martes, 30 de noviembre de 2021

LOS SECUESTROS DE LA IGLESIA DE LA SANTA CRUZ

 

8 AL 10 DE DICIEMBRE DE 1977

LOS SECUESTROS DE LA SANTA CRUZ

 




 Una iglesia, la “De la Santa Cruz”, en una esquina de San Cristóbal, donde dos calles se cruzan y donde también se cruzan vidas y proyectos. Esquina y encrucijada, donde unas tumbas muestran placas y flores, a metros de la cerca que da a la vereda, como perpetuación de la memoria.

 

 “Los 12 de la Santa Cruz” conmemora el secuestro y desaparición de 12 militantes de Madres de Plaza de Mayo, que se reunían en aquel templo del barrio de San Cristóbal, una iglesia en la que el pasionista Bernardo Hughes (entonces párroco de la misma, hoy fallecido), le había abierto las puertas a quienes se organizaban para reclamar por sus seres queridos secuestrados.

                     El Padre Bernardo Hughes:  Párroco en aquella época

 Al anochecer de aquel 8 de diciembre se realiza un operativo de la Marina, encabezado por Alfredo Astiz (infiltrado de la Marina en el grupo –con el nombre de Gustavo Niño–) actuando como entregador, cuando se celebraba la fiesta de la Inmaculada Concepción de María.

 Fueron secuestradas las Madres Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco, la monja francesa Alice Domon, y los militantes Ángela Auad, Gabriel Horane, Raquel Bulit y Patricia Oviedo, cuando terminaban una reunión para organizar una colecta de dinero con el fin de publicar una solicitada. Los secuestros se completan con: Remo Berardo, Horacio Aníbal Elbert y José Julio Fondevila. Terminando el 10 de diciembre de 1977 con la captura de la Madre Azucena Villaflor de De Vicenti y la monja francesa, Léonie Duquet.

 

                                              Azucena Villaflor
 

 UN RECUERDO DE AQUELLA TRÁGICA NOCHE

 

 La Abuela Dalia Giovanola relató sus recuerdos del operativo del que fue testigo: “Estábamos con otra abuela, salíamos de la iglesia y lo vemos a Astiz en el cordón de la vereda, en la calle, frente a la escalinata. Pasamos corriendo y le dijimos ‘rajá, rajá que te van a llevar’. Seguíamos cuidándolo con toda inocencia”, recordó. “Los afectos no son virtuales, los sentimientos y las ideas tampoco, así que aprovechemos la posibilidad de seguir con estos encuentros”, planteó Vera Jarach, de Madres, tras reflexionar sobre el pasado, pero también sobre “los peligros” que implica el constante resurgir de “la derecha, los negacionistas, los que buscan chivos emisarios”.

 Hace 44 años de aquel hecho que no conmovió a todo el país gracias al ocultamiento y a la complicidad de los medios hegemónicos –cómplices virtuales– de la Dictadura Cívico Militar, por lo que es importante “mantener la memoria para que nunca más se repita aquella tragedia”, que con el tiempo sí, no solo conmovió al país, sino al mundo.


                                   las tumbas y las placas en la iglesia

Con la consigna "Volvimos con democracia para siempre y derechos para todos y todas. A 44 años del secuestro de los 12, ellas volvieron con el mar, las Madres a la Plaza y la verdad hace su historia. Memoria y Justicia presente y futura”, Mabel Careaga, hija de Esther Ballestrino de Careaga, una de las fundadoras de Madres, resumió los operativos, la plata que juntaron para la solicitada que publicarían en La Nación, el cautiverio y el "traslado" el 14 de diciembre de 1977 que quedó documentado en los registros de Prefectura. Cecilia De Vicenti, hija de Azucena Villaflor de De Vicenti, también fundadora de Madres, recordó hace un año: que “el mar trajo casi de inmediato los cuerpos” y recordó que hace quince años el Equipo Argentino de Antropología Forense logró identificar tanto a su madre como a Carega, a Mary Ponce de Bianco, Ángela Aguad y la monja francesa Léonie Duquet. “Los pañuelos blancos derrotaron a los fusiles de la dictadura”, afirmó.

También hace un año se rindió el último reconocimiento, post mortem, fue para el Padre Bernardo. “Fue realmente un pasionista y siendo párroco de la Santa Cruz le abrió las puertas a las Madres para que pudieran reunirse, para los militantes populares en los años duros de la dictadura”. Citaron al sacerdote durante el acto por la identificación de las mujeres hasta entonces desaparecidas, cuando denunció que "esta verdad que a los familiares nos llevó 28 años conocer, estaba en posesión de la Marina, de las Fuerzas Armadas y de la Iglesia, que a través de los capellanes de la ESMA consolaba a los marinos cuando volvían de los vuelos, diciendo que habían brindado a los detenidos una muerte cristiana y sin sufrimiento”.

                                   Astiz el entregador preso de por vida
 

 

LOS VEJAMENES

 

 Durante más de diez días, el grupo de los 12 estuvieron secuestrados y expuestos a vejaciones infrahumanas en el centro clandestino de detención que funcionaba en la ESMA. Luego, fueron arrojados con vida al mar, como muchos otros cuerpos de detenidos desaparecidos, de los que se calculan fueron 30 mil, aunque aún existen algunos que “se atreven” a minimizar aquellos hechos que enlutaron, enlutan y por siempre enlutarán           al país y al mundo.

 

 

LA MEMORIA

 

De aquellos cuerpos de las madres arrojadas al mar, el destino quiso que muchos fueran devueltos por la corriente, sin embargo fueron enterrados como NN en el cementerio de General Lavalle. Y tuvo que ser mucho tiempo después que el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) pudo identificar varios de los restos óseos que allí se hallaron, entre ellos algunos del grupo de los 12 de la Santa Cruz: Azucena Villaflor, una de las fundadoras de la organización, María Eugenia Ponce De Bianco, Esther Ballestrino de Careaga, Angela Auad de Genoves y la religiosa Léonie Duquet. Los restos de Ballestrino de Careaga y Ponce de Bianco descansan en uno de los jardines laterales de la iglesia, hoy convertido en un sitio más de memoria, como tantos otros a lo largo y ancho del país.

Anualmente se realiza en aquel templo, un acto en memoria de aquellas madres y militantes mártires, como también se realizan otros a lo largo y ancho de nuestra geografía, y en todos los tiempos, ¡por siempre!, porque no los podrá ocultar el nuevo fascismo que hoy aflora en el país a contramano de la historia y los derechos humanos.

 

 Miguel Eugenio Germino




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