Como en un paralelismo con la leyenda del Rey Midas que convertía en oro todo lo que tocaba, el gran pintor argentino de las figuras intensas recientemente fallecido, Leopoldo Presas, había reflexionado: “…cierta clase de gente transforma en basura lo que toca, y de allí a pintarlos fue sólo un paso”.
De la leyenda y de la observación del pintor surgen algunas conclusiones más que obvias si se analiza lo que fue la pasada campaña proselitista y mirar asombrados el afán de muchos politiqueros de pacotilla de querer justificar la posesión de la riqueza en escasas manos.
Pasaron las elecciones y tras aquella campaña plagada de chicanas y zancadillas, los graves problemas que afectan a la gran masa de argentinos siguen sin resolver. El oro sigue en poder del Rey Midas, aunque éste y su pueblo se mueran de inanición y la contaminante basura esté al alcance de todos.
El conglomerado oligárquico al estilo del conservadorismo más salvaje de principios del siglo XX consiguió parte de su objetivo, que era dividir al pueblo casi por mitades entre dos proyectos enfrentados: el de los poderosos y el de los que apenas llegan a fin de mes para subsistir.
No cabe duda de que la línea divisoria pasa por la forma en que se distribuye la riqueza, mucho para unos pocos y poco o nada para los muchos.
Cuando en América Latina soplan vientos de cambio, las oligarquías nativas amenazan con tempestades y cataclismos, para mantener sus privilegios, aún en momentos en que arrecia la crisis global del capitalismo, que no se sabe si agoniza definitivamente o si le quedará aún espacio para reciclarse.
América está viviendo una inédita situación histórica de la que difícilmente pueda volverse atrás, los pueblos despiertan de una larga siesta y será en vano pretender anestesiarlos nuevamente.
En nuestro país no bastó el sucio juego de las derechas más recalcitrantes en todos sus matices, para intentar mantener las viejas y caducas estructuras que de podridas se caen a pedazos. En ellas se dieron la mano restos del Dualde-menemismo, aliados a
Los multimedios -manejados por empresarios de la noticia maniatada- son cómplices del complot que intentan perpetrar. Si ladran tanto por el proyecto de ley de radiodifusión, es porque mucho les duele perder su posición dominante. No existe la menor duda al respecto.
Si bien no consiguieron doblegar la voluntad popular en las urnas, cosecharon un excesivo premio aprovechando la gran confusión que supieron sembrar, apelando al remanido temita de la “inseguridad”, a la que contribuyeron con su insaciable afán de riqueza e injusticia social.
No pudieron en Argentina y no podrán en América, torcer la corriente que avanza imparable con nuevas instituciones y nuevas armas que alumbran al sur del .Río Bravo: El ALBA, el Mercosur,
A la solitaria Cuba con 40 años de bloqueo, hoy se agregan: Venezuela, que con Hugo Chávez desterró al neoliberalismo; Bolivia, con Evo Morales y los pueblos originarios; Ecuador, con el nuevo gobierno de Rafael Correa; Paraguay, que con Fernando Lugo se recupera de medio siglo de dictadura colorada; Nicaragua, con Daniel Ortega y el Sandinismo que regresan; El Salvador, con el Frente Farabundo Martí y Guatemala, con un nuevo gobierno que reniega de sus antecesores conservadores.
No caben dudas que el paso atrás de Honduras será revertido por su pueblo.
Resta entonces para
En una palabra, hacerse cargo de los resortes básicos de la economía para que Argentina despegue junto al resto de Latinoamérica liberada, y para que todo lo que se toque no se convierta ni en oro ni en soja, sino en justicia para todos.
Hasta
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