sábado, 2 de septiembre de 2017

BATATO BAREA




BATATO  EN EL ABASTO

 

                       

 

“El Abasto” fue y es una zona emblemática que oficialmente, no alcanzó a conformar un barrio, sin embargo se constituyó en  semillero de personajes que sí dejaron una huella  y  una identidad local imborrable comenzando por   Gardel, Pichuco, Razano, Rufino,  Luca, Yonsky,  la familia Traverso del antiguo y lamentablemente derribado bar O’Rondeman.

                     El Abasto, fue y es un  fondeadero de artistas, petas, y compositores como Villoldo, Cadícamo,   Pepe Arias,  El Cachafaz Bianquet, de payadores como Betinoti y Ambrosio Rio,  la  hazañas de guapos como;  El Cordobés,  el Pardo Flores, el  Noy,  relegados hoy al  baúl de los recuerdos,  de su nieto Fernando,  artista, performer y poeta, entre  una lista interminable… En aquel ambiente atrapante  habitó también Salvador Walter Barea, que rechazando su nombre impuesto familiarmente,  prefirió usar el de “Batato”

 

“La vaca no da la leche: se la sacan”

“El que quiera celeste, que mezcle azul y blanco”.

 

Son dos de las tantas inolvidables frases que nos regaló  Batato  en su cortísima vida de  “clown literario travesti, como le   gustaba autodefinirse.

 

                           BATATO; Salvador Walter Barea,  nació en Junín30 de abril de 1961 – y falleció en Buenos Aires6 de diciembre de 1991), a los apenas 30 años.  “Fui mozo, cadete, bañero de piletas en la Salada, vendedor de salames, taxiboy  y masajista. Hice desfiles de moda, cortos publicitarios…”  solía comentar…

Pero por sobre todo se destacó como actor, performerartista de varietés y payaso argentino,​ habitué y uno de los más asiduos participantes  del mítico Centro artístico Parakultural, al igual que de la discoteca Cemento y de otros  sitios no siempre convencionales donde desarrolló sus propuestas.

                          En su constante actividad artística, participó en diversos grupos como Peinados Yoli, El “Clú del Claun” y desarrolló, con actuaciones individuales y en colaboración con artistas como Guillermo Angelelli, Alejandro Urdapilleta o Humberto Tortonese, una original concepción estética y artística basándose en textos de Néstor Perlongher, Alberto Laiseca, Fernando Noy, Alejandra PizarnikAlfonsina Storni y Marosa Di Giorgio consistente en la realización de happenings - "Numeritos", actuaciones espontáneas sin texto preestablecido, sin base dramática y "ataques" artísticos a la conciencia oficial pre establecida.

 

 

 

MUSEO CASA BATATÓPOLIS MUSEO CASA BATATÓPOLIS

                      
                         La casa donde vivió Batato Barea, de la calle Tucumán 3054,  convertida en Museo, queda en la zona del Abasto en un sitio  la que  todavía no arribaron del todo los agentes inmobiliarios, y donde  algo de espontaneidad barrial queda. Hay todavía en la zona antiguas casas y viejas estructuras que denotan un pasado apropiado a lo que un día fue “El Mercado”, hoy convertido en un “moderno Shopping”, vidriera de un “futuro” y tumba de un pasado al que le quitaron parte de su memoria.
                     Por lo pronto llegar al núcleo de aquel atípico museo no es sencillo, hay que atravesar el pasillo destechado, subir una escalera, pasar por la casa  familiar subir otra escalera caracol más y recién ahí se llega al paraíso colorinche y nostálgico, que conmemora la vida del primer   clown travesti literario argentino, la tercera cabeza de aquella bestia tricéfala que conformó en los ’80 con Alejandro Urdapilleta y Humberto Tortonese. Todo el recorrido desde la calle hasta ahí, forma parte del museo.



