eran extranjeros.

En el mundo, este fenómeno se reeditará como consecuencia de la revolución industrial y la expansión capitalista, al producirse concentraciones urbanas en torno a los grandes establecimientos fabriles: Londres tendrá sus barrios y calles pobladas de conventillos, así como París y Nueva York.

En nuestro país, como continuación al conventillo, surgieron los inquilinatos, amplias casas chorizo, de varios patios y escasos sanitarios; aparecerán las llamadas casas baratas, barrios como: Cafferata, y Butteler, entre otros, casas obreras, que se encuentran en el barrio Parque Chacabuco; también surgió la vivienda propia construida en la provincia los fines de semana por el trabajador, a partir de un terreno; otros barrios como la “Ciudad Evita”, los financiados por el Banco Hipotecario. Hacia los años 1970, surgirán los departamentos a construir de hasta 120 cuotas (sin indexar), en los que una pareja recién casada debía invertir uno de los dos salarios de sus ingresos; otro, era el hacinamiento en la casa paterna en una construcción en los fondos.

Llegaría a su vez, la tristemente célebre circular 1.050 hacia 1980 época de Martínez de Hozcuando las tasas de interés de sus créditos hipotecarios pasaron a ajustarse por los valores vigentes en el mercado y miles de propietarios no pudieron afrontar los vencimientos, viéndose forzados a malvender sus inmuebles a inversores con pocos escrúpulos; luego fueron los créditos UVA, una verdadera estafa en la que muchos propietarios perdieron su vivienda recién adquirida, por las impagables indexaciones.

Finalmente, como corolario en la actualidad, la casi imposibilidad de acceder a una vivienda propia, dada la falta de atención de créditos accesibles del Estado, lleva los alquileres a altos valores.

Simultáneamente a estas opciones, llegará también la villa miseria, tal vez la más degradada de todas las formas habitacionales, levantadas en terrenos fiscales, ferroviarios, en zonas inundables y a la vera del Riachuelo. A su vez, y ya en los últimos años, aparecen los “barrios cerrados” para familias de altos ingresos, por el momento en la provincia de Buenos Aires, aunque se pretende reeditarlos también en la ciudad, con la “Ley Larreta”, de pretendidos barrios privados, taponando al porteño de la vista al río Costa Salguero y Ciudad Deportiva de Boca, son el inicio.

 

LA HUELGA DE INQUILINOS DE 1907


          SE DESATA UNA MULTITUDINARIA HUELGA EN LOS CONVENTILLOS


Las condiciones infrahumanas y los precios elevados de esta forma de especulación con las necesidades de la vivienda, lanzarán a la población, especialmente de los conventillos, a una huelga memorable que comenzó en forma desordenada y espontánea como “La marcha de las escobas”, pero que rápidamente cobró dimensiones y organización, un movimiento por “el no pago del alquiler”.

Aquella inmigración europea no aportó ingenieros ni técnicos como esperaba la “Generación del ‘80”, sino laburantes, que trajeron con ellos, además de las ansias de trabajo, nuevas y revolucionarios ideas sociales del viejo mundo, como fueron las concepciones anarquistas y socialistas.

Fueron estos pensamientos el puntal de esta gran pueblada, que dejó un penoso saldo de un muerto, varios heridos y muchos presos y deportados por aplicación de la Ley de Residencia (Ley Cané Nº 4.144, sancionada en 1902 bajo la presidencia de Julio A. Roca).


           HUELGA QUE SE DENOMINÓ "LA HUELGA DE LAS ESCOBAS"

Se conquistaron algunas mejoras efímeras, pero como siempre, se acusó a los agitadores e infinidad de familias obreras fueron lanzadas a la calle; el valor de los alquileres volvió a dispararse, hasta representar gran parte del jornal obrero, por una pocilga inmunda.

Pasaría el tiempo, pero las condiciones generales y el deplorable estado de salubridad de aquella época lejana del conventillo, cuando criollos e inmigrantes sentían que una joven y pujante nación los cobijaba, que tendrían trabajo y esperanza, es un recuerdo que perdura en el presente y a más de un siglo de entonces, cada uno puede sacar sus propias conclusiones.

 

                                                                                                                                                     Miguel Eugenio Germino

 

 

 ALGUNOS DE LOS PRINCIPALES CONVENTILLOS DE BALVANERA

 

-Catamarca 359, con más de 30 piezas.

-Chile 2173, entre 30 y 40 piezas.

-H. Yrigoyen 2850, media manzana con 120 piezas.

-Independencia al 2100, “El Arca de Noé”.

-México 1860, con 62 piezas.

-México 2154, conocido como “La Madonnetta”, con hasta             una capilla al fondo.

-México 2425, con 40 piezas.

-Moreno 2780, con caballeriza al fondo.

-Venezuela 2376, con salida por México 2407, con más de                100 piezas.

-Venezuela 2460/68, primero corralón, luego conventillo con            40 piezas.

Son sólo algunos de los más recordados.


Agradezco la colaboración de los vecinos Manuel y Alberto Gómez, Lorenzo Mercuri, Salman Fondebrider, Pedro Zangaro, María Pintos, Pajarito Génova, Germinal Espigares, Carlos Cebarfes e Ignacio Lavitman, que en distintos momentos me asesoraron.

Otras fuentes:

-García, Juan Agustín, La Ciudad Indiana, Ed. Hispamérica, 1986.

-http://www.barracavorticista.com.ar/historia/conventillo/index.htm

-Instituto Histórico de Buenos Aires, “Jornadas sobre la vivienda”, Buenos Aires, 1985.

-Páez, Jorge, El Conventillo, CEAL, 1970.

-Periódico Primera Página, nº 51 abril de 1998.

-Romero, José Luis y Luis Alberto, Buenos Aires, Historia de 4 siglos, Ed. Abril, 1983.