miércoles, 4 de noviembre de 2009

LA CURVA DEL TREN A LA FLORESTA




LA CURVA DEL FERROCARRIL OESTE


Si bien el damero porteño de las manzanas de Buenos Aires presenta un alineamiento parejo, existen algunas particularidades, como lo es la rareza del Pasaje Enrique Santos Discépolo (antes Rauch), que nace en la Avenida Callao al 500, para terminar en Riobamba al 400.

Su trazado se remonta al año 1857, cuando el 29 de agosto el humo de “La Porteña”, la primera locomotora del primer ferrocarril argentino, dibujara su caprichosa forma en “S”. Atravesaba sobre los rieles aquel paraje con destino a la terminal Floresta, arrastrando dos obedientes vagones.

En la esquina del naciente pasaje, se desplegaban las avenidas Entre Ríos-Callao, diseñadas en 1822 como una avenida de circunvalación de “treinta varas de ancho” (25 metros), aunque durante muchos años continuó siendo un ancho camino de tierra, pantanoso en invierno y polvoriento en verano. Esto a pesar de ser una de las escasas rutas que, además de marcar el límite urbano, constituía el acceso por donde ingresaban las carretas rumbo a los mercados de concentración de la ciudad.

A pocas cuadras del lugar, en otro paraje de diez manzanas, se encontraba el llamado “Hueco de Zamudio”, donde empezaba a establecerse la “Plaza del Parque” (hoy Lavalle), que por entonces sólo ocupaba dos manzanas.

Aquella área cobró relevancia con la instalación de la Fábrica de Armas y luego el Parque de Artillería, en el lugar donde hoy se encuentra el Palacio de Justicia. Fue precisamente en este sector (actual emplazamiento del Teatro Colón) donde se fundaría la estación cabecera del primer ferrocarril argentino, construido por una empresa de capitales nacionales, la Sociedad Camino de Fierro al Oeste.

Las vías de este ferrocarril atravesaban la plaza para tomar la Calle Parque (hoy Lavalle) y alcanzar la altura de la actual Callao. Aquí empezaba el tramo que nos ocupa, La Curva del Oeste, un pasadizo en diagonal por el interior de la manzana Callao-Riobamba-Lavalle-Corrientes, y que ingresaba en los terrenos pertenecientes a Josefa de la Quintana, linderos a la chacra del convictorio o Quinta de los Padres Jesuitas (expulsados de Buenos Aires por segunda vez en 1841).

El recorrido del tren, pasada la curva, continuaba por la calle Corrientes en forma terraplenada a lo largo de nueve cuadras, hasta Centroamérica (hoy Pueyrredón), donde giraba al sur hasta llegar a la Plaza Once de Septiembre. Allí se hallaba la primera estación del recorrido, apenas como un apeadero, en las actuales calles Bartolomé Mitre, entre Ecuador y Jean Jaures. Atravesaba luego los barrios de Almagro, Caballito y Flores, para terminar el recorrido en Floresta.

Con el tiempo la Cabecera Parque había quedado en un sector demasiado poblado, por lo que en 1883 se dispuso trasladarla a Plaza Once de Septiembre, pero recién hacia 1892 fueron retiradas las vías en desuso. Una nota publicada en La Nación, del 21 de diciembre de 1887, da cuenta del reclamo del Intendente Municipal al Director de Ferrocarriles, en estos términos:

Levantamiento de rieles: Que adopte las medidas conducentes, para levantar los rieles de la calle Corrientes que impiden la prosecución de los trabajos de adoquinado hasta Chacarita. Al mismo tiempo manifiesta la necesidad de evitar el estacionamiento de los trenes del Oeste en las calles Rivadavia, Piedad, y Bustamante hasta Medrano, para facilitar el tránsito.

Por otra parte los vecinos de la calle Cangallo a la altura de Bustamante, se quejan del mal estado de las aceras, donde las hay. El tránsito es por demás incómodo y casi imposible en los días de lluvia. Hemos recibido una carta de varios vecinos pidiendo una visita del inspector municipal a aquellos parajes.

Damos traslado de este justo pedido al referido empleado.

Levantados los rieles, nace pocos años más tarde –en 1893– esta miniatura vial de la ciudad, el Pasaje Rauch, con veredas angostas y futuras casas de altos frentes que le imprimirán un aspecto gris y opaco. En el inicio del pasaje, en Callao, una placa recuerda su origen y reza: “Por aquí pasó La Porteña 30 de agosto de 1857 viaje inaugural 30 de agosto de 1960 año del Sequiscentenario de la Revolución de 1810. Asociación amigos de la Avenida Callao

Fue denominado Federico Guillermo Rauch en honor al militar que actuó en los ejércitos napoleónicos y que ya en nuestras tierras se destacó por sus campañas para combatir al indio en las fronteras.

A poco de su nacimiento, el pasaje comenzó a ocuparse con las llamadas “casas de tolerancia”, favorecidas por la oscuridad y porque su trazado en “S” impedía ver el lado opuesto, lo que le brindaba una singular privacidad.

Hacia 1930 se levantó en el lugar una de las tantas pintorescas y económicas Ferias Francas, con sus característicos puestos, de toldos descoloridos debidos al desgaste y la luz del sol.

Antes, en 1926, se había establecido, en el número 1857 del pasaje, una fábrica de bujías, sobre cuya estructura nacerá en 1980 el “Teatro del Picadero” (picadero por su forma circular), frente a los fondos del Normal Domingo Faustino Sarmiento. Por su condición de teatro independiente se instaló ahí mismo, en 1981, el “Teatro Abierto”, una contundente respuesta cultural a la dictadura del llamado “Proceso” Videla-Viola y compañía, pero resultó incendiado en forma ‘accidental’ el 6 de agosto del mismo año, a los pocos días de haber ofrecido sus primeras funciones.

EL PASAJE ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO

El 11 de noviembre de 2005 la antigua Curva del Oeste es inaugurada como pasaje peatonal en homenaje al entrañable Enrique Santos Discépolo. Se mantiene la fachada del Teatro del Picadero, y en el contrafrente del Normal Sarmiento se emplaza un mural de Mariano Santamaría de 120 metros cuadrados, titulado “Discepolín y el paso de La Porteña”.

Discépolo había nacido en Balvanera, en la calle Paso 113, el 27 de marzo de 1901. En 1917 debutó como actor cómico, luego fue afirmándose como actor de reparto, pero su mayor mérito estuvo en la composición de tangos y canciones, las que perduraron en el tiempo como Cambalache, ¡Qué vachaché!, Yira…yira, ¿Que sapa señor?, ¡Chorra!, Uno, Cafetín de Buenos Aires, Esta noche me emborracho, entre muchos otros de alto contenido social y humano.

Tras su viaje a Europa en 1935, Discépolo incursionó como guionista y director de cine. Falleció en su departamento de Callao al 700 donde vivía con Tania, muy cerca del pasaje que hoy lleva su nombre.



Miguel Eugenio Germino



FUENTES:


-Buenos Aires nos cuenta, Nº 8, Abril de 1988.

-Del Pino, Diego A., Allá por la Capilla del Carmen, Cuadernos de Bs. As., 1981.

-Llanes, Ricardo M., Antiguas plazas de Buenos aires, Cuadernos de Bs. As., 1977.

-http://coronadosdegloria.wordpress.com/2009/08/14/discepolo-el-autor-del-pueblo.

-http://www.geocities.com/ferrocarrilesargentinoshoy/FCO.htm.

1 comentario:

Maju dijo...

Muy interesante y esclarecedora su publicación.