EL MUSEO DE BATATO

                    
Lo más llamativo de los objetos que se exponen es que fueron de alguna manera elegidos por el mismo Batato. El actor, que ya estaba muy enfermo y que quemó en sus últimos días muchas de sus pertenencias en un conteiner que estaba en la puerta de su casa, para después señalarle a su madre  Nené: “Lo que queda es lo que sirve”,  frase que quedó en ella resonando en su cabeza hasta que  tiempo después tomó la decisión de armar un museo sobre su hijo,  llevado a cabo  por  Seedy González Paz, íntimo amigo y compinche estético de Batato.
                       La tutela de Paz ha hecho un trabajo notable con el espacio del altillo de esta casa, organizándolo como si se tratara de un teatro en miniatura. Hay dos niveles para recorrer en círculo porque la cronología es  desde fotos de Batato bebé con un rulito que le cae en la frente, hasta las últimas fotos que le hicieron en Uruguay, pocos días antes de su muerte, donde viajó a hacer su último espectáculo;  “La carancha”, rememorando la figura de María Julia Alsogaray y a conocer a su adorada poeta Marosa Di Giorgio. Ilustrando ese recorrido vital están los afiches, volantes, fanzines, revistas y diarios donde aparecía el actor y donde también se pueden descubrir otros personajes de la época: Chabán, Las Gambas al Ajillo, Fernando Noy, Sergio Avello... Seedy cuenta, recuerda, se emociona, muestra joyas: un cuaderno Rivadavia de puño y letra batateana, donde copió poemas (Alejandra Pizarnik, Adelia Prado), pegó críticas de películas que veía y garabateó máximas personales tipo diario íntimo. También hay vestuarios que usó y algunas obras inspiradas en su figura, como la pintura (no la original) de Marcia Schwartz y las fotografías que le hizo Alejandro Kuropatwa.
                    Debió haber sido complejo organizar el material, clasificarlo y ponerlo en orden, teniendo en cuenta la desordenada  vida de Batato y el escaso registro que hay de ese tiempo y aquella forma de hacer teatro tan rockera, improvisada, poética. La misma impresión da cuando se está en ese museo “anti museo”. Todo es festivo y melancólico, como una kermese a la madrugada. Un museo fundado por una madre y sobre una persona cuya obra es prácticamente inmaterial, que se explican  en los febriles poemas anotados en hojas de  un cuaderno Rivadavia.

LIBROS SOBRE BATATO

Existen tres libros publicados referidos a la vida de Batato Barea:
"Batato Barea y el Nuevo Teatro", del escritor Jorge Dubatti. Bs As, Ed. Atlántida.1995.
"Un pacto impostergable", una biografía escrita por su madre Maria E. Amichetti de Barea pedido del artista. Ed. Independ. Año 1996.
"Te lo juro por Batato", del poeta Fernando Noy, Bs. As. Libros del Rojas-UBA, 2001.
"Te lo juro por Batato" es una intensa narración coral, una fina sinfonía de voces que reflejan los años 80". Aquí mismo —dice y continua Fernando: “Recién había regresado de Bahía y  mi  amigo  el  escenógrafo  Marcelo Villa que tenía su enorme estudio en   Barracas me alquiló dos cuartos en el fondo. Cierta  tarde logré  percibir que  detrás de una ventanita quebrada alguien me espiaba. Creí   estar alucinando. Por suerte enseguida   Marcelo  Villa,  riendo a carcajadas   me contó que  le prestaba el lugar para sus ensayos al grupo de  excéntricos llamado  "Los Peinados Yoli"  y quien me espiaba era Batato ,integrante de este grupo de varieté  y otro que se estaba gestando en el Rojas :  “El Clú del Claun” , dirigido por Hernán Gené.  
Kátja  Aleman y Omar Chabán  me   invitaron a la inauguración de una sala que se llamaría Cemento. Fui acompañado por el poeta Federico Lescano, (BOde y demás  integrantes del grupo- fanzine Speed, montado  como  para el carnaval de Bahía.  Allí logramos  reencontrarnos  con el apolíneo Batato  y,  desde entonces,  ni siquiera después de su partida astral, jamás nos separamos.
Además, prácticamente hablábamos por teléfono todos los días y gracias al actor  Julio Suárez  con el correr del tiempo terminamos siendo vecinos en el Abasto, barrio que adoramos.
Cuando le dije  que había sido amigo de Alejandra Pizarnik me reveló su enorme  fascinación por ella y al regalarle uno de mis primeros libros de poemas comenzó a preparar performances que llamábamos "numeritos" por no tolerar esa especie de definición importada. Incluso la palabra Underground pasó a ser engrudo, jugando con su resonancia.  Estaba en ciernes todavía el que luego denominaría como "Claun-literario-travesti" único en el  mundo, término que adoptó  después de su transformación en mujer.
De inmediato  comentó   que yo  le recordaba a Ariel su hermano, su madre  Nené,  afirmaba lo mismo  mostrando fotos del hijo menor  en el barrio de  San Miguel donde pasaron su infancia.  
Mucho tiempo después,  la  legendaria Marchand Ruth Benzacar organizó para su cumpleaños una fabulosa  fiesta donde estaba todo el mundo e incluso María Elena  Walsh. Batato apareció con un vestido tan escotado que lo dejaba semidesnudo., utilizado por Evangelina Salazar en una de sus películas. La  Walsh, haciendo gala de su  chispeante  sentido del humor, al saludarla, comentó: "No hay que descubrirse tanto". Batato aprovechó para agradecerle  el permitirle usar su nombre extraído de  la Reina Batata, justamente… María Elena dijo que al contrario, el honor era suyo. Muchos años después al visitarla en  Sadaic me comentó que "Batato ni sabía  lo maravilloso que era". Nadie, ni ella, imaginaban que le quedaba poco tiempo de vida.  Batato había optado por mantener en secreto su SIDA recién descubierto.   . Temía que  la gente al saberlo lo atosigara de  manera  intolerable.  Actitud comprensible porque ya en ese tiempo era  venerado por tantos amigos y seguidores que llenaban las salas sólo para verlo con su  humor irrepetible, desparpajo, gracia  insolente,  recitando  poemas que adaptaba para el escenario  en lugar de las típicas morcillas payasescas tan conocidas.



