viernes, 6 de mayo de 2011

UN CUENTO CHINO


NOTICIAS INSÓLITAS

Actuación: Ricardo Darín, Muriel Santa Alna, Ignacio Huang

Director: Sebastián Borensztein

Duración: 93 minutos.

Los personajes: un simpático chino y un irascible y solitario porteño, que detesta todo aquello que lo saque de la rutinaria vida. Cualquier actitud que pretenda alejarlo de su soledad, es recibida con suma resistencia. Lo malo es que ninguno de ellos habla el idioma del otro, lo cual acarreará situaciones tragicómicas.

Una singularidad del ferretero malhumorado es coleccionar recortes de diarios con noticias insólitas del mundo; es una costumbre que le sirve de parapeto contra la invasión de la angustia cotidiana. Este coleccionar es lo único que suele arrancarle una sonrisa.

Roberto ─el personaje central─ prefiere estar solo y huye hasta de una joven que lo quiere y le manda cartas, Mari, interpretada por una perfecta Muriel Santa Ana, muy alejada de sus personajes televisivos y de su caracterización reciente de Rosaura en La vida es sueño, el clásico de Calderón de la Barca. Nos enteraremos después que Roberto tiene así afectada su vida por el trauma de haber combatido en la Guerra de Malvinas, y se ha convertido en un ser solitario y apegado a los rituales.

La aparición de un joven chino “perdido en la noche” ─la asociación con el clásico de Hollywood es intencional─ lo sacará de sus hábitos rutinarios: el ceremonial de honrar a su madre muerta con estatuillas de cristal que coloca en una vitrina, la visita semanal al cementerio, los aludidos recortes de hechos insólitos. Se atrinchera permanentemente tras esos hábitos para no dejar aflorar emociones, que disfraza de malhumor. Todo este mundo que ha construido se pone en cuestión con la llegada del asiático, presentado como gentil y ansioso de complacerle, sin acertar en su propósito.

El filme tiene toques humorísticos impresos por el director, nada menos que Sebastián Borensztein, uno de los hijos de Tato Bores, que como su padre tiene el don de contar historias, diseñadas de modo tal que resultan apasionantes, y que sabe también desplegar recursos de humor negro, cuando se refiere a los duelos del protagonista.

Tanto el chino como la joven ayudarán a que asome cierta ternura escondida en el ferretero, delineado por Ricardo Darín en una de sus mejores composiciones. No es la primera vez que en el cine argentino se cuenta una historia de seres culturalmente desparejos que terminan interesándose el uno en el otro. Ya en PRIMERA PÁGINA, en 2001, nos referimos a Herencia, de Paula Hernández, filme en el que Olinda, la malhumorada dueña de un restaurante porteño, opta por hacerse cargo de los problemas de un jovencito alemán con el que apenas se entiende por señas. Esta historia tiene un matiz muy argentino, como el producto único de esta tierra que también es un personaje importante en el filme: el dulce de leche, usado como medio de confraternización.

En conclusión, una película bien filmada que puede despertar un reconocimiento en el espectador, que se siente compensado por las veces en que productos improvisados y desprolijos lo han vapuleado. Estamos ante una buena película argentina con inesperados toques de fábula.

Martha Silva

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