martes, 30 de noviembre de 2021

EDITORIAL Nº 318 - DICIEMBRE 2021



EDITORIAL AL Nº 318 – DICIEMBRE 2021

 

Tres grandes hechos, entre muchos otros, marcan el comienzo del último mes de este aciago año 2021: el resultado electoral de medio término, la urgencia de hacer algo para revertir la encrucijada del “calentamiento global” y un acuerdo con el FMI que alivie la complicada situación de endeudamiento del país.

En cuanto a las elecciones del 14 de noviembre, se dirimieron nacionalizando un mensaje de violencia, y todos se adjudicaron la victoria, aunque “no prendió” la idea de destitución que presentó la oposición, no pudieron… no les alcanzó…

Sin embargo, dejaron “picando” aquel clima intimidatorio y de terror, propalado a los cuatro vientos por todos los medios hegemónicos y por los periodistas “estrella, independientes”, que se cobró la primera víctima post electoral: el asesinato policial de Lucas González el 18 de noviembre.

León Gieco cumplió 70 años pidiéndole a Dios: “Que la violencia no me sea indiferente… que el dolor, que la muerte, que lo injusto, que el engaño, que la guerra no me sea indiferente… que es un monstruo grande y pisa fuerte, toda la pobre inocencia de la gente…”. Al mismo tiempo, se produce un incremento de la violencia, ataques a locales partidarios y al mismo diario Clarín. ¡La violencia engendra más violencia!

Para el Frente de Todos hubo una parcial recuperación del resultado de las PASO, un alivio, también a nivel legislativo.

 Cuatro fuerzas “festejaban” su triunfo, tal vez a lo pirro, pero festejaron: festejó Juntos por el Cambio, con su ya triunfalismo globero (esta vez sin globos), donde juntaron a hijos y entenados (algunos con caras largas); festejó el Frente de Todos el remonte del resultados de las PASO; festejó el violento Milei su 17%, un fenómeno fascista capitalino, que preocupa por la llegada a nuestra costas de su ídem europeo; y festejó también la Izquierda el haberse convertido en tercera fuerza en disputa en el orden nacional, incorporando dos nuevos diputados al Parlamento.

 No obstante “los festejos” dejaban un dejo amargo, por la complicada situación de nuestro país (pospandémico si se puede aventurar), endeudado, con una heredada y dificultosa situación económica, y con una estampida incontrolable de los precios que caen sobre las espaldas fundamentalmente de trabajadores, jubilados y la larga lista de cuentapropistas adheridos al “maldito” y engaña tontos, monotributismo.

Sobre el endeudamiento (herencia del macrismo), el gobierno se juega una chance llamando a un diálogo para abordar el acuerdo con el nefasto organismo internacional mal considerado de “auxilio” a los países necesitados, un verdadero salvavidas de plomo en el pasivo de los pueblos que lo padecen; el fantasma del ajuste aunque solapado y un nuevo tarifazo asoman otra vez en el horizonte.

La deuda la contrajeron y la fugaron funcionarios del gobierno anterior, y mal la debemos pagar todos, que la paguen las empresas monopólicas concentradas. ¡Que la paguen aquellos funcionarios, con su patrimonio!

 La cuestión radica en “despegar” económicamente, la creación de puestos de trabajo, la recuperación del valor del salario hoy deprimido y sobre todo domar la inflación, un mal crónico en el país, y para ello hacen falta grandes acuerdos globales, de lo contrario no queda otra que el reto de aplicar “mano dura”.

Con respecto al tema del “calentamiento global”, provocado por el aumento de los gases de efecto invernadero, pensamos que son otros los que lo generan, por lo tanto, no está en nuestras manos la solución. Es común que no asociemos las emisiones de estos gases con nuestras actividades diarias y menos aún que esto pueda contribuir al cambio climático.

La generación de electricidad, el consumo de combustibles fósiles como la gasolina y el diesel, la producción del cemento para la construcción, la eliminación de la vegetación que es conocida como cambio de uso de suelo, así como la producción de los alimentos y de otros tantos bienes y servicios que consumimos a diario, generan una gran cantidad de gases de efecto invernadero. Esto quiere decir que también somos parte del problema.

 Pero el tema es que hay pequeños y grandes responsables, los acuerdos ciertos están por verse, más allá de las declaraciones altisonantes de los países centrales.

Las grandes potencias económicas del mundo que comandan el G-20 son los máximos responsables del cambio climático, el aumento de la temperatura global y los consiguientes desastres ambientales, el 76% de las emisiones del dióxido de carbono provienen de China, Estados Unidos, la Unión Europea, India, Rusia, Japón y Alemania, sólo los dos primeros suman un 50%. El mismo Papa Francisco reclama ¡¡¡hacer algo!!!

En la Ciudad de Buenos Aires, la conciencia ecológica deja mucho que desear, se está enajenando el grueso del terreno público. Larreta, aprovechando la circunstancial coyuntura legislativa que lo favorece, desde su visión liquidadora, todo lo está vendiendo, permitiendo la construcción de mega edificaciones y el espacio verde pasa a ser una utopía.

¡¡¡SOS!!!

 

Hasta la Próxima



 

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