 PINTURA DE MARCIA SUHUARTZ - 1989



Cuantas noches cruzábamos  llenos de plumas y maquillajes por el temible Abasto rumbo “al  Babilonia” de Javier Grossman y jamás nadie nos hizo nada malo, cuando el Abasto hace 20 años era considerado el Bronx impenetrable de Bs. As. y  los taxis nos solamente sobre Corrientes o Córdoba,  como límite paranoico.
El poeta Néstor Perlongher me acompañó a verlo  en el café Mozart donde estrenaba un personaje llamado Doña Suspiro del Congo  Belga  con el título " Cuando una gorda recita" con aquel enorme  vestido  inflado de goma espuma.  Era una gorda muy sui generis  que mientras esperaba la llegada de sus dos amigas para no aburrirse simulaba ensayar. Toda una premonición que después se hiciera realidad al armar “Tres Mujeres descontroladas” el inolvidable trio con Alejandro Urdapilleta y Humerto Tortonese. .Dentro del   repertorio  de estreno en café Mozart    figuraba  el célebre  poema Cadáveres de Perlongher. Batato recitaba una parte  y  en alguna  pausas, cambiando de voz, saliendo hacia el fondo del escenario, como viendo llegar algo,  agregaba la palabra "Tractor", en un tono que hacía estallar de risa al público.  Perlongher, muy disgustado, me comentó en voz baja que jamás había escrito esa palabra  y se  retiró sin saludarlo.  
 Junto al “Clú del Claun” partieron de gira por Colombia donde   luego de cada función,   Batato   programaba en la trasnoche  este unipersonal que enseguida fue de gran convocatoria. Al regresar me regaló un sobre lleno de dólares en concepto de derechos de autor. El único capaz de hacer algo así.  
Su lema, que llevaba a la práctica sin detenerse nunca: "hacer, hacer, hagamos"   Era en sí mismo  la propia poesía llevada a los piringundines y fiestas de Buenos Aires renaciendo después de los 80.
Por sobre todo Batato,  se consideraba un ciruja de la cultura, salíamos a buscar por los tachos de basura  como cartoneros reciclando tesoros abandonados en las calles. Una noche me llamó para contarme que la actriz Alicia Bruzo lo habían invitado a realizar tres presentaciones en Alemania, me alegré porque   pensaba  "hacer"  un poema de mi segundo libro: "La novias pobres”. Me preguntó si por acaso tenía algún vestido de novia o algo que se le parezca  a lo que por supuesto le respondí que no. Igual iría a preguntar,  por si acaso, a algunas amigas. Ya me había mudado al  palacete que el pintor   Fernando Bedoya tan solidariamente cediera;  a una cuadra de la Plaza Flores. Salí después de medianoche  para dar unas vueltas en pleno verano insoportable. Al llegar a Nazca y Rivadavia   había en la esquina  aquella  enorme  pila de cajas,  evidentemente tiradas  a la basura. Cuando abrí una de ellas no podía creer lo que estaba viendo. Era un vestido de novia cubierto de arañas.  Seguí  buscando en las otras y  descubrí  varios ejemplares diversos.  Pero claro, la antigua  Casa de Moda había cerrado sus puertas  porque estaba oscura y toda cubierta por una pintura de cal blanca. Quizás la señora muy mayor hubiera fallecido. Elegí tres  enormes vestidos no sin antes sacarle  los insectos  y al otro día se los llevé a su casa.  A esta altura ya semejante sincronía no nos resultaba nada más que naturalmente mágica.
Pero no era así. Un Dios aparte llamado azar nos reunía e incluso   nuestro diálogo era inesperadamente  telepático. La noche que con enorme expectativa me dijo iba a mostrarme un libro en los derruidos camarines del Parakultural le comenté: "Ya sé, son los poemas de Marosa di  Giorgio" Y, asombrado me entregó el  ejemplar de "Clavel y Tenebrário" que ya se había aprendido de memoria.  También me rogaba que le contara sobre ella a quien ya había visitado varias veces en Uruguay hasta que, tres días antes del final aceptó presentarse en un Festival de Nuevas  Tendencias , justamente en una vieja estación como marcaba el libreto de "La Carancha". Viajaron los tres y su  amigo del alma Tino Tinto para cuidarlo especialmente. Marosa después me contó que había ido a verlo y al final Batato la había llamado a los camarines para saludarla muy conmovido. Es que ese es el mismo personaje del que hablan los diarios como recién fallecido ?..., me preguntaba  Marosa, si lamentablemente es él, viajó sólo para verte.  Quería conocer a  una de sus poetas más admiradas.
Marosa, jadeando detrás del tubo, al  fin comentó: "Que honor tan increíble. Ahora entiendo, ahora entiendo".
Desde el comienzo  su velocidad para armar puestas y propuestas  era  una carrera contra el tiempo, como si ya supiera que  tan prematuramente  a  los 33 años dejaría este plano.   
Una actitud de choque compartida con sus convocados hasta que finalmente se consolidara el  fabuloso Trío de Mujeres Descontroladas, con los que realizaran innumerables  funciones hasta el clásico insoslayable "La Carancha- una Dama sin Límites" que comenzaron a ver figuras fascinadas por  esa propuesta, desde Alberto Segado, Elena Tasisto, Juana  Hidalgo , Rita Cortese, María Ibarreta  a Alfredo Alcón  además de los fieles  seguidores que hacían cuadras de cola y él a veces iba a visitar para que no se aburran de tanto esperar., repartiendo caramelos y panfletos con su número telefónico que pasó a ser como un mantra sonando todo el tiempo.
Números, puestas  no convencionales pero inolvidables, algunas  hoy accesibles por  Internet para eterno regocijo de quienes incluso jamás lograron verlo. Muchos volvían varias veces a disfrutar  las mismas propuesta porque  en verdad se alimentaban de su  presencia para conjurar la falta de alegría y tantos otros males que  siempre  se reiteran y  ante  los cuales hay un seguro  antídoto: Batato  Barea para todo el  mundo. 
Él, mordiendo un limón dentro de su  redecilla para el pelo o soplando  talco de las páginas de un cuaderno cubierto de poemas.  Él bailando una cumbia de la Bomba Tucumana como si fuera Ravel. Él, blandiendo el nombre de los chacales de la dictadura y la iglesia escritos en un envase de pizza, pronunciando con furia  la palabra Asesinos. Él  bailando en las penumbras de un escenario derruido en el  Parakafé como si estuviéramos ante una imagen de Tarkosvsky. El, con su malla enteriza color fucsia girando igual a  los derviches,  imperturbable  y en éxtasis proyectado hacia nosotros.  Él , participando en un homenaje oficial a la gran Niní Marshal recitando el poema de Urdapilleta "Sombra de conchas " provocando un escándalo en la platea aunque la propia Niní aplaudiera muerta de risa. 
Él,  haciendo sus acrobacias y cabriolas en las murgas carnavalescas.  Él o Ella, nuestra eterna estrella con luz tan propia pero siempre ofrendada como un faro que aún sigue alumbrando nuestro insondable    mar de cemento, noche y día, como siempre.
Su casa que denominé "BATATOPOLIS"  en Tucumán 3054, tiene en la entrada dos placas. Para mí,  es un templo profano del placer más poético.   Cuando entrevisté a Hebe de Bonafini para su biografía,  ella simplemente me dijo que consideraba a  Batato como un hijo más. Casi cien testimonios que van mostrando su historia y se pude encontrar  en el  Centro Cultural Ricardo Rojas., donde merecidamente  la Sala Mayor lleva ahora su nombre. Gracias, Batato por estar siempre con  todos  los que somos multitud y por siempre te  veneraremos.”
                  El artista plástico Seedy González Paz le dedicó, en 2002 una muestra completa, con pinturas, grabados, dibujos y demás expresiones referidas todas a la vida y obra de "Batato ,
                                                                                                    Miguel Eugenio Germino

Artículo escrito en estrecha colaboración  con Fernando Noy al que le agradezco su desinteresado aporte.


FUENTE: --http://cvaa.com.ar/03biografias/barea_batato.php
                  --https://www.pagina12.com.ar/2001/01-12/01-12-06/pag33.htm
                  --http://www.taringa.net/posts/info/12739660/Batato-Barea.html

                   --http://www.dramateatro.com/numero_actual/pdf001/006.pdf

                   --http://revista.cinedocumental.com.ar/6/criticas_05.html

                   --Noy Fernando -"Te lo juro por Batato", Bs. As. Libros del Rojas-UBA, 2001.







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